Estaba sentado en mi trono, mis dedos jugueteando distraídamente con un anillo mientras Elisabeth continuaba hablando. Su voz era un murmullo constante en mis oídos, cada palabra cargada de reproches y exigencias que intentaba, con poca paciencia, ignorar.
—¿Estás escuchándome, Nyx? —su tono se volvía más agudo con cada palabra—. ¡Esto es importante!
Apenas la miré, manteniendo mi mirada fija en la ventana del salón. Las montañas distantes parecían envolver el horizonte, y un presentimiento oscuro comenzó a crecer en mi interior. Algo andaba mal, lo sentía en el aire, en el extraño cosquilleo en mi piel.
—No se te ocurra evadirme yéndote en tu forma de ave —continuó Elisabeth, viendo cómo mi atención se desvanecía—. ¡No te atrevas, Nyx!
Finalmente giré la cabeza hacia ella, mi mirada oscura y desafiante. Me levanté del trono en un movimiento fluido, dejando que la distancia entre nosotros creciera.
—Haz lo que quieras, Elisabeth —dije con una media sonrisa—. Pero no me digas qué hacer.
Y con eso, di un salto hacia la ventana abierta. En el aire, mi forma humana se desvaneció, y en su lugar emergió mi verdadero ser: un majestuoso aurionis, mis plumas brillando con tonos dorados bajo la luz del sol. Sin esperar una respuesta de Elisabeth, batí mis alas y me lancé en picada, dejando atrás el palacio y a mi molesta prometida.
Mientras sobrevolaba el bosque, mi vista aguda escudriñaba cada rincón del paisaje, intentando descifrar la fuente de la inquietud que sentía. Fue entonces cuando la vi. Lyriselle estaba rodeada por varios hombres, luchando desesperadamente por escapar de sus garras. Sus intentos eran en vano, y en un momento, uno de los hombres le propinó un golpe certero que la dejó inconsciente, su cuerpo cayendo pesadamente al suelo.
Sentí cómo mi sangre hervía de rabia al ver a Lyriselle indefensa. Sin pensarlo dos veces, descendí en picada hacia ellos, transformándome en mi forma humana justo antes de aterrizar. Con una calma peligrosa, caminé hacia el grupo de hombres, mi figura alta y sombría destacando entre los árboles.
—Hola —dije con voz suave, pero llena de amenaza.
Los hombres se giraron hacia mí, sus rostros mostrando una mezcla de sorpresa y miedo. Pero antes de que pudieran reaccionar, ya estaba sobre ellos. Mi primer golpe fue rápido y letal, derribando al hombre más cercano con una fuerza que lo lanzó contra un árbol. Los otros intentaron defenderse, pero yo era un maestro en el combate, moviéndome con la precisión de un depredador.
La pelea fue breve pero brutal. Disfrutaba de cada momento, cada golpe que conectaba era una liberación de la furia que sentía. Los hombres no tuvieron oportunidad; sus intentos de atacar fueron inútiles contra mi velocidad y habilidad. Pronto, todos yacían en el suelo, sus cuerpos inmóviles marcando el final de la confrontación.
Con la adrenalina aún corriendo por mis venas, me acerqué a Lyriselle, que seguía inconsciente en la nieve. Con cuidado, la levanté en mis brazos, sintiendo la suavidad de su cuerpo frágil contra mi pecho. La furia que había sentido durante la pelea se desvaneció, reemplazada por una preocupación profunda.
—Estás a salvo ahora —susurré, sabiendo que ella no podía escucharme, pero sintiendo la necesidad de decirlo en voz alta.
Con Lyriselle en mis brazos, comencé a caminar hacia mi castillo. Mis pasos eran firmes y decididos, cada movimiento impulsado por la determinación de protegerla. La noche caía, y las sombras se alargaban a mi alrededor, pero no me detuve, llevando a Lyriselle hacia la seguridad de mi hogar, donde podría cuidarla y mantenerla lejos de cualquier peligro.
Llegué al castillo con pasos apresurados, mi preocupación por Lyriselle evidente en cada movimiento. Al entrar en los aposentos, me dirigí directamente al centro de la habitación y deposité a Lyriselle suavemente en la cama. La habitación estaba iluminada por la cálida luz de la chimenea, que creaba un ambiente acogedor a pesar de la situación.
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La Princesa y el Vínculo Mágico ✔
FantasiaEn el próspero reino de Nytheria, donde los bosques encantados se encuentran con el mar cristalino, la princesa Lyriselle vive una vida marcada por la amabilidad y la dedicación. Huérfana de madre y criada con el amor inquebrantable de su padre, el...