Capitulo 15: El dolor de la lucha interna

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A la mañana siguiente, la sensación de estar atrapada en la cabaña me resultaba asfixiante. Sabía que necesitaba descansar, pero algo en mi interior se negaba a quedarse quieto. No quería seguir sintiéndome débil. Con esfuerzo, intenté levantarme de nuevo, pero en cuanto puse peso en mi pierna, un dolor agudo atravesó mi cuerpo, arrancándome un quejido involuntario.

El ruido no pasó desapercibido. Newt, Sarten y Chuck, que estaban cerca, comenzaron a caminar hacia mí rápidamente. Al mismo tiempo, vi a Gally en la distancia. Al principio, su expresión era neutral, casi aburrida, pero cuando su mirada se deslizó hasta mi pierna lastimada, algo cambió. Sus ojos se entrecerraron y su mandíbula se tensó. Su expresión se oscureció en una mezcla de frustración y... ¿odio?

“Que tonta eres,” soltó con desdén, cruzándose de brazos mientras me miraba con esa dureza que parecía reservar solo para mí.

Sentí cómo mis mejillas se calentaban ante sus palabras, una mezcla de rabia y vergüenza. No entendía por qué me trataba así, por qué parecía disfrutar verme sufrir. La tensión entre nosotros crecía con cada palabra que salía de su boca, como si mi simple presencia fuera una ofensa para él.

Newt llegó a mi lado primero, su rostro reflejaba preocupación, pero también cansancio por la constante hostilidad de Gally. “Vamos, no es necesario que digas eso,” murmuró, ayudándome a sentarme de nuevo en la cama. “Solo está tratando de mejorar.”

“¿Mejorar?” Gally dejó escapar una risa sarcástica. “Ella no entiende que lo único que hace es empeorar las cosas. Insistiendo en moverse cuando claramente no está lista. Va a volver a lastimarse y después ¿qué? Seremos nosotros quienes tengamos que lidiar con ello.”

Sarten, que había estado observando en silencio, dio un paso adelante. “Gally, ya basta. Todos sabemos que no está en las mejores condiciones, pero no es necesario ser tan duro. Lo que necesita ahora es apoyo, no que la insultes.”

“¿Apoyo?” Gally lo miró con una mezcla de incredulidad y rabia. “¿Apoyo para qué? No es más que una carga. No puedo creer que sigamos malgastando nuestro tiempo con alguien que ni siquiera puede mantenerse en pie sin quejarse.”

Las palabras me golpearon como una bofetada. Sabía que estaba débil, sabía que no podía hacer mucho en ese momento, pero oírlo de esa manera... dolía. Mis ojos se llenaron de lágrimas, pero me negué a dejarlas caer frente a él. No quería que Gally tuviera el placer de verme vulnerable otra vez.

Chuck, que había estado callado hasta ese momento, finalmente habló. “Eso no es justo, Gally. Ella está haciendo lo mejor que puede. Todos lo estamos haciendo.”

Gally lo miró, y por un momento, pensé que iba a decir algo aún más cruel, pero en lugar de eso, su mirada volvió a posarse en mí. Parecía debatirse internamente, como si algo en sus palabras hubiera sido demasiado incluso para él.

“Haz lo que quieras,” murmuró finalmente, girándose y alejándose de nosotros, dejando una estela de silencio y tensión detrás de él.

Newt suspiró, agachándose frente a mí. “No le hagas caso. Gally... no siempre sabe cómo manejar sus emociones.”

“Eso es quedarse corto,” murmuró Sarten, rodando los ojos. “Pero, honestamente, no lo tomes personal. Está enfadado, sí, pero no creo que sea realmente contigo. Tiene sus propios demonios.”

Asentí lentamente, aunque aún sentía el nudo en mi garganta. Las palabras de Gally seguían resonando en mi cabeza. No quería ser una carga, no quería ser vista como una debilidad en el Área.

Newt me dio una pequeña sonrisa. “Descansa un poco más. Ya verás que pronto estarás mejor y podrás moverte sin problemas. No te presiones tanto.”

Sarten también sonrió, aunque su expresión seguía siendo un poco más seria. “Lo importante es que sigas adelante a tu propio ritmo. Y nosotros estaremos aquí para ayudarte cuando lo necesites.”

Chuck, siempre el optimista, me dio una palmada suave en la espalda. “Vamos, no dejes que Gally te deprima. ¡Aún tienes mucho por delante!”

Intenté sonreírles, agradecida por su apoyo. Pero mientras Gally se alejaba, una parte de mí no podía dejar de preguntarse qué era lo que realmente lo hacía actuar de esa manera. Sabía que no se trataba solo de mí, pero sus palabras seguían hiriendo.

Con el dolor todavía presente, me recosté de nuevo, intentando ignorar la tormenta de emociones que se agitaba dentro de mí. Aunque por fuera trataba de mantenerme fuerte, por dentro sentía que la batalla apenas comenzaba.

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