La Princesa y el Vínculo Mágico ✔

Conflictos

Caminábamos por los jardines del palacio. El suave crujir de las hojas bajo nuestros pies y la brisa cálida hacían del paseo una experiencia relajante, pero no podía ignorar cómo cada palabra de Nyx estaba cargada de coquetería. Él siempre encontraba la manera de hacerme sentir especial, pero a la vez me ponía nerviosa de una forma que jamás había experimentado antes.

—Tus ojos brillan como la luz de la luna, Lyriselle —me dijo con una sonrisa traviesa, sus dedos apenas rozando los míos mientras caminábamos juntos.

Me sonrojé, como siempre que me lanzaba esos cumplidos, y bajé la mirada. Sin embargo, antes de que pudiera responderle, una voz grave y educada interrumpió el momento.

—Princesa Lyriselle, es un honor verla en persona.

Me giré para encontrarme con un hombre que se acercaba hacia nosotros. Tenía el porte de un noble, con su cabello gris y una presencia que denotaba experiencia. Aunque no era muy anciano, se notaba que era considerablemente mayor que yo. Su nombre, según lo que había escuchado en alguna conversación, era Lord Alistair Montclair, un hombre con fama de ser respetado entre la nobleza, aunque nunca había tenido contacto directo con él.

—Soy Lord Alistair Montclair —se presentó con una reverencia, sus ojos observándome con un interés cordial—. He escuchado tanto sobre usted, mi lady. Es un honor conocerla finalmente.

Sentí la tensión al instante. Nyx, que hasta hacía un momento parecía relajado, ahora estaba rígido a mi lado. Sus ojos, antes cálidos, se habían endurecido, y pude notar cómo sus puños se cerraban lentamente. No dijo nada, pero la furia y los celos en su mirada eran imposibles de ignorar.

—Es un placer, Lord Montclair —respondí con cortesía, aunque mi atención estaba dividida entre él y Nyx, quien parecía a punto de perder la paciencia.

—Espero que podamos conversar más en algún momento, princesa —añadió Montclair, sonriendo con amabilidad antes de hacer una leve reverencia y retirarse con la misma elegancia con la que había llegado.

Apenas se fue, Nyx soltó un suspiro frustrado, y yo, irritada por toda la situación, decidí que ya era suficiente. Sabía perfectamente de dónde venía todo esto.

—Esto es culpa de Cassandra —murmuré entre dientes antes de girarme rápidamente.

—¿Lyriselle? —Nyx intentó seguirme, preocupado, pero yo ya había tomado mi decisión.

Caminé rápidamente hasta los aposentos donde sabía que estaría Cassandra, acompañada como siempre por mi padre. Entré en la habitación sin siquiera anunciarme. Mi padre estaba sentado en su escritorio, revisando unos documentos, mientras que Cassandra, con su típica sonrisa arrogante, estaba a su lado.

—¡Tú! —le grité a Cassandra, apuntándola con el dedo—. ¡No puedes seguir interfiriendo en mi vida de esta manera!

—Lyriselle... —Mi padre intentó intervenir, pero no le di oportunidad de hablar.

—¿Qué demonios estás haciendo? ¿Decidiendo mi futuro a mis espaldas? ¡Es mi vida! —exclamé, furiosa, ignorando completamente su tono autoritario—. ¡No eres mi madre! ¡No tienes ningún derecho a intentar controlar quién será mi esposo o mi destino!

—Lyriselle, cálmate —dijo Cassandra con ese tono condescendiente que tanto odiaba—. Solo estoy tratando de encontrar lo mejor para ti.

—¡Lo mejor para mí es que te mantengas fuera de mi vida! —grité de nuevo, y la ira en mi voz era tan palpable que incluso mi padre, siempre tan sereno, comenzó a ponerse nervioso.

Él frunció el ceño, dándose cuenta de lo que estaba pasando.

—¿Cassandra? —La voz de mi padre sonaba ahora firme y autoritaria—. ¿Qué está pasando aquí? ¿Has estado haciendo arreglos sin consultarme?