No termino (+18) Minjoong

Cap. 36

Sin pensarlo dos veces, comenzó a correr nuevamente entre la multitud, esquivando cuerpos y tratando de no empujar a nadie. Bajó las escaleras lo más rápido que pudo y llegó a la sala de espera donde Mingi estaba sentado, su mirada se movía frenéticamente por el lugar, ansioso por encontrarlo entre la multitud.

Finalmente lo vio: Mingi parecía agotado y frustrado, a sus pies había una maleta abierta mientras revisaba algo en su teléfono. De repente, pasó una mano por su cara como si intentara despejar sus pensamientos y alzó la mirada hacia las pantallas electrónicas que titilaban con información confusa, fue entonces cuando sus ojos se encontraron con los de Hong.

El mundo pareció detenerse por un instante; todo el ruido del aeropuerto se desvaneció mientras ambos se miraban fijamente. En ese momento cargado de emociones encontradas —de alivio, desesperación y anhelo— todo lo que había estado sucediendo a su alrededor se volvió irrelevante. Lo único que importaba era que estaban ahí, uno frente al otro.

El cuerpo de Mingi se tensó, una corriente de emociones lo recorrió al levantarse de su asiento. En contraste, Hong permanecía inmóvil, como si el mundo a su alrededor hubiera perdido su color, su corazón gritaba por correr hacia Mingi, abrazarlo con fuerza y no soltarlo nunca más, pero sus pies estaban anclados al suelo.

Mingi avanzó entre la multitud, dando pasos que eran a la vez lentos y apresurados, cada movimiento le costaba más de lo que debería; chocaba con las personas que se cruzaban en su camino, cada "permiso" que salía de sus labios se perdía en el bullicio del aeropuerto, su voz era un susurro ahogado por el ruido, pero su necesidad de llegar a Hong era más fuerte que cualquier obstáculo.

Finalmente, llegó a una sección donde la gente parecía menos abrumadora, allí, entre las sombras de la desesperación y la confusión del lugar, vio a Hong todavía parado en el mismo sitio, como una estatua de dolor. Mingi sintió cómo su pecho se apretaba al ver esa imagen: Hong empapado, con el rostro pálido y los ojos llenos de lágrimas contenida, sin pensarlo dos veces, comenzó a caminar más rápido, cada paso acercándolo a su destino.

Cuando la distancia entre ellos se redujo lo suficiente, Mingi dejó atrás cualquier duda y echó a correr, el tumulto a su alrededor se desvaneció mientras su único pensamiento era llegar a Hong, después de unos segundos que parecieron eternos, se detuvo frente a él.

—Hong... ¿qué haces aquí? Estás empapado... —preguntó Mingi con preocupación en sus ojos, pero antes de que pudiera decir más, Hong rompió en llanto.

Las lágrimas brotaron como un torrente incontrolable; todo lo que había estado reprimiendo finalmente estalló en un mar de emociones. Mingi sintió cómo su corazón se desgarraba al ver a Hong así, sin pensarlo, alzó sus manos y con los pulgares limpió suavemente las lágrimas que corrían por las mejillas de Hong.

—No llores... por favor —susurró Mingi con dulzura—

Las palabras fueron un bálsamo para el alma herida de Hong, pero no podían borrar la tristeza que lo envolvía. La angustia y la frustración habían estado acumulándose dentro de él durante tanto tiempo; ahora todo salía a la superficie.

—No sé qué hacer... —sollozó Hong entre lágrimas—. Todo está mal... no sé cómo seguir...

Mingi no pudo contener más sus sentimientos, con un impulso casi desesperado, se lanzó hacia Hong y lo abrazó con una fuerza abrumadora. Era un abrazo torpe, desbordante de emoción, como si en ese momento quisiera aferrarse a la vida misma. —Perdóname, Hong...— murmuró entre sollozos, las lágrimas brotando de sus ojos, su voz temblaba, cargada de una tristeza profunda que parecía atravesar el aire.

Hong, por su parte, se entregó al abrazo con una intensidad que revelaba su propio dolor, su rostro se hundía en el pecho de Mingi, buscando refugio en el calor humano que emanaba de él —Por favor, no te vayas... —suplicaba, mientras las palabras se entrelazaban con su llanto silencioso.