Capitulo 20: La busqueda de Gally

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“Ahora ve y búscala. No me importa cuánto tiempo tardes, pero la traes de vuelta,” dijo Minho, su tono frío y autoritario, mientras me defendía. Miré cómo sus palabras parecían pesarle a Gally, quien no dijo nada, pero sabía que no tenía otra opción.

No quería admitirlo, pero una parte de mí deseaba que Gally me buscara. No esperaba una disculpa, pero algo en su comportamiento me había confundido desde el principio, y me hacía sentir cosas que ni yo entendía.

Pasaron las horas, y yo seguía escondida en lo alto de un árbol, abrazada a mis rodillas. Las lágrimas que había derramado ya se habían secado, pero la sensación de soledad no desaparecía. Me sentía humillada, dolida por los insultos de Gally. Quería ser fuerte, pero todo parecía tan difícil en este lugar.

Escuché un crujido a lo lejos, pero no le presté atención. Estaba tan perdida en mis pensamientos que no noté hasta mucho después que alguien se acercaba. Miré hacia abajo y vi a Gally. Mi corazón dio un vuelco. ¿Qué estaba haciendo aquí?

“¡Baja de ahí!” gritó, pero su voz sonaba diferente. No tan agresiva como antes. Lo observé en silencio mientras él, frustrado, comenzaba a trepar el árbol. Cada vez que avanzaba una rama, mis emociones se enredaban más. No sabía si quería gritarle o simplemente ignorarlo.

Gally no era del tipo que hacía esto. Era evidente que estaba fuera de su zona de confort, pero seguía subiendo, decidido a alcanzarme. Cuando finalmente llegó a mi altura, respiraba con dificultad, y su expresión era una mezcla de incomodidad y algo más… algo que no podía identificar.

Me miró, pero no con la dureza habitual. Parecía… diferente.

“Escucha…” comenzó, vacilante. Jamás lo había visto dudar de esa forma. “Sé que lo que dije estuvo mal. No lo pienso repetir, pero… lo siento, ¿vale?”

Me quedé en silencio. No sabía qué decir. Nunca imaginé que escucharía esas palabras de Gally, y mucho menos en esas circunstancias. El sonido de las hojas moviéndose con la brisa era lo único que rompía el silencio incómodo entre nosotros.

“Minho me mandó a buscarte, pero no es solo por eso que estoy aquí,” dijo, desviando la mirada. Su confesión me tomó por sorpresa. “No quería que las cosas fueran así. No quería… lastimarte. Y mucho menos hacerte sentir que no encajas.”

Esa última frase me golpeó más fuerte de lo que esperaba. ¿Era eso lo que había estado sintiendo todo este tiempo? ¿Que no encajaba? Las palabras de Gally, aunque torpes, resonaron en mi interior. Era como si, por primera vez, él estuviera dejando ver algo más que esa coraza dura y fría.

“Entonces, ¿bajas o qué?” añadió, intentando recuperar su tono habitual. Pero esta vez, no sonaba tan confiado.

Lo miré fijamente. Parte de mí quería seguir enfadada, no darle la satisfacción de que todo quedara así. Pero al ver a Gally ahí, entre las ramas, con hojas enredadas en su ropa y una expresión que no había visto antes, me di cuenta de que esto era lo más cercano a una disculpa genuina que podía esperar de él.

Quizá, por primera vez, Gally estaba intentando mostrarme algo real. Y aunque aún estaba dolida, sabía que no podía quedarme en ese árbol para siempre.

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