Negociaciones.

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Río y Agatha estaban con Elena en la sala de la casa a punto de decirle que se casarían. Estaban nerviosas. Toda la familia y el aquelarre lo sabía excepto ella.

―Cariño mami y yo queremos decirte algo. – Dijo Río apartando el plato de galletas de  la pequeña mesita

La niña asintió y dejó de comer por un momento. Intuía que lo que pasaba era malo

―Mamá. -Miró a Río con una mirada suplicante. ―Fue culpa de Billy  y Nicholas. Fue un accidente, quemaron las azaleas del jardín con un cigarro.

Agatha había notado sus flores quemadas y había estado molesta tres días por ello.

―Así que eres una delatora. -Expresó Río

Elena bajó los hombros restándole importancia

―Pequeña soplona. No queremos hablar de flores. – Dijo Agatha a punto de perder la paciencia

―Oh… Entonces es sobre el vestido que mamá accidentalmente rompió- Dijo Elena delatando a Río

―Te di 10 dólares. – Susurró Río

Agatha levantó las cejas

―Me dijiste que había subido de peso y que por eso se rompió de la cadera. -Reclamó Agatha a su esposa.

―Mi amor tu luces bien con o sin kilos extra. -Susurró Río antes de llevarse una galleta a la boca y comerla de forma sexy. Hizo un pequeño gemido que desvió la ira de Agatha

Elena volteó los ojos. Sus mamás ya empezaban con sus cosas raras.

―¿Entonces?. – Interrogó la pequeña de brazos cruzados

―Río y yo nos vamos a casar. – Habló Agatha

―Entonces… ¿tendré un pequeño hermanito nuevo?. – Preguntó emocionada y se acercó para tocar el estómago de Agatha.

Agatha se hizo hacia atrás, horrorizada

Río sólo sonrió y pensó que sería lindo embarazar a Agatha de nuevo. Una familia grande siempre le había parecido una buena idea

―No mi cielo, ¿qué te hace creer que tendremos un bebé?

―Bueno las personas se casan cuando tienen bebés. Mi maestra de pociones se casó por eso el mes pasado.

―Bueno es un buen motivo, pero no. -Dijo en tono normal ―Que ni se te ocurra Vidal… estoy tomando las píldoras para que eso no suceda. Ya cerramos la fábrica. – Aclaró susurrando a su futura esposa

Río sonrió eso no la iba a detener

―Elena nos casamos porque nos amamos y queremos que seas la niña adorable de las flores. -Dijo Río

―Mamá. -Miró a la pelinegra.―¿No puedes ser tu la de las flores?. Eres una bruja verde eso se te da bien.

Agatha se empezó a reír.

―Claro puede ser el novio y la florista bien pensado, Elena. – Agatha chocó la mano con su hija.

―Para su información. Si voy a ser la florista de mi propia boda porque tendría que estar loca para pagar por algo que puedo hacer perfectamente con mi magia- Dijo Río en su defensa.

―Río se refiere a que seas el adorable ser que lanza flores antes de que caminemos por el altar. -Aclaró Agatha

―Bueno... Esta bien.- Respondió Elena. ―Pero no quiero vestir de rosa. Saben que no me gusta ese color.

―Vale,  tu vestido será azul como tus ojos. -Concluyó Agatha

Elena se levantó del sillón y les dio un abrazo a ambas.

―Sé que serán las novias más lindas del mundo.

Agatha y Río sintieron que llorarían de ternura. No sabían que habían hecho bien para merecer a una pequeña como Elena,  tan dulce y pura.

―Señor Scratchy puede usar una pequeña corbata en la ceremonia. -Mencionó Elena

Las dos asintieron

―Y tú puedes invitar a tus amiguitos de la escuela. -Respondió Río.
Elena la fulminó con la mirada. No quería ser recordada como la niña de las flores en su salón de clases
―O no. -Corrigió. A veces la mirada de su hija le daba más miedo que la de la propia Agatha.

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