SUEÑO*

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Era una madrugada de mayo, estaba lloviendo cuando desperté, recordé con gran detalle mi sueño. Sobre una guerra entre militares y una tribu pagana.

Recuerdo que la tribu tenía pintada la cara con puntos y líneas de color naranja y azules haciendo interesantes tribales en el rostro, también tenían lo que parecían ser amuletos que adornaban su cabello.

Antes del enfrentamiento yo estaba en su aldea, por alguna razón que no recuerdo. Mientras caminamos por los senderos rocosos junto a alguien, quien parecía ser una persona mayor, me contaba un poco de la historia de aquel lugar.

Entramos a una cueva donde estaban unas mesas, como de concreto, largas y desaliñadas, en ellas, había como en un museo, diferentes tipos de lo que parecían ser cuchillos, machetes, apuntadores y una variedad de armas perfectamente mecánicas, diseñadas con puntas afiladas, al observar a detalle, se apreciaba que estaban hechas de huesos, si, todas las armas contenían huesos humanos, muy bien lijados y estructurados, de forma tan meticulosa y artística, que se apreciaba un perfecto templo.

Cuando mire hacia arriba estaban colgando del techo más huesos, pero estos parecían todos puntas planas que con el viento chocaban entre sí y hacían un agradable sonido, como sonajeros de viento, un sonido suave y sutil que relajo mi mente. También había una solitaria y tranquila laguna entre rocas secas, esa vista me produjo algún tipo de melancolía.

Voltee a ver a la persona que me acompañaba. Tenía unos 70 años, pero se veía fuerte, de tez morena, algo llamó mi atención, sus ojos estaban tristes, unos ojos grises azulados y cristalinos.

Me contó que todas las estructuras, eran una ofrenda y a su vez un luto, dedicado a sus seres queridos que habían muerto en la última guerra.

*ya sabes que los sueños son en cierta parte extraños*

En mi sueño ellos viajaban a nuestra civilización, no sé si en el tiempo, pero llegaban por medio de un lugar como el siguiente; entre hectáreas de milpas y pastizales, había una diagonal en forma de una solitaria carretera. En algún punto cerca de la carretera. Había un viejo pozo de agua, de esos de metal oxidado, cerca del pozo, pero del otro lado de la carretera, entre los maizales, se escondía un cenote de agua que se me figuró muy oscuro, ellos; los de la tribu pagana, llegaban a través del cenote, en algo que podrían parecer canoas, pero estas tenían una terminación esférica con ramas de árboles secas

Cuando llegaron, salieron a través del cenote. Parecía como si se hubiera acordado un encuentro entre personas de nuestra sociedad y la tribu pagana, yo me encontraba ahí entre la multitud.

Se encontraban de frente a nosotros, como a punto de decir una palabra y justo antes de que alguien pudiera mencionara algo, comenzaron a salir de entre las milpas, como si hubieran estado camuflados todo el tiempo, una emboscada de militares. Esposando a los civiles y yendo directamente hacia la tribu. Los cuales se dirigieron a sus canoas, entre el alboroto yo me fui con ellos y atravesamos el cenote en absoluta oscuridad escuchando solamente el ruido que hacía el agua al pasar las canoas. Cuando llegamos a la aldea, todos comenzaron a tomar las armas que hasta ese momento solo parecían adornos tribales, hermosos y perfectos adornos tribales. Era muy claro lo que estaban a punto de hacer. Cuando estuvieron listos para volver, antes de subir a las canoas, se miraron entre todos. Creo que tenían miedo, pero estaban seguros.

El señor de la mirada gris azulada y triste, se dirigió a todos.

-Han venido una vez más, pero esta vez, ya no estamos deprimidos. - miro a todos poco a poco conforme fueron subiendo a las canoas, entonces volvimos a través del cenote, cuando llegamos al otro lado, ya no había civiles, solo estaban un grupo de militares perfectamente formados en tres, en su famosa posición de descanso.
Ellos, los de la tribu, no hicieron nada por llamar su atención, cargaron sus armas, y de pronto vi, lo que se me figuro una lluvia de puntas, meticulosamente afiladas, seguido de una segunda lluvia de cuchillos y puntas que alguna vez fueron huesos humanos, los mire disparados en el aire. Cómo suspendidos.

Desperté, esta vez no tenía miedo sino curiosidad, un escalofrío caliente recorrió mi cuerpo. Mientras me percate de la sombra de la lluvia en la pared, que se resbalaba por la ventana como las faldas de un río.

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