Madeline es silencio, inseguridad y sueños escondidos en una libreta.
Victoria es luz, fama, y aunque todos la ven... muy pocos realmente la conocen.
Ambas buscan algo que se sienta real.
Un choque.
Una mirada.
Una conexión inevitable.
No fue casua...
Entré al baño, cerrando la puerta tras de mí, me acerqué al espejo. Primero me lave la cara, sintiendo cómo el agua fría me refrescaba y despejaba la mente. Después con cuidado me quité el pupilente verde, guardándolo en su estuche, antes de cerrar los ojos por un momento, disfrutando de la sensación de libertad en mi mirada.
Con la piel fresca y limpia, me dirigí hacia el tocador para maquillarme.
Decidí hacerme algo sencillo, asi que hice un maquillaje que resaltara mis ojos, opté por hacerme un cat eye, resaltando el color de mis ojos. Después, me puse un poco de rubor y bronzer, terminé con mi lip combo de confianza que queda con todo.
Una vez ya acabe con el maquillaje, empecé con el pelo. Puse la música un poco más alta, dejando que el ritmo me acompañara mientras pasaba la plancha por mi cabello. Me hice unas ondas suaves, pero con volumen para no perder la naturalidad. Al mirar el reloj me di cuenta de que ya casi era la hora de que Vicky llegara, así que rápidamente me dirigí al armario, abriéndolo mientras buscaba el look perfecto para la noche. Mis ojos recorrieron las prendas, hasta que algo me llamó la atención: un vestido negro, con detalles en rojo, que nunca había usado. Era sencillo pero elegante.
Mi mirada se dirigió al cajón donde se encontraba mi ropa interior y con una sonrisa traviesa lo abrí buscando ciertas prendas para después ponerme el vestido con facilidad, ajustándolo a mi figura. El escote era sutil, pero elegante, y el vestido caía perfectamente sobre mis curvas. Me miré en el espejo, sonriendo levemente al ver cómo se adaptaba a mi cuerpo y resaltaba mis curvas perfectamente.
Finalmente, me dirigí hacia los zapatos. Opté por unos tacones negros sencillos, con un toque de rojo que complementaba el conjunto.
Me estaba poniendo los aretes cuando, mi teléfono vibró. Era un mensaje de Vicky
Vicky 💖: Mami ya casi llego, en 5 min estoy ahi
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Miré la pantalla y sonreí. Me quedaban solo unos minutos para estar lista, así que me apresuré en ponerme rápido mis aretes, anillo y brazaletes, de collar me deje el que Vicky me regalo, me puse perfume, rociando una capa ligera de mi fragancia favorita. El aroma me envolvió mientras me miraba una última vez en el espejo.
Rápidamente fui al baño para ponerme el pupilente verde. Estaba casi lista, solo faltaba eso. Pero cuando estaba por ponérmelo, vi mi reflejo, y me detuve.
Mi ojo azul, que siempre había intentado ocultar, se veía diferentes. Algo mi mirada había cambiado, era como si hubiera adquirido un brillo nuevo, uno que no había notado antes. No sentí la necesidad de ocultarlo, como siempre lo había hecho.
Con una sonrisa, guardé el pupilente en su lugar y me miré al espejo, sintiéndome completa tal como era. Decidí que hoy, por fin, no iba a esconderme. Iba a cumplir la promesa que me hice a mí misma y a Vicky, de abrazar lo que soy y de no esconderme más.
