Río se aseguró de tener la casa sola para preparar una deliciosa cena para su esposa. Bueno, Río sabía que Agatha no creía en el matrimonio, pero no podía llamarla de otra manera. Era su mujer, su compañera de vida y su esposa de palabra. Le pesara a quien le pesara.
Nicholas y Teen se encargarían de cuidar a Elena y así Río tendría tiempo a solas con su bruja favorita.
Agatha estaba de compras en el súper, prefería ir de noche para despejar su mente y conseguir mejores ofertas. Río la sorprendió abriendo la puerta.
―No quiero que te hagas daño. Yo cargaré esas bolsas. – Dio Río antes de intercambiar la bolsa de compras.
―¿Qué es todo esto? – Preguntó Agatha confusa al ver las velas, la baja iluminación y dos platos de comida colocados frente a dos lugares
―Bueno hace 250 años que nos conocemos.
Por el rostro que puso Agatha, Río notó que lo había olvidado. Su semblante consternado causó una risa en Vidal.
―Sé que estas estresada, cansada de la maternidad y un poco exhausta, querida. Lo entiendo.
―No. Creo que te estoy dando por sentada. Asumo que nuestra vida perfecta seguirá siendo así siempre y nunca te doy el tiempo que mereces. – Se sinceró la bruja y después soltó un suspiro.
Río hizo un puchero
―La idea era alegrarte y animarte. -Comenzó a caminar hasta la barra de la cocina ―y lo has arruinado. – Dijo un poco triste. –
―Lo siento mucho, querida. Sé que hiciste un gran esfuerzo
―Me merezco un beso al menos. – Dijo Río con una voz ñoña
Agatha sonrió.
―Tal vez te mereces más que un beso. – Río la miró fijamente y trató saliva. Agatha se había quitado los tacones. Estaban casi a la misma altura. Acercó su rostro a Río y luego se hizo hacia atrás. Río la sostuvo del trasero y apretó un poco.
―Agatha, no puedes dejarme así.
―¿Así cómo?. – Preguntó Agatha con falsa inocencia.
―Con ganas de más, mi lady. Eso es un poco cruel.
Agatha llevó su mano al cabello de Río, que lo llevaba suelto y largo y enredó los dedos tirando de ella un poco.
Río soltó una sonrisa y sin perder el tiempo besó a su bruja favorita.
Agatha tiraba con los dientes de la boca de Río, provocó un pequeño jadeó.
Río ya no podía pensar con claridad. Agatha la hacia fantasear tan fácilmente.
Río se despegó de Agatha con la respiración agitada. No quería ceder a los instintos carnales miró a su mujer y Agatha asintió. ¡Si! , también la deseaba cerca de la misma forma que Río necesitaba.
Apartó las compras con apuro y la sentó en la barra colocándose entre sus piernas. Agatha sentía el azulejo frío en su trasero, pero no le importaba en absoluto.
Río metió su mano en la blusa de Agatha. Apretando su pecho. Agatha llevó la espalda hacia atrás.
―¿Alguna vez te he mencionado qué tu cuerpo es el más sexy que he visto? – Dijo la joven mujer. ―Y he visto muchos cuerpos, Agatha… Ninguno es tan firme como el tuyo. -Jadeó parecía que se vendría de sólo mirarla
Agatha la apretó con las piernas y Río gruñó. Le dolía la entrepierna, sentía un calor asfixiante. Agatha la ayudó a liberarse un poco. Introdujo la mano en su pantalón y le metió los dedos, sin piedad.
―¡Agatha! -Gritó sintiéndose aliviada.
―Se nota que me necesitas ya. – Dijo la bruja mayor al sentir sus dedos apretados y muy muy mojados.
Agatha con algo de fuerza cargó a Río hasta colocarla en la barra. Se colocó frente a sus piernas y le metió la lengua de golpe deslizándola con fuerza y esmero.
Río la miro hacerlo. ¡Dios! Agatha la estaba llevando al éxtasis.
―Sabes deliciosa. – Se apartó de golpe mirándola y se limpió la cara
Río estaba a punto de protestar molesta cuando de nuevo sintió los labios de Agatha entre sus pliegues. Se corrió rápido y fuerte. Agatha la había tomado como si se tratará de un objeto y no le desagradaba del todo.
Río se sintió sucia y amada al mismo tiempo.
Agatha la besó dulcemente y comenzó a ponerle la blusa de nuevo. ―Feliz aniversario, mi amor. – Dejó su frente recargada en la de ella un momento y le entrelazó las manos. Río sentía que iba a llorar de felicidad. Una pequeña lagrima se deslizó por su mejilla.
Agatha siguió poniéndole la ropa. ―Calentaré tu maravillosa cena de nuevo y abriré un poco de vino. – Comentó Agatha. Antes de volver a vestirse con magia y decir lo siguiente. ―De hecho, pasé al centro comercial antes de ir al súper y te tengo un presente.Los ojos de Río se iluminaron
―Sabía que no lo habías olvidado.
Agatha le colocó un collar que tenía una media luna y un árbol.
―Tu eres la Luna y yo el árbol
Río acarició su collar y se miró al espejo después le dio un abrazo a Agatha. Se amaban y eso era lo importante.

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Reinicio
FanfictionAgatha Harkness y Rio Vidal superan el sendero de las brujas y tienen un reinicio agradable. ¡Las segundas oportunidades existen!