☁️ Capituló 22 ☁️Cuando Ana Ivette salió de la ducha, envuelta en una bata celeste y con el cabello mojado, Aron estaba sentado en la cama, mirándola con una sonrisa insolente.
—Ahora sí podemos hablar tranquilos—dijo él, su voz llena de confianza.
—No hay nada que hablar, Aron. Quiero que te vayas—respondió Ana, su voz firme y decidida.
Aron se rió.
—O sea que solo me usaste para desquitarte del ciego por meterse entre las piernas de Natalia—dijo, su tono cargado de resentimiento.
— eres un asco, Aron—lo interrumpió Ana, su rostro lleno de repugnancia.Aron se acercó a ella, con intención de besarla, pero Ana agarró la secadora de pelo y lo apuntó.
—No te acerques o te partiré esto en la cabeza—amenazó, su voz temblando de rabia.
—Lo que tuvimos ya fue. Déjame en paz y lárgate— ordenó Ana, su mirada desafiante.Aron se detuvo, sorprendido por la determinación de Ana.
Por un momento, pareció considerar sus opciones, pero luego se encogió de hombros y se alejó de Ana.
—Está bien, princesa. Me voy. Pero no creas que esto ha terminado—dijo, su voz llena de amenaza.
Ana lo miró con desdén.
—Vete. Y no vuelvas—dijo, su voz firme.
Aron sonrió y se dirigió hacia la puerta.
—Adiós, Ana. Que disfrutes de tu ciego— dijo, antes de salir del departamento.
Ana se quedó allí, temblando de rabia y alivio. Había terminado con Aron y estaba lista para enfrentar las consecuencias de sus acciones.
Un par de horas más tarde, Ana miraba por el balcón de su terraza. Su mente se había aclarado más y con cada segundo la tormentosa culpa subía de nivel. Recordaba el rostro pálido de Gabriel con una máscara de dolor y humillación cuando era sacado de su departamento. Ella intentaba justificarse con que Gabriel también había cometido un error al dejarse embaucar por Natalia. Eso tenía que servir para que pudiera entenderla o en todo caso perdonarla.
Ana buscó consuelo en esa excusa pero: ¿ realmente sería así? ¿realmente lo creía? Se preguntaba y las lágrimas en sus ojos le respondían con un cruel No aunque no lo admitiría. No se atrevió a llamarlo por teléfono por más que agarró su celular muchas veces. Le daría ese día para pensar y para calmarse, ella también necesitaba pensar.
Al día siguiente le pidió a sus amigas que fueran a su departamento a desayunar y luego les pidió que la acompañaran a buscar a Gabriel.
Conny y Marlene se subieron al auto de Ana listas para ir a buscar a Gabriel. Conny rompió el silencio.
—Para mí que todo eso del acostón entre Gabriel y Natalia fue un montaje— dijo Conny, su voz llena de convicción.
—¿Tanto así?— Preguntó Marlene.
—Sé que lo que estoy diciendo suena descabellado, considerando que ni tú ni yo conocemos bien a Gabriel... Sin embargo, hay algo que he aprendido con todos los patanes con los que me he topado: reconocer el sonido del dolor y la culpa por cuernos— explicó Conny.
—Y lo que yo vi y escuché de Gabriel no fue eso. Solo estaba sufriendo como el tipo más enamorado de la tierra.
Marlene asintió.
—A mi también me dio la impresión de que, Gabriel no es ese tipo de persona. Lo conozco desde hace poco, pero sé que es sincero— dijo Marlene.
Ana las miró, sorprendida.
ESTÁS LEYENDO
El cielo de Ana Ivette
RandomAna Ivette, una modelo exitosa, viaja a Ensenada para supervisar los preparativos de su boda con Aarón. Sin embargo, su felicidad se derrumba cuando descubre la infidelidad de su prometido. Destrozada, Ana Ivette se encuentra con Gabriel, un joven c...