🐉CAPITULO: 1🐉

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Prólogo:

Viserys, rey de los Siete Reinos, era un hombre lleno de dolor. Su esposa, su amada Aemma, yacía muerta, mientras que su hija recién nacida todavía se aferraba a la vida. El Gran Maestre dijo que el bebé era demasiado pequeño para que hubiera muchas esperanzas. Sin embargo, ella luchó. Viserys había estado tan seguro de que iba a ser un niño, pero incluso en su decepción, apreciaba a la pequeña niña de ojos azules que luchaba tan ferozmente solo por respirar.

Ella luchó, mientras su hermano, Daemon, bebía, se prostituía y escupía inmundicias de sus labios. Cuando su leal mano derecha, Otto Hightower, le comunicó lo que se había dicho en la Calle de la Seda, se enfureció. Se sentó en el Trono de Hierro y esperó a que su hermano respondiera a su llamado. Su Guardia Real estaba desplegada frente a él, y la espada desnuda de acero valyrio, Fuegoscuro, descansaba sobre su regazo. ¡Pobre de su hermano si respondía con algo que no fuera contrición!

Daemon Targaryen era su hermano amado. El hombre tenía muchos defectos y todos los miembros de su pequeño consejo solían denunciarlos. Lo habían nombrado Maestro de la Moneda, pero el puesto lo aburría. Viserys lo había nombrado Maestro de las Leyes después, pero lo único que hizo fue pelearse con su Mano, Otto. Finalmente, lo habían nombrado Comandante de la Guardia de la Ciudad. Allí, finalmente, parecía haber encontrado un propósito: el crimen se había reducido, las cosas habían mejorado y ahora esto.

Su hermano entró en la sala del trono con su típica arrogancia. Los fuertes rasgos Targaryen de Daemon revelaron de inmediato su linaje noble a simple vista. Sus profundos ojos morados siempre reflejaban desprecio, diversión o aburrimiento. El cabello plateado le caía sobre los hombros y enmarcaba su rostro bien afeitado.

"Cortaste la imagen del conquistador, hermano."

-¿Lo dijiste? -preguntó Viserys con voz cansada.

-No sé qué quieres decir -respondió Daemon.

-Te dirigirás a mí como «Su Gracia», o haré que mi Guardia Real te corte la lengua -dijo el Rey con furia contenida.

Daemon detuvo una ligera mirada de incertidumbre en sus orgullosos rasgos.

"Los dioses no dejaron nada al azar." Los ojos del Rey se clavaron en sus hermanos.

"¿Lo dijiste? ¿Cuando murió mi Aemma? ¿Estabas celebrando su muerte para asegurar tu propia posición? ¿Estabas celebrando que ella diera a luz una hija cuando yo tanto anhelaba un hijo?"

-Todos debemos llorar a nuestra manera, Su Gracia. Yo estaba borracho; usted sabe que no albergaba ningún rencor hacia la reina.

Viserys rara vez perdía los estribos. Siempre buscaba encontrar un equilibrio, para asegurarse de que todas las partes, si no estaban contentas, al menos no se sentían totalmente ofendidas o perjudicadas por sus decisiones. Ahora, sentía fuego y rabia en el estómago. Su amada estaba muerta, su hija mayor estaba destrozada por su muerte y la menor todavía se enfrentaba al Extraño.

-Mi familia ha sido destruida. Pero en lugar de estar a mi lado, o al de Rhaenyra, ¡decidiste celebrar tu propio ascenso! -La ira se apoderó de él por completo-. Te ríes con tus putas y tus lameculos. ¡No tienes aliados en la corte excepto yo!

Era cierto, Daemon había molestado a todo su consejo en un momento u otro. Viserys siempre había defendido a su hermano, y así era como había recibido su merecido.

"Todo lo que te he dado, me lo has arrojado en la cara."

El propio temperamento de Daemon se disparó mientras sus fosas nasales se dilataban.

"Siempre has intentado enviarme lejos. Al Valle, a la Guardia de la Ciudad, a cualquier parte, pero a tu lado. ¡Llevas diez años como Rey y ni una sola vez me has pedido que sea tu Mano!"

 ✨✨La inevitable danza de los dragones de una joven.✨✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora