El entrenamiento

22 6 0
                                    

Claire llevaba un par de días en el Olimpo, como era un lugar que no conocía pidió a Kaila  que durmiera con ella.
Cuando se despertaba lo primero que veía era a Kaila haciendo abdominales en el suelo, se la quedaba mirando impresionada por la agilidad con que lo hacía.

—Buenos días. — dijo Claire.
—Buenos días. — dijo Kaila dejando de hacer ejercicio, se levantó y se acercó a la cama, besó a su novia y después fue a darse una ducha.
—Espero que no tenga que hacer lo que hace ella. — dijo para sí misma, se levantó y se preparó un café, era una de las cosas que había pedido a sus hermanos, una pequeña cafetera para poder ponerla en la habitación.

Era muy extraña, no se parecía en nada a las cafeteras de los humanos, cuando se la llevaron no vio que tuviera ningún cable para enchufar a la corriente. Después cayó en la cuenta que estaba en el Olimpo, una especie de cielo y allí no había electricidad. Afrodita, que fue quién se la llevó, le dijo que la había construido Hefestos y funcionaba con energía solar, así que tenía que estar siempre en la ventana.

Encendió la cafetera, era metálica, tenía un embudo de cristal, pensó que para echar el café molido y el agua en un vaso de precipitado grande, dedujo que debía ir a parar el café hecho. No le dio muchas vueltas, lo probó al día siguiente y el café salía bueno. Así que ya era un ritual para ella, cuando se levantaba se preparaba el café.

Kaila salió del baño y le dijo que ya podía ir, así que cogió todos los utensilios utilizados y fue al baño, iba a lavarlo todo en la pica (era el único sitio donde podía hacerlo) y después ducharse.

Poco después Claire salió con solo una toalla que la cubría, y en sus manos tenía todo lo que había lavado, siempre hacía lo mismo, Kaila ya ni preguntaba, la primera vez que lo hizo le dijo que era por higiene, así que lo dejó estar.
Dejó las cosas en la mesita junto a la cafetera y fue al armario a por ropa de entrenamiento, sabía que dentro de nada aparecería alguno de sus hermanos para empezar.
Kaila colocó las piezas en la máquina tal y como le enseñó Claire y después esperó que su amada terminara de arreglarse.

Claire se puso un traje de amazona, cortesía de su hermana Artemisa, le contó que para entrenar era lo más práctico, no impedía hacer ningún movimiento, era ligero y cómodo.
 
—Nunca me cansaré de verte con esa ropa. — dijo Kaila mientras se acercaba.
—Ya me has visto con algo parecido.
—Sí, pero eso es cuando luchas, pero ahora estas en estado normal y me gusta. — agachó un poco la cabeza y le besó la nuca.
—Kaila, si no dejas lo que estás haciendo, no saldremos nunca. — dijo Claire con los ojos cerrados disfrutando de la caricia.
—Tienes razón, no creo que sea conveniente que Ares nos vea así, es capaz de matarme.
— ¿Porque lo dices? desde que lo conozco me ha parecido un sol.
—Que no te oiga llamarlo así, le hundirías su reputación de chico malo, al fin de cuentas es el dios de la guerra.
—A mí no me diría ni haría nada, soy su hermanita del alma. — su sonrisa era de traviesa.
—No tientes a la suerte. — la giró con brusquedad y la besó.

Fueron al patio de entrenamiento, en realidad era un lugar para pasear y descansar, pero ellos se lo habían adjudicado para entrenar, porque no iba nadie por allí.
Cuando llegaron vieron a los cuatro dioses esperándolas.

—Buenos días a todos. — dijo Claire.
—Buenos días hermanita. — dijo Ares.
—Buenos días. — dijeron las tres diosas.
— ¿Con quién me toca entrenar? — preguntó Claire.
—Conmigo. – dijo Ares.
—De acuerdo, pero no seas bruto, que aún estoy empezando.
—No te preocupes, solo vamos hacer un entrenamiento con espadas, y en eso eres muy buena hermanita.
—Mmm. — no dijo nada más.

Kaila se apartó de ella y se alejó lo bastante para no estorbar, las diosas se unieron a ella.
Ares desenvainó y esperó que Claire invocara su espada, así lo hizo, su dedo índice de la mano derecha se iluminó, dibujó en el aire una espada, cuando terminó esta se materializó.

AriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora