Nuevos Integrantes

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Había pasado poco más de una semana desde aquel día... el día en que intenté irme con mi madre. Mi padre había estado a mi lado desde entonces, más cercano que en muchos años, como si el miedo a perderme lo hubiera cambiado de alguna manera. Aún así, la cicatriz emocional seguía ahí, dolorosa y profunda, aunque disimulada por la rutina diaria.

Finalmente, llegó el día en que mi padre y yo convocamos al rey y al príncipe Jorem, el mismo príncipe al que tanto odiaba, la razón por la que todo esto había comenzado. No pude evitar que mi corazón se acelerara al recordar lo que se había discutido. El matrimonio forzado, la idea de estar atada a alguien que despreciaba... todo aquello me revolvía el estómago.

Nos reunimos en la gran sala del palacio, donde mi padre y el rey de Eldimor discutieron. La tensión era palpable, y yo observaba a Jorem desde la distancia, sus ojos fríos y calculadores siempre me producían un rechazo inmediato. No entendía cómo alguien podía siquiera proponer una alianza matrimonial con alguien tan arrogante.

El pleito entre ambos reyes fue inevitable. Mi padre, por primera vez en mucho tiempo, se levantó con firmeza en mi defensa. Verlo enfrentarse al rey de Eldimor fue algo que me sorprendió, pero también me llenó de alivio. Sabía que mi padre estaba dispuesto a todo para protegerme, aunque el precio fuera un conflicto mayor.

Las palabras entre ellos se volvieron cada vez más duras, y el ambiente se tensaba a cada momento. Intenté mantenerme al margen, sabiendo que no era mi lugar intervenir, pero mi padre siempre tenía una mirada dirigida hacia mí, como recordándome que lo hacía por mí.

El ambiente en la sala era tenso. Los dos reyes se miraban con dureza desde sus respectivos lugares. Mi padre, con los hombros erguidos y la voz firme, abrió la conversación.

—No pienso forzar a mi hija a un matrimonio que ella no desea —dijo mi padre con determinación, cruzando los brazos—. Lyriselle ha dejado clara su postura, y yo la apoyo. No la entregaré a Jorem.

El rey de Eldimor, un hombre severo y orgulloso, frunció el ceño ante la postura de mi padre.

—Tu hija no tiene el lujo de elegir —replicó el rey con frialdad—. El matrimonio fue acordado hace años, como parte de la alianza entre nuestros reinos. ¿Acaso piensas romper la paz que tantos años nos ha costado mantener?

—Si mantener la paz significa sacrificar la felicidad de mi hija, entonces esa paz no vale nada —respondió mi padre, clavando los ojos en el rey de Eldimor—. No es negociable. Lyriselle no será obligada a casarse con tu hijo, sea cual sea el acuerdo.

Jorem, quien estaba en silencio hasta ese momento, soltó una pequeña risa, claramente despectiva.

—Tu hija está siendo caprichosa, igual que su padre. No sabe lo que es mejor para ella —dijo Jorem con un tono arrogante, como si fuera una simple cuestión de control.

Mis manos se tensaron al escuchar sus palabras, pero me contuve. Mi padre, sin embargo, no lo dejó pasar.

—¡No te atrevas a hablar así de mi hija! —rugió mi padre, dando un paso hacia adelante, con los ojos encendidos de furia—. Es ella quien decide su futuro, no tú.

El rey de Eldimor levantó una mano, deteniendo a su hijo antes de que pudiera responder, pero su tono seguía siendo gélido.

—¿Qué propones, entonces? Si rompes el acuerdo, habrá consecuencias. No toleraré que mi reino sea humillado de esta manera.

Mi padre respiró hondo antes de responder, su tono manteniendo una calma tensa.

—Propongo que encontremos otra forma de mantener la paz. Si es una alianza lo que quieres, busquemos una alternativa. Pero no con mi hija. No con alguien que la desprecia.

La Princesa y el Vínculo Mágico ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora