Capitulo 10: La prueba de Gally

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Fui hacia el área designada por Gally, donde las maderas estaban apiladas en un rincón. Las piezas eran grandes y robustas, claramente preparadas para la construcción del refugio. Gally, con su actitud autoritaria y su mirada fría, se encontraba allí supervisando el trabajo.

“Aquí tienes, empieza a cargar estas maderas,” ordenó Gally con un tono intransigente. “Necesitamos más madera para construir el refugio. Muévete.”

Me acerqué a la pila de maderas, mis piernas temblaban ligeramente por el esfuerzo. Intenté levantar una de las piezas más grandes, y al principio me pareció manejable. Sin embargo, mientras la levantaba, resbalé en el suelo húmedo. Mis pies se deslizaron y la madera, incapaz de sostenerse, cayó pesadamente sobre mi cuerpo.

El golpe fue fuerte y me hizo caer al suelo con un estrépito. Sentí un dolor agudo en el pecho y en los brazos donde la madera me había golpeado. La pieza de madera era tan pesada que apenas podía moverme debajo de ella. Me costó respirar y me sentía aturdida por el impacto.

A medida que trataba de moverme, noté que no podía levantarme. Miré hacia abajo y vi que mi pierna estaba atrapada bajo la madera, y había un clavo sobresaliente en el borde de la pieza que había rasgado mi ropa y mi piel.

Gally, que había estado observando desde una distancia, se dio cuenta de la gravedad de la situación cuando vio la sangre. Su expresión pasó de desdén a preocupación. “¡Maldita sea!” gritó mientras corría hacia mí. “¿Qué demonios hiciste?”

Se inclinó rápidamente para retirar la madera. Con fuerza, movió la pieza pesada a un lado y me ayudó a liberarme. Aunque su rostro seguía mostrando una mezcla de frustración y preocupación, actuó con rapidez para ayudarme. El clavo aún sobresalía en la madera, y Gally lo observó con cuidado.

“¡Tienes que tener más cuidado!” dijo Gally mientras examinaba la herida. “Voy a buscar ayuda.”

A pesar de su actitud ruda, su preocupación era evidente mientras se movía para conseguir lo necesario. La situación había pasado de un simple castigo a una emergencia médica, y la intervención de Gally, aunque inesperada, resultó ser crucial en ese momento.

Después de que Gally se apresuró a buscar ayuda, no pasó mucho tiempo antes de que llegaran Jeff y Clint, los médicos del Área. Ambos estaban equipados con una pequeña caja de suministros médicos y se acercaron con una expresión profesional y calmada.

Jeff, un chico de estatura media con una actitud tranquila, se inclinó para evaluar la herida. “¿Qué pasó aquí?” preguntó mientras comenzaba a examinar mi pierna con cuidado.

Clint, el otro médico, estaba preparando los suministros y se acercó con una caja de primeros auxilios. “Vamos a necesitar limpiar y cubrir esa herida,” dijo mientras sacaba algunos vendajes y antisépticos. “Gally, ¿qué pasó exactamente?”

Gally, aún visiblemente preocupado pero manteniendo su actitud dura, respondió. “Se cayó con una madera encima. Hubo un clavo que rasgó su ropa y la piel.”

Jeff asintió mientras limpiaba la herida con suavidad. “Tienes suerte de que el clavo no se clavó más profundo. Vamos a asegurarnos de que no haya infección y que la herida esté bien cubierta.”

Clint, mientras tanto, estaba aplicando un vendaje alrededor de la pierna, asegurándose de que todo estuviera bien protegido. “Esta área puede ser bastante peligrosa si no tienes cuidado. Asegúrate de moverte con más precaución en el futuro.”

Mientras los médicos trabajaban, Gally permanecía cerca, observando el proceso con una mezcla de inquietud y culpa. Aunque su actitud seguía siendo dura, su preocupación por la situación era evidente.

Jeff terminó de limpiar la herida y me dio una sonrisa tranquilizadora. “Listo, la herida está cubierta y no parece grave. Deberías descansar un poco y evitar hacer esfuerzos pesados por un tiempo.”

Clint asentió, guardando los suministros en su caja. “Si sientes algún dolor intenso o notas algo fuera de lo común, avísanos de inmediato. Por ahora, descansa y cuídate.”

Con la herida atendida y la ayuda recibida, sentí un alivio al saber que estaba en buenas manos. Los médicos se despidieron y se fueron, dejando a Gally y a mí en el lugar. Aunque el dolor persistía, al menos ahora tenía un sentido de seguridad y apoyo en medio del caos.

Minho, Sarten y Newt llegaron rápidamente al lugar, con expresiones de profunda preocupación al ver la situación. Al observar a Gally de pie cerca de donde yo estaba recibiendo atención médica, Minho no pudo contener su frustración.

“¡¿Cómo demonios dejas que cargue madera tan pesada?! Ella es pequeña, ¡idiota!” gritó Minho, empujando a Gally con fuerza. El empuje fue tan brusco que hizo que Gally tropezara un poco y se tambaleara.

Sarten, con su rostro lleno de preocupación, se acercó a mí y me miró con una mezcla de alivio y tristeza. “¿Estás bien? ¿Te duele mucho?” preguntó, inclinándose para asegurarse de que todo estuviera en orden con la herida.

Newt, mirando a Gally con desaprobación, añadió: “Esto es ridículo, Gally. ¿De verdad creíste que era una buena idea ponerla a trabajar con madera pesada sin saber si puede manejarlo? Todos estamos aquí para ayudarnos, no para lastimarnos.”

Gally, visiblemente afectado por las palabras y el empuje de Minho, intentó mantenerse firme. “No fue mi intención que se lastimara. Solo quería que hiciera el trabajo,” se defendió, aunque su tono era menos seguro que antes.

Minho, con la cara enrojecida por la ira, se acercó aún más a Gally, su voz cargada de enojo. “¿Sabes qué? La próxima vez, piensa antes de actuar. No puedes tratar a la gente como si fueran objetos. Esta no es manera de manejar a alguien nuevo.”

Gally, visiblemente irritado y con un tono grosero, se volvió hacia Minho. “Creo que te preocupas demasiado. ¿Acaso te gusta ella?” dijo con sarcasmo y desdén, tratando de desviar la atención de la situación.

“Ya cállate, Gally. Cállense, por favor. Me duele mucho,” dije entre gemidos, mi dolor siendo evidente mientras trataba de mantenerme lo más calmada posible.

Minho y Gally, ambos con expresiones de preocupación, se agacharon al mismo tiempo. “¿Quieres que te lleve a tu cabaña?” ofreció Minho, mientras Gally asintió en acuerdo, ambos preparándose para cargarme con cuidado.

“Sí, por favor,” respondí, agradecida por su oferta mientras intentaba soportar el dolor.

Con Gally y Minho actuando juntos, me levantaron suavemente, cuidando de no agravar la herida. Mientras me transportaban, el apoyo de los chicos me ofreció un alivio en medio de la situación caótica.

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