Capitulo 54

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Elena:

Arrojaba una piedra cuesta debajo de donde estaba sentada, aquí era un poco más fácil poder pensar, primero me hicieron asesinar a una persona, aunque no quería hacerlo pero terminé haciendo. Ahora me tocaba haber lastimado a Valentina, la que menos hubiera esperado en lastimar, pero tampoco fue mi culpa, por el contrario, le dije que no sabía usarlo. Reposé mi barbilla sobre mi mano con las piernas alzadas.

En verdad me sentía un poco decaída en todo esto, fui la causante de empezar a lastimar a personas. Aparté una de las lagrimas que iba rondando por mi mejilla.

El sonido de una camioneta aparcarse llamó mi atención. Ni quería voltear a ver, seguro Daemon mandó por mi para asesinarme, nadie toca a su mujer y menos por perder el control. La puerta de la camioneta se cerró, respiré cerrando los ojos, una sonrisa se dibujó en mi labios reconociendo ese olor que me gustaba sentir cerca de mi.

Guido: ¿Por qué tan sola?

Levanté la mirada viendo a Guido con una paleta de helado. Entreabrí los labios al ver que era mi sabor favorito a frambuesa.  La tomé abriendo enseguida. La probé disfrutando tanto el sabor de una maravillosa paleta.

Guido: Así como chupas esa paleta, debes chupar otra cosa.

Di un golpe a su pierna, él sonrió sentándose a mi lado, me miró de reojo, apartó mi cabello haciendo hacia atrás.

Guido: Valentina está bien.

Elena: La lastimé.

Guido: Eso no fue lo que dijo.

Elena: Es lo que realmente sucedió, ella estaba enseñándome pero todo se salió de control.

Guido: Elena… Mírame cuando te hablo.

Elena: Mchhh.

Le di una buena mordida a mi paleta pasando la mirada hacia él, no me haría cambiar de pensar en lo que realmente pasó, ellos no estaban.

Guido: Si la hubieras querido dañar, lo hubieras hecho… solo son gajes del oficio de entrenamiento. Elena, eso para Valentina, fue solo falso movimiento.

¿Por qué pensarían que solo fue pequeña la herida? Se estaba desangrando logrando que perdiera la conciencia, eso para nada era normal, al menos para mi no lo era. Acarició mi mejilla acercándose hacia mi, sus labios reposaron sobre los míos, claro que haciéndome a la que no quería, pero bien que enredé mis dedos sobre su cabello atrayéndolo hacia mi, su mano recorría mi espalda… Erizó por completo todo mi cuerpo, levanté mi pierna quedando encima de él, no me importaba si estábamos al aire libre, moría de ganar de sentir a Guido, me encantaba la manera que sus labios hacían ese juego dejando en este lugar cada combinación entre nuestros labios y nuestra saliva… sus dedos apretaron con tanta fuerza mi espalda, entre mis piernas podía disfrutar su dureza, bajé mi mano hacia su pantalón pero la sostuvo.

Aparté mis labios de los suyos sin necesidad que me explicara nada. Negó con la cabeza.

Elena: ¿No?

Guido: No.

Lo empujé con mis dos manos, enredó sus dedos en mi cabello, atrayéndome hacia sus labios, rosaban con mi barbilla, dejando un ligero mordisco.

Elena: Ni crees que te voy a rogar.

Sonrió pasando la punta de su lengua por la comisura de mis labios, mordió suavemente mi labio inferior, levantando una ceja retándome.

Guido: Si, si me vas a rogar en querer hacerte el amor.

Elena: Espéralo sentando en tu cama, por que a mi solo una vez me rechazan para decir NO de por vida.

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