Renacer

98 9 0
                                        

El tiempo había pasado más rápido de lo que me había dado cuenta

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El tiempo había pasado más rápido de lo que me había dado cuenta. Era como si los días se hubieran convertido en semanas, y las semanas en meses. Poco a poco, me había acostumbrado a la idea de que Richard ya no formaba parte de mi vida. Al principio, dolía, pero eventualmente esa sensación de vacío comenzó a disiparse. Me había dedicado a mí misma, a mis proyectos, a mis amigos y, lo más importante, a reconstruir la confianza que había perdido en mí.

Estaba en un lugar mucho mejor ahora, más fuerte y más decidida a vivir la vida bajo mis propios términos. Esa mañana, mientras tomaba un café en mi balcón, observando la ciudad que comenzaba a despertar, sentí una paz interna que no había sentido en mucho tiempo. Me di cuenta de que, a pesar de todo el dolor que había soportado, había salido victoriosa. Había encontrado mi equilibrio.

Mi teléfono vibró en la mesa, y al verlo, mi corazón dio un pequeño vuelco. Era un mensaje de Richard. No había escuchado de él en meses. Había respetado mi decisión de alejarnos, y por alguna razón, eso me había permitido sanar más rápido. Pero ahora, después de todo ese tiempo, ver su nombre en la pantalla me hizo dudar si realmente estaba lista para enfrentarlo de nuevo.

Tomé un sorbo de mi café, tratando de decidir si abrir el mensaje o ignorarlo. Pero la curiosidad fue más fuerte. Deslicé el dedo sobre la pantalla y abrí el chat.

Richard:
Hola, Sara. Espero que estés bien. Sé que ha pasado mucho tiempo, pero he estado pensando en ti últimamente. No sé si esto es lo correcto, pero siento que necesitaba escribirte. No para pedirte nada, solo para decirte que, aunque las cosas no salieron como queríamos, siempre te voy a llevar conmigo. Espero que estés feliz. Te lo mereces.

Leí el mensaje varias veces, tratando de desentrañar el significado detrás de esas palabras. No era un mensaje de arrepentimiento, ni de culpa. Era simplemente una despedida. Y eso, en cierta forma, me dio la paz que necesitaba. Richard y yo habíamos tenido nuestra oportunidad, y aunque habíamos cometido errores, al final, habíamos hecho lo correcto al separarnos.

Cerré el chat sin responder. No sentía la necesidad de hacerlo. Ya no había nada más que decir.

Ese mismo día, me encontré caminando por las calles de la ciudad, disfrutando de la libertad que sentía ahora. Había retomado la pintura, y mis clases me mantenían ocupada. Era un espacio donde podía perderme en colores y formas, desconectarme del mundo exterior por un rato.

En una de esas caminatas, me topé con Valentina en una cafetería. Desde que todo había pasado con Richard, Valentina había sido una de las personas que más me había apoyado. Siempre estuvo ahí, sin juzgarme, dándome el espacio que necesitaba para encontrarme de nuevo.

—¡Sara! —dijo ella, levantando la mano para saludarme—. Justo estaba pensando en llamarte.

Sonreí y me acerqué a la mesa.

—¡Qué casualidad! —le respondí mientras me sentaba frente a ella—. ¿Cómo estás?

—Bien, ocupada, pero bien. ¿Y tú? Te ves... diferente, más tranquila.

Asentí. Me sentía diferente, y lo que Valentina había notado solo confirmaba lo que yo ya sabía.

—Estoy bien, Vale. Realmente bien —dije, sintiendo la sinceridad en mis palabras—. Creo que finalmente estoy en paz con todo lo que pasó.

Valentina sonrió y me miró con esos ojos que siempre parecían ver más de lo que uno decía.

—Sabía que lo lograrías. Siempre fuiste más fuerte de lo que pensabas.

Me quedé en silencio por un momento, contemplando sus palabras. No me había dado cuenta de cuán lejos había llegado hasta ese momento. Todo el proceso había sido difícil, pero finalmente, estaba en un lugar donde podía respirar sin que el dolor me ahogara.

—¿Sabes qué? —dije, rompiendo el silencio—. Creo que es hora de un nuevo comienzo.

Valentina arqueó una ceja, intrigada.

—¿Nuevo comienzo? ¿A qué te refieres?

—A que ya no quiero vivir pensando en lo que pudo ser o lo que dejé atrás. Quiero seguir adelante, sin miedo, sin cargas. Ya no me define lo que pasó con Richard, ni lo que sucedió en esos meses de incertidumbre. Estoy lista para lo que venga.

Valentina me observó por un momento antes de asentir con una sonrisa.

—Eso es lo que quería escuchar. ¿Y qué tienes en mente?

Me recosté en la silla, pensando en las posibilidades que tenía frente a mí. Siempre había querido viajar, explorar nuevos lugares, conocer otras culturas. Tal vez, ahora era el momento de hacerlo.

—Estaba pensando en tomarme un tiempo para viajar. Ir a lugares que siempre quise conocer, pero que nunca me atreví a visitar. Tal vez empezar en Europa, o Sudamérica... No sé, lo que sea. Solo quiero sentirme libre.

Valentina me miró con aprobación.

—Me parece perfecto. A veces, lo mejor que podemos hacer es alejarnos un poco para encontrarnos de nuevo.

Sonreí, sabiendo que ella tenía razón. Aún había mucho por descubrir, muchas cosas que quería experimentar. Y por primera vez en mucho tiempo, me sentía emocionada por lo que el futuro me tenía preparado.

Esa noche, mientras me preparaba para dormir, miré por la ventana de mi habitación, observando las luces de la ciudad. Había pasado tanto desde que conocí a Richard, desde que mi vida giraba en torno a él y a la confusión de nuestros sentimientos. Pero ahora, todo era diferente. Ahora, era yo la que tenía el control.

Apagué las luces y me metí en la cama, sintiendo una profunda gratitud por todo lo que había vivido. No todo había sido fácil, pero cada paso, cada error, cada lágrima me había traído hasta aquí. Y en ese momento, supe que estaba lista para escribir un nuevo capítulo de mi vida.

Uno en el que, esta vez, la protagonista sería solo yo.

Su fan o su princesa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora