life becomes unfair ꩟

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Riki tenía 5 años pero, el era muy diferente a los demás niños. El lo sabía, sus padres lo sabían, todos sabían que había algo mal con él.

Desde muy pequeño, Heeseung empezó a criarlo a su manera. Le hacía leer libros un poco fuertes para su corta edad además de tratarlo como si fuera un militar o similar. Si no fuera por Jaeyoon, no conocería que es el amor, ni los abrazos, ni las risas.

Podía decir que Heeseung era arisco, antisocial, brusco, amargado, indócil, malhumorado etc. Nunca lo trató con cariño, tampoco lo ha visto sonreír. Parece un ser incapaz de sentir felicidad, amor, tristeza o miedo; y eso era lo que Heeseung quería en lo que se convirtiera. Alguien sin corazón.

Le decía todo el tiempo que se quedaría con todo, con todo su imperio. Ya tenía su vida hecha pero, ¿Qué pasaba si le decía a su padre que deseaba volverse en el mejor bailarín de Corea? Seguramente le diría que deje sus sueños estúpidos y se centre en sus estudios, seguía siendo un niño de 5 años que era tratado como alguien de 15.

Era un niño de 5 años apenas.

Ah, pero cuanto amaba ir corriendo a los brazos de su papá Jaeyoon cuando terminaba de estudiar y jugar con el, como amaba hacer galletas a su lado, como amaba jugar con Layla en ese jardín gigante. Su vida no era tan mala si tenía a su lado a su papá, su papá era como una mamá oso que lo protegia de Heeseung y le tapaba los oídos cuando el pelinegro quería hablar de cosas muy fuertes para la edad del pequeño. Y si le metía cosas en la cabeza, el se encargaba de sacarlas una por una usando las mentiras blancas; aunque todo era la verdad. Riki no estaba preparado todavía para saber esas cosas tan duras, grotescas, violentas y vulgares.

Podía notar como los ojos marrones de Jaeyoon se tenían de desprecio al ver a Heeseung pasar y como los del pelinegro reflejaban diversión. Parecía disfrutar de algo que todavía no descifraba que era ¿Qué era eso que le divertía tanto al ver a Jaeyoon? Nunca compartían conversaciones largas a menos de que Heeseung las empezara, casi nunca cruzaban miradas, no mostraban afecto. Parecía no haber amor ni felicidad, empezaba a creer que todo eso se acabó cuando nació.

¿Sus padres eran felices antes de tenerlo? ¿El dañó su relación?

En las tardes que le recitaba poemas a su padre para probar que leía excelente, siempre hablaban del amor pero el no tenía idea de que era eso.

Amor, ¿Qué es?

¿Es el acto de tomarse de las manos en el parque y caminar? ¿Cuando se besaban? ¿Qué es verdaderamente? Era algo que nunca podría ser capaz de ver en sus padres o en el lugar en el que vivía, era una emoción desconocida. Lastimosamente, no podía ir más allá de las novelas y libros de texto en las que retrataban el amor como algo lleno de pasión, deseo y lujuria pero que también podía ser tierno, inocente y puro.

Estaba confundido.

¿Acaso era eso lo que veía en los ojos de su papá al arroparlo y darle un beso en la frente cuando se iba a dormir?

En fin, algún día iba a saber que era exactamente y cuán maravilloso era.

- Aquí estás Riki -balbuceó cansado, había estado buscando a su castaño en cada pequeño rincón de la mansión- ¿Qué pasa? Te veo pensativo mi niño -acarició con cariño sus mejillas abultadas mientras le sonreía.

- No es nada papá -negó borrando su expresión pensativa y cambiandola por una sonriente- Me preocupa la clase de mañana -hizo una mueca lastimera.

- Ah, Riki no te preocupes por eso. Eres un niño muy inteligente, dudo que no puedas entender la clase de mañana -le dió un pequeño golpecito en su brazo, en un intento de animarlo.

El niño sonrió y extendió sus cortos bracitos en señal de que quería darle un abrazo a su padre, señal que este entendió rápidamente y le dió un fuerte estrujón al pequeño cuerpecito de su hijo entre risas.

Sin duda alguna, ese era el amor más puro que había. El del rubio hacia su hijo, cada vez que veía su sonrisa decía que había valido cada sacrificio o sufrimiento que tuvo en el pasado para que hoy, pudiera oir su risita, abrazarlo y poder jugar con el.

Valía la pena luchar por Riki, podía perderlo todo menos a Riki. Podía morir si no veía a su hijo, era lo más preciado que tenía en este momento la única luz de su vida.

Pero alguien no está muy conforme con la felicidad de Jaeyoon.

- Heeseung, esto no está bien -suspiró una peliazul frotándose la cien con sus dedos- ¿Por qué quieres hacerle esto a tu familia? -hizo énfasis en la última palabra

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- Heeseung, esto no está bien -suspiró una peliazul frotándose la cien con sus dedos- ¿Por qué quieres hacerle esto a tu familia? -hizo énfasis en la última palabra.

- No puedo soportar verlo sonreír ni oír su estúpida risa. Su motivo de felicidad no soy yo ¿Sabes lo que se siente que me vea con odio? -rió sin gracia antes de seguir- Fui malo con el y lo admito, mi "amor" por el no es más que una obsesión, un capricho; lo empujé a vivir cosas que el no quería solamente por mi capricho -su vista se dirigió al suelo, la cerámica reflejando algunos objetos- Después de tanto, necesito hacer esto -concluyó creyendo que eso era una buena excusa para tapar sus verdaderas intenciones.

Su psicóloga, Huh Yunjin, lo miró sin saber como responderle. Su paciente tenía serios trastornos que no habían sido tratados, aparte de encontrar satisfacción en pisotear e hacer sufrir a la gente. Estaba dándole terapia a un verdadero sociópata con trastorno límite de personalidad y muchas cosas más, se le estaba saliendo de las manos.

Lo que Heeseung le relataba en algunas de sus sesiones la dejaba sin habla. Daba explicaciones explícitamente detalladas de todo lo que hacía, algunas le daban arcadas de lo asqueroso que eran o podía llegar a empatizar con Heeseung.

Quien es una persona carente de empatía que nunca se preocuparía por alguien más que no sea el.

- ¿La dejé sin palabras de nuevo? -preguntó mirando con una sonrisa altanera- Todo empezó cuando en mi adolescencia; estaba empezando en este negocio de hecho, lo ví pasar con su uniforme de secundaria. Supe desde ese momento que quería verlo llorar, rogar, humillarse, destruirse y entre muchas cosas más, se volvió el protagonista de mis más oscuros deseos desde esa primera vez sin que el lo supiera. Oh dios, esperé tantos años para por fin tenerlo -relató con una voz dramática- Pero, cuando al fin lo tuve. Me di cuenta de que fue un capricho, y eventualmente me aburrí pero para darle más emoción a mi vida hice un plan que consis... -la peliazul intervino.

- Tu tiempo ha terminado Heeseung -informó- No olvides tomar tus pastillas -lo despidió con una sonrisa falsa.

Ni su propia psicóloga era capaz de aguantarlo.

𝗠𝗶𝗻𝗲 - 𝗵𝗲𝗲𝗷𝗮𝗸𝗲 ׄ  ⪦̮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora