El sol de la tarde entraba suavemente por la ventana, iluminando mi aposento con una luz cálida y apacible. Estaba sentada en mi sillón favorito, mientras acariciaba el suave plumaje del aurionis, que me acompañaba en silencio. Desde que había aparecido en mi vida, se había convertido en una presencia constante, un ser en el que podía confiar, aunque él no hablara con palabras. Había algo en sus ojos, como si entendiera mis pensamientos más profundos.
—Hoy ha sido un día tranquilo —le dije al aurionis, mientras acariciaba su cabeza con suavidad—. Pero no puedo dejar de pensar en lo que pasará después. Con Nyx... con todo lo que está sucediendo.
El aurionis me observó, inclinando ligeramente la cabeza, como si intentara comprender lo que pasaba por mi mente. Su presencia siempre me brindaba calma, como si nada pudiera estar mal mientras él estuviera cerca.
De repente, la puerta de mis aposentos se abrió lentamente, y la familiar figura de Agatha apareció. Su sonrisa amplia ya me advertía que algo emocionante estaba a punto de suceder.
—Mi princesa, llegaron sus primos —anunció, su tono rebosante de alegría.
Mis ojos se abrieron de par en par. Hacía tanto tiempo que no los veía, y la idea de tenerlos aquí, en el palacio, me llenaba de emoción.
La emoción me invadía por completo. No podía recordar la última vez que había sentido tanta felicidad. Mis primos, aquellos con los que había compartido innumerables recuerdos en nuestra infancia, estaban aquí. No podía hacerlos esperar ni un segundo más.
—No puedo esperar más, Agatha —dije con una sonrisa radiante mientras me apresuraba hacia la puerta.
Agatha soltó una pequeña risa al verme tan emocionada, pero no dijo nada más. Mis pasos se aceleraron, y antes de darme cuenta, ya estaba corriendo por los pasillos del palacio. Mi vestido ondeaba con cada paso, pero no me importaba. Solo podía pensar en ellos: mi prima, tan cercana a mi edad, mi primo un poco menor que siempre me hacía reír, y la pequeña, esa dulce bebé con la que siempre había tenido un lazo especial.
El sonido de mis zapatos resonaba en el mármol mientras bajaba las escaleras a toda velocidad. Mi corazón latía con fuerza, pero no de nerviosismo, sino de pura felicidad. Sabía que encontraría a todos en el gran salón, y me imaginaba ya sus caras cuando me vieran entrar.
Cuando llegué al final de la escalera, doblé la esquina y, por fin, los vi. Allí estaban, de pie en el centro del gran salón, conversando entre ellos. Mi prima, siempre tan elegante, se giró primero, y cuando nuestros ojos se encontraron, su rostro se iluminó con la misma alegría que sentía yo.
—¡Lyriselle! —gritó ella con entusiasmo.
Sin pensarlo dos veces, corrí hacia ella y la abracé con fuerza. Ambas reímos mientras nos apretábamos una a la otra, como si no hubiera pasado el tiempo desde la última vez que nos vimos.
—Te he extrañado tanto —dije con una risa que apenas pude contener—. No sabes cuánto necesitaba verte.
—Y yo a ti —respondió ella, sus ojos brillando con la misma emoción que los míos—. Ha pasado demasiado tiempo.
Mi primo, siempre el más travieso, se acercó rápidamente para unirse al abrazo. Aunque era un poco más joven que nosotras, siempre había tenido un lugar especial en mi corazón.
—¿Acaso no hay un abrazo para mí también? —preguntó con una sonrisa pícara.
—¡Claro que sí! —respondí, soltando a mi prima para envolverlo en un abrazo igual de fuerte. Su risa me recordó a todas las veces que jugábamos juntos en los jardines de la casa de nuestra abuela.
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La Princesa y el Vínculo Mágico ✔
FantasíaEn el próspero reino de Nytheria, donde los bosques encantados se encuentran con el mar cristalino, la princesa Lyriselle vive una vida marcada por la amabilidad y la dedicación. Huérfana de madre y criada con el amor inquebrantable de su padre, el...