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Briana y Samantha estaban completamente sonrojadas, el ambiente cargado de tensión. Intentando desviar la situación, Briana susurró nerviosa:

—No deberías decir esas cosas estando borracha, Sam...

Samantha, aún más decidida, negó con la cabeza, sus ojos fijos en los de Briana.
—Es la única manera en que me siento valiente para decir lo que realmente quiero. Lo he pensado tantas veces y solo así puedo sacarlo —admitió mientras se acercaba lentamente, sus palabras llenas de sinceridad.

Cada paso que daba hacia Briana la acercaba más y más, hasta que sus rostros estuvieron a pocos centímetros. Ambas se detuvieron por un segundo, el aire entre ellas parecía estar cargado de electricidad. Ninguna necesitó decir más, sus labios se unieron en un beso cargado de deseo.

El mundo a su alrededor dejó de existir. Sus mentes permanecían en blanco, enfocadas únicamente en el sentimiento que ese beso les transmitía. El anhelo que habían contenido durante meses, el amor que aún latía en lo profundo de sus corazones, el deseo que las consumía, la lujuria innegable, y una ternura que hacía de todo aquello algo más que simple pasión.

El beso no era solo un reencuentro físico; era el reconocimiento de lo que había sido y lo que aún existía entre ellas. Mientras sus manos se exploraban con más intensidad, sus respiraciones se entrecortaban, aumentando la intensidad de cada segundo. Sin darse cuenta, sus cuerpos se movieron por la habitación hasta que, de alguna manera, se encontraron en una de las habitaciones vacías que Rocío había mencionado anteriormente.

Las luces tenues del cuarto creaban una atmósfera íntima, y el sonido de la fiesta afuera parecía lejano, casi irreal. Ninguna de las dos habló, pero sus miradas decían más de lo que cualquier palabra podría expresar. La intensidad crecía, y sin pensar, Briana fue la primera en romper el silencio con una voz apenas audible:

—No puedo creer que esto esté pasando... —murmuró, su voz entrecortada.

Samantha la miró, sus dedos rozando suavemente la mejilla de Briana.
—Esto es real —dijo con firmeza—. Por primera vez en meses, me siento viva... contigo.

Briana tragó saliva, su corazón latiendo con fuerza.
—Yo también, pero... ¿y luego qué? —preguntó con un hilo de incertidumbre en su voz.

Samantha la miró profundamente, como si tratara de transmitirle todo lo que sentía a través de sus ojos.
—Luego... lo que decidas. No quiero forzarte a nada. Solo quiero que este momento sea nuestro, sin pensar en nada más.

Briana asintió lentamente, su cabeza llena de dudas, pero también llena de un deseo irrefrenable. Se inclinó hacia ella y la besó de nuevo, esta vez con más suavidad, como si ese beso fuera la respuesta a todas sus preguntas. Sentía la mezcla de lo prohibido y lo necesario, de lo que su corazón anhelaba y lo que su mente aún no podía entender del todo.

Samantha deslizó sus manos por la cintura de Briana, acercándola más, como si no pudiera soportar la distancia entre sus cuerpos. El ambiente en la habitación era cada vez más intenso, cargado de una energía palpable. No supieron en qué momento el beso se volvió más profundo, ni cuándo los botones del vestido de Briana empezaron a soltarse.

—¿Estás segura de esto? —preguntó Samantha, con la respiración entrecortada, mientras sus labios rozaban el cuello de Briana.

Briana, perdida en el torbellino de emociones, simplemente asintió, sus manos aferrándose al cabello de Samantha.
—Nunca estuve tan segura... —murmuró, su voz temblando por la emoción y el deseo.

Samantha la miró por un momento, como si quisiera grabar esa imagen en su memoria para siempre. El deseo y la ternura se mezclaban en sus ojos. De pronto, la puerta de la habitación se abrió de golpe.

—¡Ups! —Rocío apareció nuevamente, esta vez con una sonrisa aún más traviesa.
—Perdón, pero parece que no fui clara cuando dije que esta casa tenía cuartos vacíos, no necesariamente *este*.

Ambas chicas se sobresaltaron, el rubor en sus rostros ahora más intenso por la interrupción. Se miraron, avergonzadas, mientras Rocío reía suavemente.

