Sin importancia

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La primera vez que Ink entendió que lo que él quería no significaba nada fue cuando tenía tan solo cuatro años, su familia había ido de compras al supermercado y él, como cualquier niño de su edad, pedía muchas cosas. 

-¡No, Ink, no te compraré el juguete, ya basta!- Contestó su madre a punto de perder la paciencia.

En ese momento llegó Zephyr con un pequeño libro de cuentos en la mano, su hermano había empezado a agarrarle gusto a la lectura, algo que ambos padres les pareció genial e intentaban impulsarlo a seguir haciendolo. 

-Madre, ¿Puedes comprarme este libro, por favor?- Pidió de forma respetuosa y timida, a pesar de tener diez años tenía excelentes modales.

-Claro, cariño, dejalo en el carro.

-Gracias- Sonrió y, cuando estuvo a punto de hacer su cometido, vió a su hermanito con lagrimas en los ojos viendo la escena.

-A mi nunca me compran lo que quiero, ¿Por qué a Zephyr si?

Mal momento, su padre había llegado justo a donde ellos estaban con varías cosas en las manos. Enojado, dejo lo que tenía en el carro de compras y volteó a ver a Ink, hace rato que llevaba pidiendo lo mismo y estaba harto de oirlo. Zephyr dejó de respirar temeroso de la respuesta del mayor.

-Porque tu eres solo un mocoso que vino a molestarnos con su existencia, lo que quieras no importa- Fulminó con la mirada al menor de los Comyet y se marchó buscando lo que faltaba.

Ouch, eso dolio. Zephyr suspiró aliviado de saber que habia sido mas "blando" esta vez y agradeció estar en un supermercado, porque de no haber sido asi quizás la situación hubiera sido peor. Miró a su madre y está siguió cómo si nada hubiera pasado, restando importancia a la situación. Luego volteó a ver a Ink, quién lloró en silencio y dejó el juguete donde estaba anteriormente. Frunció el ceño, ¿Un niño a esa edad no era más ruidoso al llorar? No debería de haber pedido el libro.

Ink siguió en silencio todo lo que restaba del día, temeroso que, de decir algo, las cosas fueran peor para él. Ya había vivido tantas situaciones parecidas que entendió que era verdad lo que su padre había dicho, lo que quería no importaba.

O bueno, no importaba para sus padres.

-¡¿Es para mi?!- Preguntó feliz de ver que delante suyo estaba el juguete que había querido hace tiempo. Era las doce de la noche, el inicio de un nuevo dia y el inicio de su cumpleaños.

-No, me dijeron que aquí había un cumpleañero y que debía darselo especificamente a él- Respondió con una sonrisa el mayor, fingiendo buscar con la mirada a otro niño en la habitación. Había ahorrado desde el día que vió cuánto quería Ink el auto con control remoto en el supermercado. Todo el dinero que recibía de sus padres para gastarlo en la escuela lo guardaba en aquel libro que había recibido el mismo día.

-¡Yo, yo soy el cumpleañero!- Levantó su mano emocionado y se abalanzó a su hermano abrazandolo- ¡Gracias, gracias, gracias!- Agradeció repetida veces lleno de alegría- ¡Eres el mejor hermano del mundo!- Y le dió un beso en la mejilla para alejarse y abrir la caja que protegía al juguete.

Zhepyr sonrió, si Ink era feliz, él lo era. 

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El resto del día Ink se la pasó triste, sus padres no habían recordado su cumpleaños y cuando se los dijo solo recibió un "Oh, me olvide, feliz cumpleaños" de su madre, carente de sentimientos que hizo que su pequeño corazoncito doliera, y un "¿Y eso a mi qué? Mejor ve a tu habitación y no molestes" de su padre, que terminó por hacerlo llorar y correr a encerrarse en su mundo jugando con su nuevo juguete mientras las lagrimas corrían por sus hermosos ojos. Deseaba que Zephyr llegará del colegio y jugará con él.

Quizás fue que lloró muy fuerte o que su padre solo estaba de mal humor y quería desquitarse con alquien, pero el hombre abrió de un portazo la puerta y lo miró lleno de odio y molestia. Viendo el juguete en sus manos dió grandes pisadas fuertes acercandose. Ink, por auto-reflejo, soltó el control de sus manos y se levanto alejandose de él. Tenía miedo.

Su madre llegó alarmada por el ruido y vió la situacion desde la puerta, sin saber que decir o hacer. Su mirada reflejaba un poco de preocupación, pero también duda de si intervenir o no.

-¿¡Qué mierda haces con esto aquí?!- Preguntó enojado- ¡¿Te lo robaste?!- Agarró el auto y lo miró a los ojos- ¡Contesta, carajo!

-M-me lo regalo Zephyr- Contestó bajo y con miedo-

-¿Cómo? Hablá más alto, 

-¡M-me lo regalo Zhepyr!- Respondió con lagrimas de terror y confusion, ¿Por qué le molestaba si tenia un juguete o no?

-¡Encima le pides a tu hermano que gaste su dinero en tí! ¡Pequeña rata egoista!- Molestó rompió el auto en sus ojos, luego agarró el control del piso e hizo lo mismo con el.

-¡No, no lo rompas!- Corriendo llegó hasta su padre y empezó a saltar intentando alcanzar el juguete que tenía en sus manos, cosa que no funcionó por su corta estatura.

-¡Quitate pedazo de escoria!- Lo empujó con fuerza y le tiró el jueguete al piso. Algunas cosas no cambian con el tiempo, ¿no?- ¡Ahí tienes tu maldita mierda, más vale que le devuelvas el dinero a Zephyr- Caminó a la puerta y chocó con la mujer- ¡¿Tu qué miras?! ¡Ve a la cocina y haz la comida de una vez!

La mujer tardó unos segundos en reaccionar y se marchó junto al hombre con el que estaba casada, dejando a Ink solo en su habitación y con un juguete que no sabía como arreglar. ¿Ahora que le diría a Zephyr cuando volviera? 

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La vida se encargó muchas veces en demostrarle que no tenía importancia lo que opinara y deseara, ¿Triste verdad? Bueno, pues se lo volvió a recalcar cuando solo quedaron su madre y él, ahora no solo no importaba sino que, también, ya no tenía voz en ello.

-Mejor deberías de leer esto, te preparara para el futuro- Comentó su madre cuando vió el interés que tenía su hijo por una novela de terror psicológico- Es sobre cómo cuidar tú economía y hacerla crecer, seguro te hará separar bien tus gastos y ahorrar debidamente cuando seas adulto. ¡Es de uno de los mejores economistas del mundo!

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-Esta música no te ayudará para hacer tu tarea- Dijo deteniendo el reproductor de canciones del teléfono de su hijo- Mejor escucha esto- Y puso melodias de piano.

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-Ink, ya estas grande para esto- Comentó su madre molesta de ver cómo su hijo estaba en el pasillo de juguetes viendo uno en particular- Ven a ayudarme a terminar de agarrar lo que necesitamos, tu padre llegará pronto a casa y quiero cocinar algo rico para él.

-Si, lo siento- Se disculpó comenzando a seguirla, dejando atrás aquel auto con control remoto que había llamado tanto su atencion.






Lo prometido es deuda y aquí tienen el otro capítulo ah

Pobre Ink, ya déjenlo ser feliz :((

Qué piensan? Les gustó? Podría ser mejor? Sus opiniones importan, sean libres de comentar lo que quieran ^^

Bueno, gracias por leer gente, a veces siento que la historia va yendo un poco mal y va quedando fea, pero ver qué votan y comentan me hace feliz, así que muchas gracias enserio!! <33

Nos vemos en el siguiente capitulo!!

Bitter choco decoration || ErrorinkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora