CAPITULO-15

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Domenecio

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Domenecio.

Con mi espalda apoyada en el sillón de cuero de mi despacho miro los cuadros de las fotos a blanco y negro que están guindados en una de las paredes. Llevo el puro a mi boca dándole una calada, para después y seguidamente tomar un sorbo de mi whisky.

No puedo fumar, mucho menos beber licor, pero hace tres días que al rebelde de Angelo le dio por inventarse un autosecuestro, ¿Con qué fin?. No sé, pero tal cosa no ha traído nada bueno, solo derramamiento de sangre de todos los hombres del cartel del sur, «La gente del dragón rojo».

Angelo Rossi, siempre ha sido así, indomable, con un desenfreno sanguinario, utilizando primeramente la violencia ante la diplomacia, rompiendo todos los códigos y atrayendo muchos problemas con su autonomía.

«Tan parecido a mi en mis tiempos»

Que puedo decir, de tal palo está la astilla. 

Dejo el vaso de licor a un lado y tomo el marco de la foto donde salimos mi hermano Víctor y yo. Ambos abrazados, no mentiría al decir que a mí hermano lo quise mucho, pero en su momento la ambición y el hambre de poder me nubló la mente cuando quise obtener su lugar.

El deber ser era que yo debía tomar el mando de la organización cuando mi padre murió, pero al contrario de eso, colocaron en mi lugar a mi hermano mayor Víctor Rossi. Su falta de liderazgo y autonomía estaban poniendo nuestra familia en habladurías, no quiso cederme el trono a las buenas, y yo pues, lo tomé a las malas.

«A rey muerto, príncipe coronado»

Dejo el marco a un lado cuando Stefano se adentra a mi despacho sin tocar. Tumbo mi espalda hacia atrás otra vez y lo miro con seriedad.

Pasa cerrando la puerta y se tumba en uno de los sofás del lugar. Apoya sus brazos al respaldo del mueble y me mira con su mirada negra endemoniada. Sus pupilas están dilatadas producto del efecto de la heroína.

-Lo más seguro es que Angelo esté muerto. Si lo está. ¿Me cederás el mando a mi, supongo?

No ha hecho el amago de mover cielo y tierra por su hermano. Le conviene que Angelo aparezca, pero muerto.

No aparto mi mirada de la suya cuando llevo el cristal a mi boca.

Angelo y Stefano nunca han crecido con ese amor de hermanos, con nuestro tipo de vida es mejor no apegarse a nada y mucho menos amar, para que no duela cuando toque desprenderse de ese algo o alguien.

Angelo asumió el cargo del capo familiar cuando llegó de su entrenamiento de Pakistán. Fue él quien en compañía de mi consigliare y nuestros hombres hicieron justicia por su tío, buscando los que tuvieron la osadía de cumplir mi mandato. Claro está, hay secretos que deben mantenerse bajo llave, y eso será lo que lleve Angelo acuesta sobre sus hombros, fue el precio a pagar para asumir el cargo que en su momento tenía yo.

IL MIO ANGELO OSCURO (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora