☁️ Capituló 4 ☁️
Ana Ivette estaba esperando a que llegara su chófer en el aeropuerto de la Ciudad de México, cansada del viaje de trabajo en la Semana de la Moda de Nueva York, donde había sido parte de las modelos en varios desfiles. Ya deseaba descansar y dejar atrás el estrés del trabajo.
La gente iba y venía de prisa, pasando a su lado. Por otro lado, en la zona de los vuelos nacionales, Gabriel llegó cansado y aturdido. Él nunca había estado en un lugar tan grande con tantas voces y movimiento. Robby, su perro, estaba alerta pero calmado, y lo ayudaba a moverse entre la gente.
Gabriel nunca había salido de Baja California. Primero había vivido desde su nacimiento hasta la pérdida de su hermana mayor y sus padres en Tijuana, después en Ensenada con la tía Carlota.
Una ciudad tan grande lo hacía sentir un poco intimidado, pero no era de echarse para atrás.
De repente, Robby vio a alguien. Alguien que en su mente perruna se había quedado grabado como alguien bueno. Corrió feliz, prácticamente arrastrando a su pobre amigo humano.
Ana Ivette miraba hacia un lado cuando de repente escuchó un ladrido. Cuando volteó, vio cómo un perro labrador venía corriendo hacia ella, y también vio cómo Gabriel hacía todo lo posible por no caerse mientras lo seguía, agarrando con fuerza su correa.
—¡Robby, para! —gritó Gabriel, intentando controlar al perro.
Ana Ivette se rió al ver la escena.
Gabriel sonrió, aliviado de haber podido controlar a Robby.
—¡Gabriel! —dijo Ana acercándose a él—. Soy Ana Ivette espero que te acuerdes de mí
Cuando Gabriel escuchó la voz y el nombre recuerdos de aquella tarde en el mirador y el cálido beso en la mejilla como despedida vinieron a su mente y sonrió:
— como podría olvidar a la mejor descritora de atardeceres que he escuchado— respondió— no se sí se dice así pero...
— entiendo — dijo Ana Sonriendo.
— que extraño coincidir de nuevo— Gabriel comenta—ha pasado como un año o tal vez más.
— sí, un año y dos meses...
— ¿llevas la cuenta? — Gabriel preguntó asombrado.
— algo así pero no es por nada raro sino porque digamos que el día que te conocí yo estaba en el final de un ciclo y iniciando otro.
— que lástima yo pensé que te había dejado impresionada por mi encanto natural — Gabriel, dice riendo — ya en serio me alegra verte, mucho
Ana sonríe y siente que su espera por el chofer empezaba a ser más agradable.
—¿Vas a viajar o estás aterrizando? —preguntó Gabriel.
—Llegué de Nueva York —dijo Ana—. Participé en varias pasarelas en la Semana de la Moda.
—¡Wow! Eso suena muy interesante —dijo Gabriel.
—Y tú, ¿qué haces aquí? —preguntó Ana.
—Estoy aquí para buscar una oportunidad en el mundo de la música —dijo Gabriel—. Es una locura, lo sé... pero desde hace mucho que ese ha sido mi sueño.
—No es una locura si estás buscando ser feliz —dijo Ana—. Y ¿qué tipo de música te gusta? ¿Qué tienes en mente?
—Me gusta combinar las baladas con ritmos latinos, rock y pop —dijo Gabriel.
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El cielo de Ana Ivette
RandomAna Ivette, una modelo exitosa, viaja a Ensenada para supervisar los preparativos de su boda con Aarón. Sin embargo, su felicidad se derrumba cuando descubre la infidelidad de su prometido. Destrozada, Ana Ivette se encuentra con Gabriel, un joven c...