Capítulo 12: Rumores y risas

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Mientras me recuperaba en la cama, la atmósfera en la habitación seguía cargada de tensión. Minho había logrado calmarse un poco, pero Gally, con el rostro enrojecido de la frustración y la culpa, permanecía en silencio cerca de la ventana. El ambiente seguía pesado cuando la puerta de la cabaña se abrió abruptamente, y uno de los chicos que trabajaba con Gally en la zona de construcción entró con una expresión de curiosidad.

“¿Qué pasa aquí?” preguntó el chico, mirando a Gally con una ceja levantada. Su mirada se desvió hacia mí, que estaba recostada en la cama con la pierna vendada. “¿Se ha pasado el día entero en la cama ya?”

Gally, claramente irritado por la interrupción, respondió con un tono seco. “Sí, y eso no es de tu incumbencia.”

El chico, sin inmutarse, se acercó un poco más y, con un aire de burla, miró a Gally y luego a mí. “Oye, ¿te gusta la novata o qué? Porque es igual que tú. Siempre metida en problemas.”

La risa del chico resonó en la habitación, y Gally se tensó visiblemente. Sus mejillas se sonrojaron ligeramente mientras intentaba mantener su compostura. “¿Qué demonios estás diciendo?” preguntó con una mezcla de incomodidad y enojo.

El chico soltó una risa más fuerte, aparentemente disfrutando de la reacción de Gally. “Vamos, es una broma. Solo trato de levantar un poco el ánimo. No puedo evitar notar que la novata y tú tienen una especie de conexión.”

Minho, que había estado observando la escena con creciente frustración, dio un paso hacia el chico, su rostro enrojecido de ira. “¿Sabes qué? No es el momento para tus estúpidas bromas. Ella está herida y cansada, y lo último que necesita es escuchar tonterías.”

El chico, sorprendido por la respuesta de Minho, retrocedió un paso. “Solo intentaba hacer que la cosa fuera menos tensa, no quise ofender.”

Minho, con una expresión dura y una voz que apenas contenía su enojo, le dio una mirada fulminante. “Sí, pues lo hiciste. La última cosa que necesitamos ahora mismo son más distracciones. Si quieres hacer una broma, hazlo en otro momento.”

El chico, visiblemente apenado, asintió rápidamente y murmuró, “Lo siento, me voy.” Se dio la vuelta y salió de la cabaña, dejando atrás un rastro de incomodidad.

Gally, aún rojo de la vergüenza, se volvió hacia Minho con una mezcla de frustración y resignación. “No necesitaba que viniera a hacer bromas ahora. Ya tengo suficiente con la situación.”

Minho, tratando de calmarse, exhaló lentamente. “Lo siento si me pasé. Solo… la situación es difícil para todos nosotros, y las bromas no ayudan.”

Sarten, que había estado observando en silencio, se acercó con una expresión conciliadora. “Chicos, dejemos de lado las tensiones por ahora. Lo importante es que la novata se recupere. Podemos hablar de esto más tarde cuando estemos más tranquilos.”

Gally asintió lentamente, su actitud algo suavizada por la intervención de Sarten. “Está bien, lo siento por la manera en que traté las cosas.”

Minho, aún con una expresión de descontento pero más calmado, se acercó a la cama y me miró con preocupación. “¿Te sientes mejor? Si necesitas algo, avísame.”

Agradecida por su apoyo, le sonreí con un leve alivio. “Gracias, Minho. Estoy bien por ahora.”

Mientras la tensión comenzaba a disiparse y la habitación se llenaba de un silencio más relajado, el ambiente en la cabaña se sintió un poco más ligero. Aunque las bromas y las tensiones no se habían resuelto por completo, al menos el apoyo mutuo ofrecía un pequeño respiro en medio del caos.

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