Capítulo 14: «La fiesta»

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La fiesta continuaba en pleno apogeo. Los chicos estaban felices, y Sungmin, a pesar de la inquietud que sentía, decidió entregarse por completo al momento. Después de haber pasado tanto tiempo entrenando, planificando y viviendo bajo la sombra de su destino, se merecía una noche de alegría y desconexión.

Así que decidió dejar de lado las señales extrañas que había sentido y volver a centrarse en lo que tenía enfrente: sus amigos, los siete chicos que se habían convertido en su familia, y la celebración de su cumpleaños. Jimin la arrastró de nuevo a la pista de baile, bromeando sobre sus torpes movimientos, mientras Jungkook y Taehyung competían por ver quién lograba hacer el paso de baile más impresionante.

Hoseok, siempre sonriente, grababa todo con su teléfono, capturando momentos divertidos para la posteridad. Por su parte, Yoongi y Jin se habían apartado un poco, observando desde la distancia, pero aún disfrutaban de la atmósfera de la fiesta.

Namjoon, aunque participaba, seguía con la mente ocupada. No podía dejar de observar a Sungmin. Notaba los pequeños cambios en su comportamiento: el modo en que de vez en cuando su mirada se perdía o cómo su sonrisa parecía, en ciertos momentos, un poco forzada. Había algo que ella no estaba diciendo, y aunque él quería que disfrutara de su noche, no podía ignorar la sensación de que algo estaba mal.

Al llegar el momento del pastel, la emoción en la sala era palpable. Jin y Hoseok, siempre atentos a los detalles, habían trabajado juntos para hacer un pastel grande y colorido, lleno de detalles que sabían que le encantarían a Sungmin. Velas brillantes decoraban la parte superior, y los chicos se reunieron a su alrededor, cantando “Feliz cumpleaños” con entusiasmo.

Sungmin sonreía ampliamente, agradecida por el esfuerzo que todos habían puesto en la fiesta. Cuando llegó el momento de soplar las velas, cerró los ojos y pidió un deseo. Pero, en ese instante, lo sintió de nuevo: una punzada en el pecho, un extraño malestar que no había sentido nunca antes de esa noche. Su corazón latía con fuerza, y una imagen fugaz cruzó por su mente. Era el mismo símbolo que había visto en el jardín: Un círculo rodeado de marcas. Aunque no entendía lo que significaba, sabía que estaba relacionado con su destino.

Pero Sungmin no dejó que esa sensación la detuviera. Tomó aire y, a pesar del malestar, sopló las velas. Los chicos aplaudieron y vitorearon, y por un breve momento, Sungmin se permitió olvidar sus preocupaciones y disfrutar del cariño que le rodeaba.

—¡Bravo! —exclamó Taehyung, abrazándola por detrás. —¿Qué pediste?

—No puedo decírtelo o no se cumplirá. —respondió Sungmin con una sonrisa traviesa, aunque su mente seguía revolviéndose por dentro.

Después del pastel, la fiesta continuó con bromas y conversaciones animadas. Jungkook y Taehyung siguieron mostrando sus habilidades de baile, mientras Jin y Hoseok comenzaron a repartir rebanadas del pastel a todos. Sungmin intentaba mantenerse centrada en el momento, pero no podía sacudirse la sensación de que algo más grande estaba por llegar. A cada minuto que pasaba, su corazón latía más rápido y el símbolo en su mente aparecía con mayor frecuencia.

Eventualmente, sintió que necesitaba un respiro. Se disculpó y salió al jardín, donde el aire nocturno la recibió con una calma refrescante. El cielo estaba despejado, lleno de estrellas, y Sungmin se quedó mirando hacia arriba, como si las estrellas pudieran darle respuestas. ¿Qué era lo que estaba sintiendo? ¿Por qué su cumpleaños se sentía tan diferente, tan lleno de presagios?

De repente, una ola de energía recorrió su cuerpo, más fuerte que la anterior. Tuvo que apoyarse en una de las sillas del jardín para no perder el equilibrio. Cerró los ojos, y nuevamente vio el símbolo. Pero esta vez, fue más claro, como si estuviera grabado en el aire ante ella. Era un círculo perfecto, rodeado de extrañas marcas que brillaban en tonos dorados y plateados. A medida que lo observaba en su mente, sintió que el símbolo tenía algún tipo de conexión con ella, como si formara parte de su identidad.

—Sungmin… —La voz de Namjoon la sacó de su trance.

Abrió los ojos rápidamente y lo vio acercarse con una mirada preocupada.

—¿Estás bien? —preguntó, acercándose más.

—Sí, solo… necesitaba un poco de aire. —dijo Sungmin, intentando sonar despreocupada.

Namjoon, sin embargo, no estaba convencido. La conocía demasiado bien como para no notar que algo la inquietaba. Él se acercó más, cruzando los brazos, como si intentara protegerla de lo que fuera que la estaba afectando.

—No parece que estés bien. —dijo en voz baja. —Si hay algo que quieras contarme, puedes hacerlo.

Sungmin lo miró, dudando. Sabía que Namjoon estaba allí para ella, que se preocupaba profundamente, pero también sabía que él ya tenía muchas cargas sobre sus hombros. No quería añadirle una más. Además, aún no entendía completamente lo que estaba ocurriendo, y no quería alarmar a nadie hasta que tuviera algo más claro.

—Estoy bien, de verdad. —insistió, sonriendo para tranquilizarlo. —Solo fue un pequeño mareo, probablemente por tanta emoción, no te preocupes.

Namjoon la miró fijamente, pero finalmente asintió, aunque seguía con la preocupación reflejada en sus ojos.

—Está bien, pero si necesitas hablar, sabes que estoy aquí. —dijo, dejando claro que no creía del todo en su excusa, pero que respetaba su espacio.

Sungmin asintió, agradecida por su apoyo, pero todavía sintiendo esa presión creciente en su pecho. Decidió que no era el momento para preocuparse más, al menos no esa noche. Se enderezó y juntos regresaron a la fiesta.

Dentro de la casa, todo parecía seguir con normalidad. Los chicos seguían disfrutando del pastel, riendo y bromeando entre ellos. Sungmin se unió a ellos, aunque con la sensación persistente de que algo grande estaba a punto de ocurrir.

Horas más tarde, cuando la fiesta comenzó a calmarse y todos empezaron a dispersarse, Sungmin fue la última en quedarse despierta. Se sentó sola en la sala, mirando el pastel ya casi acabado y las decoraciones que aún colgaban en las paredes. Sus pensamientos estaban llenos de preguntas: ¿Qué significaba ese símbolo? ¿Por qué aparecía ahora, justo en su cumpleaños? ¿Tenía algo que ver con su destino, con esa “conexión” con los siete chicos que ella no podía explicar del todo?

Mientras Sungmin se sumergía en sus pensamientos, una última ola de energía la recorrió, esta vez mucho más fuerte. El símbolo apareció ante sus ojos, más brillante que nunca, y esta vez, lo escuchó claramente: Una voz suave, pero firme, que susurraba su nombre. Era como si el universo mismo la llamara, recordándole que su destino estaba cerca, y que no podía escapar de él.

Se levantó de golpe, su respiración agitada. Sabía que lo que fuera que estaba por venir no podía ser ignorado por más tiempo. Y aunque no entendía completamente lo que significaba, estaba segura de una cosa: El cumpleaños número 18 marcaba el inicio de algo mucho más grande de lo que ella había imaginado.

Blood Heirs [K.NJ][Book #1] [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora