Capitulo 31: Susurros de desilusión

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Miré a Gally con desilusión, sintiendo que la tensión entre nosotros se había convertido en una pared casi impenetrable. Su rostro, usualmente desafiante, mostraba un atisbo de tristeza, como si las palabras no dichas flotaran en el aire entre nosotros. Sin embargo, la frustración y la ira seguían resonando en mi mente, haciendo difícil que mi corazón se abriera a su sufrimiento.

Cuando nuestros ojos se encontraron, una chispa de comprensión pareció brillar por un momento, pero fue efímera. Me di la vuelta, incapaz de soportar la carga emocional que se estaba acumulando. La decisión de darme la vuelta fue un acto impulsivo, como si al alejarme de él pudiera escapar de toda esta confusión que me atrapaba.

Pero antes de que pudiera dar un paso más, escuché su voz, suave y temblorosa, casi como un susurro: “______…”

Era como si el sonido de mi nombre lo hubiera herido, y aunque sabía que debía seguir adelante, algo dentro de mí se detuvo. Me volví lentamente, encontrando a Gally mirándome con una mezcla de desesperación y vulnerabilidad que nunca antes había visto en él. En ese momento, todos los muros que había construido alrededor de mi corazón parecieron desmoronarse.

“Gally,” respondí, intentando mantener la firmeza en mi voz, aunque mi interior gritaba por entenderlo. “¿Por qué hiciste esto? No tienes que tratar así a los demás.”

“¿Y tú qué sabes sobre cómo me siento?” replicó, su voz ahora más firme, aunque aún cargada de dolor. “No tienes idea de lo que he pasado aquí, de lo que significa estar en este lugar.”

“Sé que todos estamos sufriendo, Gally. Pero no puedes dejar que eso te consuma. Hay otras formas de lidiar con esto,” le respondí, el desafío en mi voz mezclándose con una súplica.

Él se quedó en silencio, mirándome intensamente. La confusión en sus ojos era palpable, como si estuviera buscando respuestas que no sabía cómo encontrar. “Siempre he sido así. Este lugar me ha hecho duro, y a veces no sé cómo dejarlo atrás,” admitió, su voz resonando con una sinceridad que me sorprendió.

“¿Y crees que al herir a los demás encontrarás la paz?” pregunté, sintiendo que mis palabras resonaban en un lugar profundo de su ser.

“Es lo único que sé hacer,” confesó, su mirada bajando hacia el suelo. “A veces siento que soy un monstruo, que no puedo cambiar. Que siempre estaré atrapado en esta oscuridad.”

La empatía brotó dentro de mí, y la desilusión comenzó a desvanecerse. “No eres un monstruo, Gally. Eres humano. Todos estamos luchando, y eso no te hace menos.”

Cuando levantó la vista, pude ver cómo una chispa de esperanza brillaba en sus ojos. “¿De verdad crees eso?” preguntó, su voz suave y casi insegura.

“Asi es,” le respondí, con una sinceridad que me sorprendió incluso a mí misma. “Creo que todavía hay una parte de ti que quiere ser mejor. Una parte que necesita ser vista y comprendida.”

Gally se quedó en silencio, sopesando mis palabras. Su expresión cambió lentamente, como si comenzara a procesar la idea de que quizás no estaba tan solo después de todo. “No quiero ser la persona que todos odian,” murmuró, su voz quebrándose.

“Entonces, comienza a actuar diferente. Elige ser quien realmente eres,” le sugerí, dando un paso hacia él. “Pero eso significa dejar atrás el pasado. Permítete ser vulnerable.”

“Es más fácil decirlo que hacerlo,” respondió, su voz temblorosa. “¿Y si no puedo?”

“Entonces, lo haremos juntos,” le dije, sintiendo una conexión crecer entre nosotros. “No tienes que cargar con esto solo. Permíteme ayudarte.”

Por un momento, la tensión se desvaneció y todo lo que existía era el silencio compartido entre nosotros, lleno de posibilidades. Gally tragó saliva, sus ojos brillando con una mezcla de esperanza y miedo. “¿De verdad lo harías?” preguntó, casi temeroso.

“Sí,” respondí sin dudar. “Te necesito a ti, así como necesitas a los demás.”

Gally asintió lentamente, y aunque su rostro seguía mostrando señales de lucha, también había algo nuevo en su mirada: una chispa de determinación.

En ese instante, supe que había dado el primer paso hacia algo más profundo entre nosotros. Un cambio que podría desatar una nueva esperanza no solo para él, sino para ambos. La noche aún estaba llena de incertidumbre, pero tal vez, solo tal vez, podríamos encontrar la forma de enfrentarlo juntos.

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