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Las palabras de Richard se quedaron suspendidas en el aire, resonando en mi mente. Lo miré a los ojos, tratando de procesar lo que acababa de decir. Sabía que entre nosotros las cosas habían cambiado, que habíamos recorrido un camino complicado, lleno de altibajos, pero escuchar de su boca que esto, lo que teníamos, era real para él... significaba mucho más de lo que podía expresar en ese momento.

Me quedé en silencio por un instante, intentando encontrar las palabras adecuadas. Sentí el calor de sus manos en mi cintura, su pulgar acariciando mi piel de una manera que me hizo sentir segura, como si todo lo que habíamos pasado hubiera valido la pena.

—Richard... —comencé, sintiendo cómo las emociones se arremolinaban dentro de mí—. Yo también siento lo mismo. Todo esto... ha sido complicado, pero también ha sido real. Y quiero que sigamos adelante, juntos.

Richard me miró con esa intensidad que siempre me desarmaba, pero esta vez, había una suavidad en su mirada, algo que no siempre mostraba. Me abrazó con más fuerza, como si necesitara asegurarse de que yo realmente estaba allí con él.

—No sé qué nos depare el futuro, Kristen —dijo, su voz baja y seria—. Pero quiero intentarlo. Quiero que estemos juntos en esto.

Asentí, sin palabras para describir lo que sentía en ese momento. Todo lo que había pasado, todas las dificultades, parecían desvanecerse en comparación con lo que estábamos construyendo. Sentía que, por primera vez en mucho tiempo, estábamos en el mismo camino, y que podíamos enfrentarlo todo juntos.

—Entonces vamos a intentarlo —respondí finalmente, sintiendo una oleada de determinación dentro de mí—. Pase lo que pase, lo enfrentaremos juntos.

Richard sonrió, una sonrisa genuina que rara vez mostraba, y me besó de nuevo. Esta vez, el beso fue suave, lleno de promesas y esperanza. Sentí que todo encajaba, que finalmente estábamos en el lugar correcto, en el momento correcto.

Después de un largo rato, nos separamos, y Richard me tomó de la mano.

—Vamos a la sala. Quiero que me cuentes todo lo que pasó estos días con mi mamá —dijo, llevándome con él mientras recogía su maleta del suelo.

Nos sentamos en el sofá, y mientras él se recostaba, me acurruqué a su lado, con la cabeza apoyada en su pecho. Sentía su respiración calmada, su calor envolviéndome, y comencé a hablarle de todo lo que había pasado durante su ausencia.

—Tu mamá es una mujer increíble —comencé—. Estaba preocupada al principio, pero cuando vio que solo era una gripe, se relajó. Hablamos mucho, me contó historias de cuando eras pequeño, y... también hablamos de ti.

Richard levantó una ceja, sonriendo levemente. —¿De mí? ¿Qué dijo?

Sonreí, recordando la conversación con Sandra. —Me dijo que contigo las cosas siempre han sido complicadas, pero que ve algo diferente en ti cuando estás conmigo. Dijo que está contenta de verte así, feliz.

Richard no respondió de inmediato, pero sentí cómo su mano se apretaba suavemente alrededor de la mía.

—Mi mamá es más observadora de lo que parece —murmuró finalmente—. Siempre ha sabido leerme mejor que nadie.

—Bueno, en eso tiene razón —dije, levantando la cabeza para mirarlo—. Y yo también lo veo. Te preocupas por mí, Richard. Y sé que eso no es fácil para ti.

Él me miró, y por un momento, vi una vulnerabilidad en sus ojos que rara vez mostraba.

—Me preocupo porque me importas, Kristen. Y no quiero perderte.

Sus palabras fueron como un golpe en el corazón. Sabía lo difícil que era para él admitir algo así, y me hizo sentir que, a pesar de todo, estábamos avanzando en la dirección correcta.

—No vas a perderme, Richard —le aseguré, acariciando su rostro con la mano—. Estamos en esto juntos.

Nos quedamos en silencio por un rato, disfrutando de la tranquilidad del momento. Sentía que, por primera vez en mucho tiempo, todo estaba bien. Las dudas, los miedos... todo parecía desvanecerse en la paz de ese instante.

Finalmente, después de un largo silencio, Richard suspiró y se movió ligeramente, ajustando su posición en el sofá.

—¿Sabes? Pensé mucho en ti durante estos días —dijo de repente—. Más de lo que pensé que lo haría.

—¿Sí? —pregunté, sonriendo mientras me acomodaba mejor en su pecho.

—Sí —respondió, su tono lleno de sinceridad—. Pensé en lo que tenemos, en lo que hemos pasado, y en lo que quiero que venga después. Y me di cuenta de que... no quiero imaginar un futuro en el que no estés tú.

Mi corazón latió con fuerza al escuchar esas palabras. No era fácil para Richard abrirse de esa manera, y saber que estaba dispuesto a hacerlo, que estaba dispuesto a apostar por nosotros, me hacía sentir más segura que nunca.

—Yo tampoco quiero un futuro sin ti, Richard —dije suavemente, sintiendo cómo nuestras manos se entrelazaban de nuevo.

Nos quedamos así, abrazados en el sofá, mientras el mundo exterior parecía desvanecerse. No necesitábamos palabras, no necesitábamos promesas exageradas. Lo que teníamos en ese momento era suficiente, y sabía que, sin importar lo que viniera después, lo enfrentaríamos juntos.

Finalmente, después de un rato, Richard rompió el silencio.

—¿Quieres que ordenemos algo de comer? —preguntó con una sonrisa perezosa—. Estoy hambriento después de todo este viaje.

Me reí, asintiendo mientras me levantaba del sofá. —Claro, pero tú decides. Estoy demasiado cómoda para pensar.

—Entonces será pizza —respondió, alcanzando su teléfono.

Mientras hacía el pedido, me acurruqué de nuevo a su lado, sintiendo que, al fin, habíamos encontrado nuestro equilibrio. Sabía que habría desafíos, que el camino no sería siempre fácil, pero en ese momento, todo lo que importaba era que estábamos juntos, y que estábamos dispuestos a intentarlo.

Sombras de poder • Richard rios Donde viven las historias. Descúbrelo ahora