Reinicio

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-¿Dragón de hielo? Suena bien, amor ¿no te molesta que pase tiempo con Camus?

-Claro que no, al contrario, yo mismo le pedí que pasara tiempo contigo, que te enamorara de nuevo, se lo debemos, creo que nadie en el mundo haría lo que él hizo, estaremos por siempre agradecidos con él por este regalo, porque no podría llamarlo de otra forma, además el chico me agrada.
Ahora si no te molesta, quiero descansar un poco y terminar de asimilar esto que está pasando, te amo mi manzanita azul, disfruta a Camus, ya habrá tiempo para nosotros, tenemos una vida por delante.
Y créeme que la voy a aprovechar al máximo contigo, así que espero Camus y tú hagan lo mismo.

Beso de nueva cuenta a su escorpión despidiéndose de él por el momento.

-¿Todo bien con Radamanthys?

-Si, me pido descansar ya después lo veré, te parece si damos un paseo por el pueblo.

El francés aceptó y caminaron rumbo al pueblo, durante el trayecto Camus respiraba con tranquilidad, se sentía sumamente feliz a leo de su escorpión recordando a su lado tantas cosas.
Se detuvieron en un café en donde entraron Camus nunca antes había estado ahí.

-Conocí este lugar gracias a Radamanthys, cuando estuvimos aquí pensé que te gustaría y que algún día cuando las heridas que nos provocamos sanarán, te invitaría junto con él a tomar un café.

-El lugar es hermoso... ¿de verdad pensaste en mí?-el galo lo miraba con sorpresa- es decir ¿aún estando con él pensaste en mi?

-No me mal entiendas Camus, lo amo y a ti también te amaría siempre, quería al menos que siguiéramos siendo amigos y compartir mis alegrías y tristezas contigo como tal, además-el escorpión abrió una puerta dejando ver una extensa biblioteca- no era como si al ver esto no pensara en ti.

El francés quedó asombrado con tan hermoso lugar-vaya nunca habría imaginado un lugar así aquí-el escorpión lo tomó de la mano y lo llevó a una mesa.

-Sabes a Radamanthys también le gusta leer, creamos hábitos respecto a eso, a veces pienso incluso que... me estaba preparando para estar contigo, con ustedes más bien, cuando lo vea le preguntaré por ahora disfrutemos del momento.

Pidieron un café y les acercaron un carrito lleno de libros en donde ellos podían escoger alguno para leer. Joven Milo el joven Radamanthys me pidió entregarle este libro cuando viniera a este lugar acompañado.

El mesero le acerco un libro que tenía un separador en un par de poemas

"Estoy mirando, oyendo, con la mitad del alma en el mar y la mitad del alma en la tierra y con las dos mitades del alma miró al mundo"

"No hagas con el amor, lo que hace un niño con su globo, que al tenerlo lo ignora, y al perderlo llora"

Pablo Neruda

Milo sonrió al leer, pues sabía que su juez intentaba decirle algo.

-Muchas gracias por el detalle.

Bebieron su café y cada uno estaba sumergido en el libro que habían elegido, había silencio total y Camus de vez en cuando se perdía mirando a Milo, se veía tan guapo e inteligente de esa manera, que bien habrían podido ponerle una bandeja para la baba que soltaba. Milo se dio cuenta de tales miradas.

-¿Por qué me ves tanto?- dijo enarcando una ceja- parece que estuvieras viendo un fantasma y mira que sé de eso.

-No es eso, solo es que, jamás logre hacerte leer un libro conmigo, ¿como es que él pudo hacerlo?

Toma de decisiones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora