IL MIO ANGELO OSCURO.
(Venganza Destructiva)
A los 15 años, Bianca Volkova fue testigo del brutal asesinato de sus padres a manos del don de la familia Rossi, una poderosa mafia italiana. Devastada y sola, huye a Rusia, donde se sumerge en un mundo...
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Angelo
Miro el agarre de manos entre el ruso Akin y Naomi, este se inclina dejándole un beso en el dorso y no deja de verle los ojos.
«No se inmuta ante su mirada como lo hacen todas las personas que la miran por primera vez»
-Basta de presentaciones-Demando con severidad.
Me yergo cuando el hombre se endereza y fija su atención en mi.
-Sentémonos-Hace un ademán con la mano guiándonos hacia la mesa.
Poso una mano en la espalda baja de Naomi y la hago caminar con sutileza. La estancia fue reservada solo para nosotros, pedí que fuese en el ala de campo abierto. Las farolas decorativas iluminan la estancia, la brisa nos da calidez y veo hombres vestidos de negro a cada esquina de la sala (los escoltas del ruso)
Le jalo una silla a Naomi para que tome asiento y después hago yo lo mismo a su lado.
-Disculpe el atrevimiento-Dice el ruso-Pero tiene usted una bella y enigmática mujer con ojos cautivadores.
-Lo sé-Respondo con desdén y no le aparto la mirada.
-¿No la vende?-Lo dice en un tono bromista, pero yo lo miro con seriedad.
-Naomi. ¿Te crees una puta o un objeto que pueda estar a la venta?-Le pregunto sin apartarle la mirada al ruso.
-No, mi ángel-Responde a mi lado.
Cruza sus piernas colocando un brazo alrededor de mis hombros, acercándose a mí, y yo poso una mano en su muslo descubierto.
-¿Crees que debes matarlo solo por insinuar tal cosa?-Le insinúo acariciando sus piernas.
El ruso fija su atención en ella cuando habla.
-Tal vez, mi ángel. Así le demuestro que no soy una puta, ni un objeto, si no una asesina a sangre fría.
El hombre le regala una sonrisa arqueada.
-Ya la escuchó, Akin-Nos miramos-Ella no es un objeto para estar en venta.
-Todo en la vida tiene un precio, capo.
-Todo tiene un precio en la vida, pero ella no, Boss.
Casi al instante llega un mesero y llena unas copas con licor espumante. No tomo la bebida, pues si la botella no se abre frente a mi, no me doy ni el tupé de tomar el cristal.
No mentiré que me desconcertó un poco cuando recibí su invitación para esta reunión. Pensé en declinarla, pero ya después no lo hice.
-Con confianza-El ruso toma su cristal dándole un sorbo-No pretendo matarlo. No seré yo quien le quite el placer a los que realmente quieren hacerlo.
