—Bienvenidos, ciudadanos de este gran reino. Hoy no solo celebramos nuestra historia y el nacimiento de esta nación, sino también el futuro que juntos construiremos. En nombre de mi hija, la futura reina, y en el mío, el palacio abre hoy sus puertas para que todos puedan ser parte de esta celebración.
El entusiasmo de la multitud era palpable. Podía sentir la energía que llenaba el ambiente mientras mi padre terminaba su discurso y, con una ligera reverencia, indicaba que era momento de bajar y encontrarnos con nuestro pueblo. Mi corazón latía con fuerza. Por un momento, sentí el peso de lo que significaba ser la futura reina y la conexión profunda que compartía con mi gente.
Cassandra, mi padre y yo descendimos los escalones del palco real hacia el gran salón del palacio, donde la fiesta ya había comenzado. Los ciudadanos habían entrado, emocionados por la oportunidad de estar dentro de los muros del palacio, un lugar que para muchos solo existía en historias y leyendas. Me rodearon, saludándome con una mezcla de respeto y cariño, y yo les devolvía una sonrisa cálida, agradecida de estar entre ellos.
En el gran salón, varias doncellas ya bailaban al ritmo de la música. Vestidos coloridos giraban con gracia mientras ellas se movían, sus risas y alegría contagiando a todos a su alrededor. En una esquina, otras doncellas coqueteaban descaradamente con algunos de los soldados que custodiaban el evento. Era una escena festiva, una celebración del pueblo, libre de las formalidades a las que estaba acostumbrada en los banquetes de la corte.
Caminé junto a mi padre entre la multitud, intercambiando palabras amables con nuestros ciudadanos. La gente nos rodeaba con respeto, pero también con una cercanía que solo se daba en días como este, donde los muros invisibles entre la nobleza y el pueblo parecían desvanecerse, aunque fuera solo por unas horas.
Cassandra, como siempre, intentaba atraer la atención, forzando una sonrisa mientras trataba de mantener su posición a nuestro lado. Pero yo sabía que este día, más que nunca, era para mi pueblo. Mi mirada recorría el salón, observando cómo cada rincón del palacio cobraba vida con la presencia de aquellos que realmente importaban: nuestra gente.
La música resonaba por todo el salón, las risas y voces de la multitud llenaban el aire con una calidez que solo se sentía en días como este. Me encontraba de pie, observando a mi alrededor, cuando de repente un niño, claramente nervioso, se acercó a mí. Parecía dudar, sus manos temblaban ligeramente, pero sus ojos brillaban con valentía. No podía ser mucho mayor que yo, tal vez un par de años, y su ropa sencilla revelaba que era del pueblo.
—¿Te gustaría bailar? —preguntó, con la voz temblorosa.
Al principio, no supe qué responder. No era común que alguien como yo aceptara una invitación tan simple, especialmente de alguien sin títulos ni rango, pero había algo en su inocencia, en su atrevimiento, que me hizo sonreír.
—Claro —respondí, sorprendiendo no solo a él, sino también a mí misma.
Sus ojos se agrandaron, casi sin poder creer que había aceptado, y vi cómo sus mejillas se ruborizaban ligeramente mientras extendía su mano. Tomé la suya, más firme de lo que esperaba, y nos unimos a la pista de baile, donde la música se volvía más viva.
Bailamos una pieza simple, moviéndonos al ritmo de la música folclórica que tocaban los músicos en honor a la fiesta patria. No era nada complicado, pero era divertido. El niño, aunque tímido, comenzó a soltarse y me hizo reír con algunos pasos torpes pero encantadores. La sensación de normalidad, de simplemente ser una chica más disfrutando de la música, fue refrescante.
Cuando la pieza terminó, hice una pequeña reverencia hacia él y él se despidió con una sonrisa enorme, inclinándose torpemente como si acabara de cumplir el sueño de su vida. Me giré para regresar a mi lugar, sintiéndome ligera y divertida por la experiencia, pero justo cuando me di la vuelta, choqué de espaldas contra algo firme y sólido.
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La Princesa y el Vínculo Mágico ✔
FantasyEn el próspero reino de Nytheria, donde los bosques encantados se encuentran con el mar cristalino, la princesa Lyriselle vive una vida marcada por la amabilidad y la dedicación. Huérfana de madre y criada con el amor inquebrantable de su padre, el...