Tres cachorros

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Prólogo: Llegas a casa con tres cachorros, y Bucky no está muy contento con la sorpresa.

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mernesarbillaga

Bucky iba a estar muy molesto. Iba a estar furioso, eso lo tenías claro. Sabías que ni bien pusieras un pie en su departamento y viera a los tres pequeños cachorros que llevabas en una pequeña caja y que hayas regresado con una bolsa llena de cosas para perro, se iba a enojar. Quizás hasta te echaría.

–T/N. ¿Qué es esto?–Preguntó una vez abrió la puerta al escucharte afuera en el pasillo, y se quedó viendo seriamente a los tres cachorros.

Un pequeño Golden Retriever, un Husky Siberiano y un perro salchicha. Esos eran los perritos que llevabas contigo.

–Antes de que te enojes...–Dijiste entrando y dejando la caja sobre el sillón que era prácticamente el único mueble que quedaba junto con algunas cajas donde ya habían empacado todo para mudarse a su nueva casa en unos días, y sacaste de la bolsa una más pequeña y se la entregaste.–Te traje tus ciruelas.

–¿Muñeca de donde sacaste esos perros? ¿Por qué los trajiste?–Insistió recibiendo la bolsa y viendo como Alpine se acercaba muy lentamente, y los cachorros veían confundidos a su alrededor.

–Es que los habían dejado a los tres en una bolsa de basura y los escuché llorar, no podía dejarlos ahí...–Le explicaste tratando de hacerle entrar en razón.

–¿Y por eso decidiste traerlos aquí?–Preguntó de vuelta sonando algo molesto.

–¿No escuchaste lo que te acabo de decir? ¡Estaban en una bolsa de basura!–Insististe señalando a los cachorros, mientras que Alpine soltó un sonido molesta y se subió al mesón de la cocina desde donde te observaba enojada.

–¡Pero hay muchos refugios donde los pudiste haber llevado, T/N! ¡¿Cómo piensas que vamos a tener tres perros?! Sabes bien que prefiero los gatos, además a Alpine no le va a gustar la compañía.–Se quejó dejando las ciruelas a un lado y viéndote molesto.

–¡No es necesario que te hagas cargo tu! Yo los voy a cuidar, los voy a limpiar, a bañar, a entrenar, ¡yo hago todo! Pero Bucky por favor... no me pidas que los deje, además la casa que compramos tiene suficiente jardín para tener a los tres, y ninguno va a molestar a Alpine.–Le dijiste tomando sus manos, mientras que Bucky te veía seriamente.

–T/N tu perro se acaba de orinar en la alfombra.–Te dijo señalando detrás tuyo.

Al darte vuelta, viste al perrito salchicha olfateando donde el Golden se había orinado, y luego hizo lo mismo ahí.

Bucky soltó un pesado suspiro y se dio media vuelta para ir a su habitación con Alpine siguiéndole de cerca.

–Haz lo que quieras muñeca, si quieres dejártelos, hazlo, pero no quiero que ensucien, y tú te vas a hacer cargo.–Te dijo mientras se alejaba.

–Tienen que portarse bien o si no, no le van a caer bien al anciano.–Les susurraste agachándote para hacerles cariño, donde los tres se acercaron a ti.

Los pocos días que estuvieron en el departamento la verdad es que fueron un caos total al tener a tres cachorros de tan solo unos 3 o 4 meses encerrados ahí.

Bucky ya estaba cansado, los perritos habían destrozado ya 4 de sus playeras, le robaron calcetines y no encontraba el par de cada uno, se adueñaron de uno de sus pantalones para hacer ejercicio y dormían acurrucados en ellos, e incluso se robaron un juguete de Alpine.

Ya cuando llegaron a su nueva casa, Bucky te dijo que los tres debían dormir afuera y vivir en el jardín, sin embargo escuchaba a los perros llorar todo el día al estar solos fuera de la casa, y en mitad de la noche te sentía levantarte para entrarlos y dejarlos durmiendo en sus camas en la sala de estar.

Steve y Sam estaban fascinados con los nuevos integrantes en su familia, sin embargo el Sargento seguía sin soportarlos, o al menos eso es lo que decía él.

Durante casi ya los dos meses que habías llevado a los cachorros a casa, comenzaste a notar que Bucky poco a poco iba aceptando más la idea de los perritos, e incluso en varias ocasiones le escuchaste hablar con ellos, hasta Alpine ya se les acercaba más.

Habían ocasiones en las que Bucky pensaba que no le estabas escuchando o viendo y les contaba historias, les hacía preguntas, hasta les daba algo de comer a escondidas.

En ese momento Bucky estaba sentado en su reposadera en el jardín de la casa descansado en la sombra, Alpine acurrucada en su hombro y el perro salchicha durmiendo en su regazo, mientras los otros dos perritos jugaban por ahí.

En un momento el Golden le llevó una rama para que se la lanzara mientras el Husky peleaba con su peluche, y Bucky sonrió tomando la rama y se la lanzó, antes de que se la volviera a traer.

–Muy bien... búscala de nuevo.–Le dijo volviendo a lanzarla un poco más lejos esta vez.

–¿Te estás relajando?–Le preguntaste llegando a su lado para sentarte en el borde haciéndole cariño en la cabeza al perro salchicha.–¿Aún los sigues odiando?

–Si, ahora solo... los acepto.–Dijo fingiendo que no le importaba encogiéndose de hombros y dejando su mano en tu pierna.

–Admitelo, tu también los quieres.–Le dijiste con una sonrisita tocando con tu dedo la punta de su nariz.

–Okey, puede que solo un poco...–Te dijo rodando los ojos haciéndote reír, antes de que te acercaras para besarlo con ternura, escuchando a los perros jugar de fondo.

Bucky Barnes OneShots IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora