Estaba completamente estirado sobre una de las almohadas de la princesa, disfrutando de una comodidad que nunca había experimentado antes. La suavidad del tejido me envolvía, y el ligero perfume a flores que impregnaba las sábanas contribuía a mantenerme en un estado de total relajación. Nunca había dormido tan bien en mi vida.
De repente, sentí un suave picoteo en mi costado. Abrí los ojos lentamente, aún aturdido por el sueño, y me encontré con Liux, mi fiel amigo y consejero, en su forma de ave, mirándome fijamente.
—Majestad, ¿qué está haciendo aquí? —, preguntó Liux, claramente desconcertado. —¿Y dónde está la princesa?
Aún medio dormido, intenté procesar sus palabras. Me estiré un poco más sobre la almohada antes de responder. —No lo sé, Liux... No lo sé... Pero te juro que nunca en mi vida he dormido tan cómodo como anoche.
Antes de que pudiera agregar algo más, la puerta de la habitación se abrió, y la princesa Lyriselle entró. Su expresión era una mezcla de sorpresa y confusión al vernos, dos aves, sobre su cama. Sus ojos se fijaron en mí primero, luego en Liux, y pude ver la pregunta formándose en su mente.
Liux, más rápido que un rayo, voló hacia la ventana abierta y desapareció antes de que la princesa pudiera reaccionar. Quedó mirando la ventana, evidentemente sin comprender qué acababa de suceder. Luego, se volvió hacia mí, y por un instante, la habitación quedó en silencio, interrumpido solo por el suave susurro del viento que entraba por la ventana.
—Buenos días, pequeño aurionis—, dijo la princesa con una voz suave mientras caminaba hacia la cama. Me observó con ternura, y para mi sorpresa, sacó un pequeño plato con comida y lo colocó junto a mí sobre la cama. —Aquí tienes un poco de fruta fresca. Sé que debes tener hambre.
La miré por un momento antes de acercarme al plato. La fruta cortada estaba dispuesta con cuidado, y no pude resistir la tentación de comerla. Mientras lo hacía, ella se sentó en la cama, observándome con una expresión curiosa.
—¿Qué haría un aurionis tan hermoso aquí, en mi reino? —, murmuró, más para sí misma que para mí. Sus preguntas parecían cargadas de genuina preocupación e interés, aunque obviamente no esperaba una respuesta verbal. —Nunca había visto uno tan de cerca... Y mucho menos uno tan grande y majestuoso.
Seguí comiendo mientras ella hablaba, pero de repente, sentí una extraña pesadez en mi cuerpo. Mi vista comenzó a nublarse, y apenas pude levantar la cabeza para mirarla antes de que mis ojos se cerraran y todo se volviera oscuro.
Cuando volví en mí, me encontré en el consultorio de la princesa, el mismo lugar donde había tratado mi ala por primera vez. Estaba recostado en una suave almohadilla, y a mi lado, la princesa estaba concentrada, terminando de vendar mi ala con una habilidad que solo podía venir de alguien con experiencia.
—Buenos días, pequeño aurionis—, dijo, notando que me había despertado. Su voz era suave y reconfortante, como si no hubiera absolutamente nada de qué preocuparse. —No te preocupes, solo te adormecí un poco para que no sintieras dolor mientras terminaba de curarte el ala. Ya casi está listo.
Me quedé quieto, observándola con curiosidad y un poco de desconfianza. A pesar de mi incomodidad inicial, había algo en su presencia que me hacía sentir seguro, aunque preferiría no estar en esta situación. La princesa trabajó con cuidado, asegurándose de que la venda estuviera perfectamente colocada, antes de dar un paso atrás y sonreírme.
Apenas terminó, me levanté e intenté sacarme la venda con el pico, pero ella rápidamente me detuvo, regañándome con un tono firme.
—¡No, no! No debes tocarla. Es para tu propio bien—, me advirtió, mirándome con seriedad. —Si te la quitas, no podrás sanar.
ESTÁS LEYENDO
La Princesa y el Vínculo Mágico ✔
FantasiEn el próspero reino de Nytheria, donde los bosques encantados se encuentran con el mar cristalino, la princesa Lyriselle vive una vida marcada por la amabilidad y la dedicación. Huérfana de madre y criada con el amor inquebrantable de su padre, el...