—De verdad, chicas, son adorables. Pero si necesitan privacidad, les sugiero que cierren con llave la próxima vez.

Samantha y Briana intentaron disculparse, pero las palabras no salían. Rocío, aún sonriendo, simplemente se fue, cerrando la puerta tras de sí.

Después de un momento de silencio, ambas estallaron en una risa nerviosa. Briana, escondiendo su rostro entre sus manos, susurró:
—Esto es tan surreal...

Samantha, tomando su mano, la acercó a ella una vez más.
—No importa, Briana. Lo que importa es lo que nosotras sentimos.

Después de ese momento incómodo, ambas chicas se ajustaron la ropa y se dispusieron a salir de la habitación, todavía algo ruborizadas. Al integrarse de nuevo a la fiesta, Briana intentó relajarse y disfrutar de la noche, pero el constante zumbido de su teléfono no la dejaba en paz. Angie no paraba de llamarla. Cada vez que la pantalla se iluminaba con el nombre de Angie, Briana sentía un nudo en el estómago.

—¿Por qué no la bloqueas? —le preguntó Samantha con una mezcla de preocupación y molestia al ver la insistencia de las llamadas.

Briana suspiró, su frustración era evidente.
—No lo sé, Sam. Aún no me siento lista... No es tan fácil.

Samantha observó el teléfono vibrar una vez más en la mano de Briana. Esta vez, sin pensarlo dos veces, Samantha lo tomó antes de que Briana pudiera detenerla.

—¿Sam, qué haces? —preguntó Briana, algo alarmada.

—Voy a arreglar esto de una vez por todas —contestó Samantha, corriendo hacia el balcón con el teléfono en mano y cerrando la puerta detrás de ella con llave. Briana intentó seguirla, pero Samantha ya había contestado la llamada.

—¡Ya sabía que ibas a ceder! —la voz de Angie sonaba llena de arrogancia al otro lado de la línea—. Siempre lo haces, Briana. Porque sabes que soy la única persona que realmente te ama. ¿Cuánto más vas a aguantar sin hablarme?

Samantha apretó los dientes. Su enojo crecía con cada palabra de Angie. Con un tono frío y cargado de superioridad, contestó:

—No soy Briana, ¿Lo sabes cierto? —Angie se quedó en silencio, sorprendida—. Soy Samantha, la chica que acabas de destrozar con tus mentiras y manipulaciones. Y déjame aclararte algo... Briana no va a ceder. No contigo.

Angie trató de hablar, pero Samantha la interrumpió:
—De hecho, déjame decirte lo que pasó entre nosotras esta noche. Estuvimos juntas, muy juntas. Y créeme, no estamos hablando solo de abrazos. Briana me besó, y lo que iba a pasar después... bueno, creo que puedes imaginarlo, pero no lo terminamos porque alguien irrumpió en la habitación. —Samantha sonrió con malicia, asegurándose de que cada palabra se clavara como una daga—. Ella es mía, Angie. Y no hay nada que puedas hacer para cambiarlo.

Al otro lado de la línea, Angie comenzó a sollozar, su prepotencia se desvaneció al instante. Samantha no se detuvo ahí:

—¿Sabes lo peor de todo? Briana ha estado tan cerca de bloquearte tantas veces... y estoy segura de que después de esta noche lo hará. Porque ya no tiene espacio para alguien como tú en su vida.

Angie sollozaba más fuerte ahora. Samantha escuchaba la respiración entrecortada y el sonido de la desesperación en su voz. Finalmente, sin poder contenerse, Angie colgó la llamada.

Samantha suspiró profundamente, sintiendo una mezcla de satisfacción y alivio. Sabía que había sido cruel, pero Angie se lo había buscado. Briana necesitaba cerrar esa puerta de una vez por todas, y aunque había tomado la iniciativa sin consultarlo, estaba segura de que Briana se sentiría aliviada.

Abrió la puerta del balcón y vio a Briana parada frente a ella, preocupada.

—¿Qué le dijiste? —preguntó Briana, notando el teléfono en la mano de Samantha.

Samantha, con una sonrisa triunfante, le entregó el teléfono a Briana.
—Solo la verdad. Que ya no tiene lugar en tu vida, porque ahora estamos juntas.






☀️
PORFIN, alguien ya la puso en su lugar

OCULTO [Rivers & I] 2DA TEMPORADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora