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Al día siguiente, la oficina de Nicolás tenía la misma vibra impersonal de siempre: decorada con líneas minimalistas y grises, como si reflejara su carácter práctico y sin rodeos. Entré sin golpear, algo que ya era costumbre entre nosotros, y lo encontré revisando unos papeles mientras hablaba por teléfono. Apenas me vio, levantó una mano, indicándome que esperara.

Me senté en una de las sillas frente a su escritorio, cruzando los brazos. No tenía ganas de hablar mucho después de lo que había pasado la noche anterior, que, por supuesto, Nicolás se había enterado y sabía que no me iba a dejar escapar sin una charla.

—Sí, sí, después te confirmo —Colgó la llamada y me miró con una ceja levantada—. ¿Cómo estás, cumpleañero? ¿Te despertaste con los pies en la tierra o seguís flotando por lo de ayer?

Rodé los ojos, pero no pude evitar sonreír.

—Más bien estoy sobreviviendo. Gracias por preguntar.

Nico se inclinó hacia adelante, apoyando los codos sobre el escritorio.

—Bueno, antes de que empieces a lamentarte por lo que hiciste anoche, te voy a preguntar algo... ¿Ya hablaste con Rodrigo?

—¿Rodri? No, Nico, todavía no. Con suerte me levanté hoy, estuve más ocupado con mi resaca que planeando conversaciones profundas. —Suspiré, hundiéndome un poco en la silla—. Además, no sé qué decirle.

—Decile lo mismo que ayer, pero sobrio. No es tan complicado. —Nico sonrió con suficiencia, como si todo fuera tan simple como él lo hacía parecer—. Mirá, si posta te gusta, ahora es el momento de empezar con claridad. Rodrigo no es del tipo que se queda en la nebulosa de los "no sé qué somos". ¿O sí?

Fruncí el ceño, considerando sus palabras.

—Supongo que te enteraste por Germán. Basándote en lo que te dijo  ¿Qué pensás que debería hacer?

Nicolás se recostó en su silla, cruzando los brazos mientras me estudiaba.

—Rodrigo es más perceptivo de lo que parece. Si lo que pasó ayer fue tan intenso como le contó Carrera a Germán, debe estar pensando en lo mismo que vos. Así que, o te movés y aclarás las cosas, o sos terrible boludo. —Sonrió, inclinando la cabeza hacia un lado.

Suspiré, pasando una mano por mi cabello.

—¿Voy hasta su departamento o lo llamo?

Nico dejó escapar una risa corta, entre divertida y exasperada.

—¿En serio me estás preguntando eso? Andá a su departamento, obvio. Si lo llamás, sería cómo demasiado formal, como si estuvieras pidiendo una reunión de trabajo. No sé vos, pero después de lo que me contó Germán, no definiría tu relación con Rodrigo como "Formal"

Rodé los ojos, aunque sabía que tenía razón.

—¿Y si no está? ¿O si no quiere verme?

Nicolás se inclinó hacia adelante, apoyando las manos en el escritorio, con esa mirada que siempre usaba cuando quería darme un empujón.

—Buhajeruk, anoche prácticamente lo desnudaste en el medio de tu propia fiesta. Te aseguro que quiere verte. Y si no está, lo esperás. Llevale café, flores o lo que sea, pero no salgas de ahí hasta que hablen. Vos no sos de los que hacen estas cosas, y justo por eso, creo que Rodrigo lo va a valorar más.

Suspiré de nuevo, como si eso pudiera calmar el nudo en mi estómago.

—Está bien. Voy a ir. Pero si me echa, voy a echarte la culpa a vos.

—Bueno, dale. —Nico se encogió de hombros, sonriendo de forma descarada—. Dudo que te eche, así que mejor usá esa energía en pensar qué le vas a decir. Porque tenés pinta de que cuando estás enamorado empezás a balbucear como un idiota.

Entre escenas y letrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora