Cumpleaños

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Desperté con la sensación suave de algo cálido rozando mi mejilla. Poco a poco, mis ojos comenzaron a abrirse, y lo primero que vi fue el rostro de Nyx inclinado sobre mí, plantando pequeños besos en mi piel con esa ternura que había aprendido a conocer tan bien en este último mes.

—Buenos días, mi amor —susurró con su voz profunda, que siempre lograba calmarme—. Feliz cumpleaños.

Una sonrisa se formó en mis labios antes de que mis ojos se enfocaran del todo, y cuando por fin desperté por completo, noté que no estaba sola en la cama solo por él. Había algo más. Un delicioso aroma a chocolate y frutas llenaba la habitación, y cuando me senté, me di cuenta de que había una bandeja al lado de mi almohada.

Frente a mí, sobre la suave colcha, Nyx había preparado un desayuno que parecía sacado de mis sueños. Un plato de fresas cubiertas de chocolate, suculentas y brillantes, descansaba al centro de la bandeja. A un lado, un vaso de jugo de naranja recién exprimido relucía con su vibrante color, y junto a eso, una variedad de frutas cortadas, como melón, uvas, piña, y, por supuesto, mi favorita: una jugosa porción de sandía. Todo parecía cuidadosamente dispuesto, como si Nyx hubiera pensado en cada detalle.

—¿Te gusta? —preguntó él, mirándome con esos ojos brillantes que siempre parecían atentos a cada una de mis reacciones.

Me giré hacia él, aún sorprendida por el gesto, y asentí, sintiendo que mis mejillas se calentaban. Este último mes había sido diferente, nos habíamos acercado mucho más. No habíamos vuelto a cruzar esa línea desde aquella noche, pero no era necesario. Nyx se había convertido en una constante en mi vida, y ese amor y cercanía que compartíamos llenaban cualquier vacío. Sabía que estaba ahí para protegerme, para cuidarme, pero también para recordarme lo importante que era para él.

—Es perfecto, Nyx. Gracias. —Le respondí finalmente, antes de darle un beso suave en los labios, sintiendo que no podría pedir un mejor comienzo para este día.

Me recosté nuevamente entre sus brazos, disfrutando del calor de su cuerpo junto al mío mientras me ofrecía una fresa bañada en chocolate. Al probarla, el dulce sabor se mezcló con la textura suave, y cerré los ojos un momento para saborearlo por completo.

—¿Cómo logras siempre sorprenderme así? —dije, todavía sin entender cómo tenía esa habilidad de hacer todo tan especial.

Nyx soltó una risa ligera y apoyó la barbilla en la parte superior de mi cabeza.

—Digamos que es un talento natural. Pero hoy quiero que sea un día inolvidable para ti —susurró, acariciando mi espalda mientras me ofrecía más fruta.

Sentía que mi corazón latía más fuerte. Hoy no solo era mi cumpleaños, sino también un recordatorio de todo lo que había cambiado. La seguridad que encontraba en sus brazos, la cercanía que compartíamos y la promesa de un futuro juntos, todo parecía más tangible que nunca.

Pero en lo profundo, también sabía que pronto tendría que enfrentar la verdad sobre lo que había pasado entre nosotros.

Después de disfrutar de aquel desayuno preparado con tanto esmero por Nyx, me levanté de la cama sintiéndome ligera, casi flotando en una nube de felicidad. Me vestí para mi cumpleaños con un vestido suave, de tonos claros que me hacían sentir cómoda y radiante al mismo tiempo. Sabía que este día iba a ser especial, y no solo por los regalos o el cariño de quienes me rodeaban, sino porque significaba mucho para mí.

Cuando bajé al salón principal, donde la familia real solía reunirse, lo primero que noté fueron los colores vibrantes de los lazos que adornaban la sala. Cerca de la gran mesa rodeada de sofás, una montaña de regalos esperaba, envueltos en papeles brillantes que reflejaban la luz de las ventanas. Todo el espacio tenía un aire festivo, y el aroma de flores frescas llenaba la estancia.

La Princesa y el Vínculo Mágico ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora