Lynn Loud Jr., capitana de su equipo de fútbol, es forzada a tomar clases de ballet, lo que la lleva a convivir con Giselle Westwood, su compañera en la escuela, una sofisticada bailarina, que es prejuzgada y molestada por Lynn. Aunque al principi...
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Narra Lia
El sol empezaba a desaparecer tras los edificios mientras salía del colegio. Los ecos de las risas y conversaciones entre los estudiantes que caminaban hacia sus casas llenaban el aire, pero mi mente estaba en otro lugar. No importaba lo que el resto estuviera haciendo, yo tenía algo mucho más importante en juego. Un movimiento calculado que, si todo salía como lo había planeado, pondría a todos en el lugar que necesitaba.
Mientras caminaba por las calles, dirigí mis pasos hacia la cafetería cerca del estudio de danza. El lugar tenía el ambiente perfecto para una reunión como esta: lo suficientemente concurrido como para pasar desapercibidos, pero con rincones tranquilos donde podía tener la privacidad necesaria para hablar sin ser molestada.
Al llegar, mis ojos se dirigieron de inmediato a la persona que esperaba. Ahí estaba, sentada en una mesa cerca de la ventana, con la vista fija en su teléfono como si realmente no le importara estar aquí. Pero yo sabía la verdad. Sabía lo que la había traído a este lugar.
Me acerqué con paso firme y me dejé caer en la silla frente a ella, adoptando una postura relajada mientras le lanzaba una mirada calculada. El tiempo jugaba a mi favor.
—Me alegra que vinieras —dije con una sonrisa tranquila, dejando que mi voz transmitiera la seguridad que sentía.
Ella levantó la vista apenas un segundo, lo justo para lanzarme una mirada desinteresada antes de responder con frialdad.
—Solo vine para terminar con todo esto de una vez.
La indiferencia en su tono era obvia, pero no me molesté en esconder mi risa. Sabía que no era cierto. Sabía que, aunque se hacía la dura, tenía mucho más interés en esta reunión del que quería admitir.
—¿En serio? —le respondí, mi tono cargado de insinuación—. Porque sé cuánto te gusta Giselle. Y puedo ayudarte a que ella sea tuya. Pero primero, necesitas hacer algo por mí.
Su reacción fue casi inmediata. Dejó su teléfono sobre la mesa y me miró con una mezcla de irritación y desdén. Su postura se tensó ligeramente, como si estuviera preparándose para rechazarme.
—No estoy interesada —dijo de forma cortante, pero antes de que pudiera continuar, levanté una mano, deteniéndola.
—Escucha lo que tengo que decir primero —le dije con calma, inclinándome ligeramente hacia ella—. Tengo un plan para que Lynn y Giselle se olviden la una de la otra, por completo. Mañana, cuando Lynn termine su entrenamiento de fútbol, a las once, quiero que lleves a mi prima al campo. Yo me encargaré del resto.
Vi cómo sus ojos se entrecerraban un poco, y por un breve momento, pareció dudar. Pero luego negó con la cabeza, su expresión se endureció aún más.
—No. No voy a hacer eso. Si tienes un plan, hazlo sola. No quiero ser parte de esto.
Su negativa me hizo sonreír aún más. Sabía que tenía que presionar en el lugar correcto.
