No termino (+18) Minjoong

Cap.- 38

Al salir de aquel cuarto, mis piernas temblaban como si estuvieran hechas de gelatina, inestables y temerosas de dar un paso más. Desde el momento en que JinYoung me reveló la traición de Jayb, supe que debía comprobarlo por mí mismo. Sin embargo, jamás imaginé que lo descubriría de esta manera, enfrentando la cruda realidad que se había desvelado ante mí.

Decidí no molestar a nadie con mi tormento, así que caminé por unas cuadras, sintiendo cada paso como un eco de mi desconsuelo. El aire frío de la tarde me envolvía, pero no lograba apaciguar la tempestad que rugía en mi interior. Al llegar a la calle principal, tomé un taxi que me llevara a casa; el trayecto se sentía interminable, cada semáforo en rojo era un recordatorio de lo que había dejado atrás.

Mientras miraba por la ventana del taxi, las luces de la ciudad parpadeaban como si quisieran distraerme de mis pensamientos oscuros. Pero, no podía evitar notar cómo los titulares sobre la boda de Jayb con aquella mujer aparecían en todas partes. Era una noticia de última hora que se repetía en las pantallas y en las conversaciones a mi alrededor.

El coraje y la tristeza burbujeaban dentro de mí, pero curiosamente, no eran tan intensos como aquella última vez que había experimentado una decepción amorosa. Esa vez había sido un abismo profundo y oscuro, mientras que ahora me sentía más como si estuviera atrapado en una tormenta temporal: agitado y desorientado, pero con la esperanza de que eventualmente pasaría. La confusión y el dolor se mezclaban con una resolución creciente; sabía que debía encontrar la manera de salir adelante, incluso si ahora mismo todo parecía desmoronarse a mi alrededor.

A medida que los días y semanas pasaron, Jayb se había dedicado a desgastar poco a poco el amor que Hong sentía por él. Cada palabra hiriente y cada acción desconsiderada se sumaban como piedras en un camino que antes había sido de flores, con el tiempo, lo que había sido un profundo afecto se transformó en resentimiento, dejando a Hong con el corazón pesado y la mirada llena de decepción.

—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó Hong, su voz temblorosa entre la sorpresa y la incomodidad—. ¿Puedes soltarme?

Intentó liberarse del abrazo de Mingi, pero este parecía no escucharle, como si estuviera en otro mundo.

—Mi madre va a vernos y no quiero que te vea —agregó, su tono ahora lleno de urgencia.

Mingi lo miró —Entonces ven conmigo —dijo, tomando suavemente la mano de Hong.

A pesar de su resistencia, Hong caminó con paso pesado, arrastrando los pies mientras Mingi lo guiaba, lo condujo hasta su camioneta, estacionada cuatro locales antes de la pastelería.

Al llegar, Mingi abrió la puerta del copiloto con un gesto decidido y ayudó a Hong a subir al vehículo, la familiaridad del auto contrastaba con la tensión en el aire, una vez dentro, Mingi subió también y cerró la puerta detrás de él.

Mingi encendió el motor de la camioneta, el sonido del motor resonando en el aire tranquilo de la tarde. Mientras giraba la llave, sintió nervios como si este viaje pudiera ser un nuevo comienzo o un final definitivo. La carretera se extendía ante ellos, pero antes de que pudieran avanzar, el teléfono de Hong comenzó a vibrar sobre el tablero.

La pantalla iluminó el interior del vehículo, mostrando el nombre de Woo en letras grandes. Hong, con una expresión de incomodidad, desvió la llamada con un gesto rápido, como si la simple mención del nombre pudiera desatar una tormenta de emociones que no estaba listo para enfrentar. Sin embargo, segundos después, el nombre volvió a aparecer en la pantalla, persistente.

—¿No vas a responder? —preguntó Mingi, rompiendo el silencio tenso que se había apoderado del auto.

Hong simplemente negó con la cabeza, sus ojos fijos en la carretera que se extendía ante ellos. Había algo en su mirada que hablaba de una lucha interna; estaba atrapado entre el deseo de huir de su pasado y la necesidad de enfrentar lo que estaba sucediendo.