Agatha había preparado una maleta grande para las cosas de los niños. Tenía varios cambios de ropa que consistían en mallas y ropa térmica hasta llevaba guantes porque sabía que la temperatura del lago era muy baja. También había preparado una maleta para ella con el mismo tipo de ropa. Rio por su parte había empacado sus cosas. Y llevaban un gran suministro de despensa para los días que planeaban quedarse
Salieron de su casa en la ciudad a las 7 am… apenas amanecía y sería un trayecto largo.. Río conducía con precaución por la carretera de vez en cuando miraba de reojo por el retrovisor. Esta vez no había nadie a su lado. Agatha llevaba a Iker en brazos en el asiento de atrás y Elena jugaba con su pequeña tablet un memórama electrónico.
Agatha le enseñaba por la ventana el paisaje al pequeño. Iker sonreía mientras el auto iba en movimiento. Agatha dio pequeños besos en las mejillas de su hijo. Y Río sonrió notando aquello y volvió su vista al camino. Pasaron un largo rato en la carretera y a las 10 am contando las dos paradas que hicieron para ir al baño y estirar las piernas, llegaron a aquella zona boscosa a las afueras de Westview.
Su cabaña estaba tan oculta que tenía escudos mágicos creados con runas en los árboles a su alrededor. Río movió la muñeca, revelando una barrera verde que fue abriéndose a varios metros cerca del lago. Estaba un hermoso chalet.
Agatha ayudó a caminar a Iker hasta la entrada de la casa. Río sonrió girando un picaporte. Y la casa parecía saludarla… pues dentro de ella las campanas colgadas en la entrada comenzaron a sonar.
―Mamá. Aquí es muy lindo. – Mencionó Elena con emoción.
―Ve adentro con mami. – Yo meteré las maletas. – Pidió Rio
Agatha entró y se dio cuenta de que Río había preparado la casa para su llegada. Estaba limpia y mejor amueblada para los niños. Casi parecía su segundo hogar e incluso había hecho un par de compras para no tener la despensa vacía
Elena se puso a explorar la casa. Había una pequeña cama con cobijas azules en una habitación. Y ella pidió quedarse a dormir en ese cuarto.
Agatha entró con Iker a la habitación principal. Lo sentó en medio de la cama con unas llaves de juguete a lado y unos enormes bloques para armar.
Río volvió dejando todas las maletas en la habitación principal. Se acercó a Agatha.
―Extrañé mucho que estuvieras sentada a lado de mi. – Susurró antes de besar sus labios. ―Ahora preparo el almuerzo. No te muevas, corazón. Estaba por marcharse, pero antes prefirió darle otro beso
Iker le tocó la cara a Agatha y comenzó a jalar su cabello para que se separara de Río. Comenzaba a tener actitudes celosas
―Vale. No más besos entiendo. – Susurró Agatha al tiempo que soltaba su cabello de la manita del bebé.
Río fue a la cocina. Elena estaba en la gran mesa del comedor coloreando un poco. Quería hacer un dibujo de la cabaña y de ellos allí.
Río se las arregló para preparar un par de huevos con tocino bien frito. El olor a tocino llegó hasta la habitación principal y Agatha sonrió un poco. Finalmente Río los llamó para comer.
Agatha colocó al pequeño en la periquera y le dio trocitos de huevo. El apenas comenzaba a comer alimentos sólidos.
Elena comió en silencio moviendo los pies alegre y Río se sentó junto a su esposa. La miraba devorar el tocino con agrado y soltar pequeños gemidos de satisfacción al probarlo. Bebieron un poco de jugo y Río propuso brindar con el jugo porque habían llegado a salvo. Agatha y Elena accedieron y chocaron sus vasos
―Mamá. – Elena miró a Rio. -¿Por qué no hay otras casas por aquí?
―Esta casa es muy antigua por eso no tenemos vecinos. -Río sonrió para si misma. Esa casa era la misma en donde ambas habían procreado a Nicky. Era especial. Era aquel lugar al que Río deseaba volver cuando tenía un mal día.
Iker terminó de comer y Agatha le limpió los labios con una servilleta y lo bajó de la silla. Elena corrió a su habitación a colgar el dibujo que había creado
―Estas muy espléndida hoy. Casi parece que quieres que acceda a algo. -Comentó Agatha, sospechando un poco
―Tal vez… Quiero hacer el amor contigo bajo las estrellas en una manta. -Susurró Río a su oído.
Agatha se mordió el labio.
―Eso suena interesante. Quizás se pueda esta noche.
―¿Si me dejarías?. -Preguntó Río incrédula
―Bueno, este lugar me trae bastantes recuerdos
Sabían que no podían besarse por Iker.
―Tengo muchas ganas de besarte ahora mismo. – Dijo Río acariciando el brazo de Agatha. ―Pero guardaré todos los besos que quiero darte para esta noche cuando ellos duerman profundamente.
―Pues entonces. Seremos tú, yo y las estrellas. -Confirmó Agatha.
―Mami, ¿Quemaremos malvaviscos esta noche? – Preguntó Elena corriendo hacia ellas.
―Claro. Estoy segura de que mamá hará todo lo que quieras. – Respondió Agatha. Sabiendo que Río estaba atada a cumplir sus caprichos
―Pero no comas demasiados porque luego te duele el estómago y no puedes dormir. – Advirtió Río
―Okey. -Respondió Elena
Llegó la noche y Río prendió una fogata en el bosque para quemar sus malvaviscos.
―Gracias mamá. -Dijo Elena a Río
―Por nada. -Mencionó, llevando mechones traviesos tras la oreja de Elena.
Agatha estaba con ellas sosteniendo al pequeño. Agatha probó un bombón. Y Río sonrió al notar aquello. Los búhos cantaban en el árbol y Elena quedó fascinada observando a los búhos
―Cuando ellos duerman tú y yo vamos a divertirnos. – Susurró Río a su esposa
―Claro. Apenas ellos duerman. Me encargaré de ti. – Susurró Agatha
Elena se quedó 20 minutos observando a los búhos y finalmente comenzó a bostezar.
Río ya cantaba victoria, le faltaba uno.
―Dámelo yo lo hago dormir. -Pidió a Agatha y su esposa accedió
Río comenzó a balancear al pequeño cerca del fuego mientras le cantaba una canción de cuna. Pasados 15 minutos el bebé terminó dormido, Río lo depositó en la cuna de la habitación y cuando volvió a salir; vió a Elena despedirse de Agatha para ir a dormir.
Río y Agatha siguieron sentadas alrededor del fuego. Entrelazaron sus manos. Río recordaba un poco la noche en el sendero, aquella noche en la que no se besaron.
―Rio…Ambos ya están profundamente dormidos. – Dijo Agatha después de cerciorarse con magia de que era así.
―Entonces…Me acercaré más a ti. – Susurró.
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Reinicio
Fiksi PenggemarAgatha Harkness y Rio Vidal superan el sendero de las brujas y tienen un reinicio agradable. ¡Las segundas oportunidades existen!