¡Por fin!

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La boda se llevaría a cabo un par de meses después, y los ánimos eran bastante altos, por lo cual varias parejas decidieron dar también los siguientes pasos y pedir la mano de sus respectivos amores.

-Afrodita ¿estás aquí?- Camus se encontraba buscando al doceavo guardián.

-Dime Camus ¿en qué puedo ayudarte?

-Podrías acompañarme a comprar los trajes que usaremos para la boda por favor.

Afrodita saltó de la emoción-claro que si Camus, dioses ¿eso quiere decir que me has perdonado?

-Dije que no le guardado rencor a nadie, así que si quieres verlo de esa forma, sí, te perdono, pero deberás hacer méritos en el arreglo del lugar para la boda, además de ayudarnos a encontrar el mejor traje para vernos perfectos para él, en nuestro día.

-Me siento tan feliz Camus, por fin se hará realidad tu sueño de niño, casarte con tu escorpión dorado de ojos celestes, después de tanto sufrimiento viene tu felicidad- unas lagrimas traicioneras resbalaron por las mejillas de ambos caballeros.

-Basta Afro, es momento de alegría, no de tristezas, ahora vamos al pueblo, no hay más tiempo que perder- lo tomó del brazo y lo arrastró consigo hasta llegar al lugar.

Se probó varios trajes hasta que el elegido fue un traje negro, después de elegir ahora fue el juez quien tomó el lugar escogiendo uno más del mismo color.

-Ambos se ven perfectos, qué afortunado es Milo de tener dos hombres tan buenos a su lado.

-Gracias Ditta, pero nosotros también somos afortunados, un escorpión así no se encuentra en cualquier lado. Quien diría que por fin en esta vida lo podría tener para mí, sin el miedo latente de perderlo en las guerras. Y puedo estar con él gracias a Camus, nunca hallare la forma de pagarle lo que ha hecho por nosotros. Soy muy feliz.

-Te lo mereces Rada, todos lo merecemos. Pero basta de lágrimas regresemos al santuario aún hay detalles que afinar, el día se acerca cada día más.

Mientras en otro lado del mismo pueblo Milo acompañado de Deathmask, Aioria y Kanon elegían también el vestuario adecuado, eligiendo otro traje negro que hacía ver bastante bien al escorpión.

-Si que el hábito hace al monje- se burló el dragón marino- te ves muy bien querido amigo, el Wyvern va a querer  devorarte en cuanto te vea.

-Y ni qué decir de Camus, si los que se ven más serios son los peores-dijo el leonino.

-¿Hablas por ti, gato? por qué tú te veías bien tranquilito y mira, eres el único de los doce,que salió con su domingo siete- esta vez fue Deathmask el que habló.

-Tú mejor cállate pervertido, que ya se que todos las noches cenas cabra y pescado.

-¿Celoso acaso? De que ya estoy probando tu anterior platillo.

-¡Claro que no, idiota! Porque estaría celoso, si yo soy el manjar de un dragón de día y de noche. Solo intento decirte que no tienes el valor moral para juzgarme por mi pequeña Iliana.

-Ya cállense los dos, Aioria tiene razón cangrejo playero, y en dado caso Shura estaría igual, puesto que es el padre.

-Ok, ok ya no digo nada, no te exaltes dragoncito.

-Ya mejor vámonos, ya tengo el traje y muero por ver a mi dragón de hielo.

Los cuatro amigos salieron del lugar con destino al santuario, donde se encontrarían con sus amados.

El tiempo pasó volando y en un santiamén ya habían pasado los dos meses, por lo cual el gran día llegó.

-Camus basta, ya me mareaste de tantas vueltas, relájate ¡es tu gran día!

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