XIV

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Las cosas entre Briana y Samantha no se habían resuelto del todo, pero algo había cambiado desde aquella noche de cumpleaños. Ahora, se permitían hablar con más frecuencia, compartir momentos y, sobre todo, volver a convivir como lo hacían antes de que la incertidumbre se instalara entre ellas. Las salidas se volvieron comunes; una caminata al parque, una tarde de café o una visita a la librería. Cada vez que estaban juntas, la conexión entre ellas parecía hacerse más fuerte.

Una noche, Briana propuso una pijamada en casa de los hermanos. Rocío y Ari se unieron sin pensarlo dos veces, y así, las cuatro amigas se encontraron en la sala, rodeadas de mantas y almohadas. La noche estaba llena de risas y comentarios sarcásticos, pero cada tanto, Rocío o Ari lanzaban una mirada significativa a Samantha y Briana, con una sonrisa cómplice.

—¿Saben que se ven demasiado lindas juntas, verdad?— dijo Ari, rompiendo la calma que había caído sobre ellas tras una ronda de historias de terror.

Briana se sonrojó ligeramente, pero no apartó la mirada de Samantha. Sus ojos se encontraron y, por un momento, pareció que el resto del mundo se desvanecía.

—Cállate, Ari— respondió Samantha con una risa nerviosa, tirándole un cojín que Ari esquivó con facilidad.

—¡Es cierto! Se ven adorables, casi como si fueran una pareja de película— agregó Rocío, sumándose a la broma.

Incluso Osvaldo, quien apenas se había asomado a la sala para buscar algo de comida, levantó una ceja con curiosidad antes de volver a su cueva.

—Oye, no me metas en tus chismes— se defendió Samantha, aunque la sonrisa en su rostro delataba que no le molestaban tanto esos comentarios.

La pijamada continuó con la misma energía juguetona, pero la tensión entre Samantha y Briana era palpable. Cada roce, cada mirada, parecía cargar con un significado que todas en la habitación notaban. Pero ninguna de las dos se atrevía a romper el hechizo, dejándose llevar por la comodidad de la noche y la compañía de las amigas.

Sin embargo, más allá de esas noches casuales, Samantha estaba decidida a llevar las cosas un paso más allá. Sabía que necesitaba dar lo mejor de sí para demostrarle a Briana que realmente quería que esto funcionara, que no era un simple juego. Así que, poco a poco, empezó a organizar citas formales, eligiendo cada lugar y cada actividad con la esperanza de que reflejara lo que realmente sentía.

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Primera Cita: La Noche en el Planetario

Samantha sabía que Briana amaba las estrellas. Había perdido la cuenta de cuántas veces Briana había mencionado su fascinación por las constelaciones y los mitos griegos asociados a ellas. Así que, para la primera cita oficial, decidió llevarla al planetario.

Llegaron al lugar justo a tiempo para una presentación sobre el cosmos. La sala estaba oscura, y mientras el techo se transformaba en un cielo nocturno lleno de estrellas, Samantha no pudo evitar mirar a Briana de reojo. Los ojos de Briana brillaban con una mezcla de asombro y felicidad, y en ese momento, Samantha supo que había hecho la elección correcta.

—Es hermoso, Sam— susurró Briana, usando por primera vez en mucho tiempo un apodo que solo sus amigos más cercanos usaban.

—Me alegra que te guste— respondió Samantha con una sonrisa suave.

Durante la presentación, sus manos rozaron más de una vez, y aunque ninguna de las dos dijo nada, el simple contacto les provocaba un torrente de emociones.

Al salir del planetario, decidieron caminar un poco por el parque que rodeaba el lugar. La noche estaba despejada, y el aire fresco les ofrecía una excusa perfecta para acercarse más.

OCULTO [Rivers & I] 2DA TEMPORADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora