La noche estaba en pleno apogeo cuando me adentré en el salón del baile. El lugar resplandecía con luz dorada, una cascada de cristal que brillaba en las lámparas colgantes. Me mezclaba con otros monarcas y nobles, intercambiando saludos y palabras cordiales. A pesar de las sonrisas y conversaciones de etiqueta, mi mente estaba centrada en una única razón para estar allí: la princesa Lyriselle.
Mientras esperaba, me permití observar el ambiente, notando la elegancia del lugar y la calidad de los invitados. Sin embargo, no podía evitar que mi atención estuviera desviada hacia el momento en que ella hiciera su entrada. Había escuchado rumores sobre su belleza, pero nada podía prepararme para lo que estaba a punto de presenciar.
Finalmente, las puertas se abrieron y entró Lyriselle. El tiempo pareció detenerse. La vi avanzar con una gracia celestial, como si flotara sobre el suelo en lugar de caminar. Su vestido rojo con brillos la envolvía en un aura resplandeciente, como una estrella fugaz descendiendo del cielo. Cada movimiento suyo parecía sincronizado con el ritmo de la música, y la luz reflejada en su atuendo hacía que su belleza fuera aún más deslumbrante.
Era como si estuviera viendo a una diosa en persona. Cada paso que daba, cada gesto, parecía confirmar que ella era la encarnación de la perfección. La admiración que sentía por ella no era solo por su apariencia, sino por la manera en que irradiaba confianza y elegancia. En ese momento, me di cuenta de que no solo la admiraba, sino que la veía como mi adoración.
El tiempo pasó mientras hacía la espera, socializando y compartiendo palabras con otros monarcas. Sin embargo, nada podía distraerme de la anticipación que sentía por su aparición. Cuando finalmente ella se acercó a su trono y el baile comenzó, me moví con sigilo para acercarme a ella, evitando ser demasiado obvio en mi interés.
La princesa se acomodó en su trono, y pude ver cómo su padre estaba entretenido con su nueva esposa, dejándola a ella en una posición algo solitaria. Fue en ese momento que Varek se acercó, y, para mi alivio, la princesa rechazó sus intentos de bailar, alegando dolor en los pies. El deseo de protegerla y de tenerla cerca me impulsó a acercarme a ella, extendiendo mi mano para besarla con el respeto que merecía.
Al hacerlo, sentí cómo ella aceptaba mi invitación para bailar. Era un momento único, casi hipnótico. Cada movimiento de su cuerpo contra el mío, cada sonrisa, era como un hechizo que me mantenía cautivo. La cercanía de su cuerpo y la fragancia de su perfume me embriagaban, y no podía evitar pensar que, en ese instante, todo lo que quería era estar cerca de ella, sin que nada ni nadie pudiera interponerse.
Cuando Varek volvió a insistir, sentí una oleada de celos. No podía soportar la idea de que otro hombre estuviera cerca de ella, tratando de cortejarla. Así que, de manera protectora y posesiva, le dije que por ahora solo bailaría con ella. Era como si quisiera marcarla como mía, no de una manera negativa, sino para mostrarle que en ese momento, ella era solo para mí.
Mientras el baile avanzaba, me aseguré de perder de vista a Varek. Tomé su mano y la conduje al jardín, un lugar donde podríamos estar más tranquilos, a pesar de la presencia constante de los guardias. Allí, rodeados de flores y sombras suaves, le hablé con ternura y la cortejé, notando cómo su rostro se sonrojaba ante mis palabras. La conexión entre nosotros era palpable, y cada palabra que decía parecía hacerla sentir especial.
Finalmente, me acerqué más a ella, tomando su cintura y levantando su barbilla con delicadeza. En ese momento, nuestras miradas se encontraron, y supe que era el instante perfecto para mostrarle cuánto significaba para mí. Me incliné y la besé suavemente, con un beso lleno de promesas y afecto, esperando que supiera cuánto deseaba tenerla cerca y cómo la admiraba más allá de las palabras.
La noche estaba en su apogeo, y el jardín del palacio brillaba bajo la luz de la luna. Lyriselle y yo, tomados de la mano, caminábamos por los senderos adornados con flores nocturnas. Cada risa y cada mirada compartida se sentía como un regalo, un momento precioso que atesoraría siempre.
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La Princesa y el Vínculo Mágico ✔
Viễn tưởngEn el próspero reino de Nytheria, donde los bosques encantados se encuentran con el mar cristalino, la princesa Lyriselle vive una vida marcada por la amabilidad y la dedicación. Huérfana de madre y criada con el amor inquebrantable de su padre, el...