☁️ Capituló 23 ☁️

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☁️ Capituló 23 ☁️

Gracias a Pavel, Ana Ivette supo que, por cláusula en el contrato de todos los artistas que firmaban para Sonido Vivo, el artista interesado en tener un contrato con la disquera debía proporcionar un domicilio extra, aparte del actual en el que se encontraba; la casa de la infancia, el antiguo hogar matrimonial, etc. Esto era para cualquier eventualidad y tener mayor control sobre los talentos que firmaban contrato con ellos.

Ana se estremeció al pensar en la medida. Le parecía espeluznante, pero en ese momento le venía como anillo al dedo.

Fue con Valeria, la secretaria de Artemio Juncal, y le pidió que le ayudara a conseguir la información sobre Gabriel.

Valeria la miró con simpatía.

—Ana, yo también creo que fue una injusticia lo que le hicieron a ese muchacho. Tiene una sonrisa contagiosa— dijo.

Ana sonrió, agradecida.

—Por favor, Valeria. Necesito encontrarlo—dijo.

Valeria asintió y comenzó a buscar en su computadora.

—Gabriel Reverte. Su domicilio alternativo es... Ensenada, Baja California. Una casa cerca del malecón— dijo.

Ana se emocionó.

—¿Tiene la dirección exacta?— preguntó.

Valeria se la dio, y Ana la anotó rápidamente.

—Gracias, Valeria. Te debo una—dijo.

Valeria sonrió.

—No me debes nada, Ana. Solo haz que Gabriel vuelva a sonreír.

Ana salió de la disquera y se fue a la casa de modas, debía contarle a sus amigas sobre su descubrimiento. Mientras conducía, su mente comenzó a divagar sobre el viaje que pretendía hacer.

Pero, para su pesar, las posibilidades negativas del viaje empezaron a atormentarla. ¿Cómo iba a acercarse a Gabriel? ¿Qué recibiría de él? El traje que ella le confeccionó y que él había dejado atrás era una muestra de cómo se sentía por dentro, y le daba miedo.

—¿Y si no quiere verme?— se preguntó Ana, su corazón latiendo con ansiedad.

—¿Y si piensa que soy una intrusa?

—¿Y si ya no siente nada por mí?

Ana suspiró, intentando calmarse. Sabía que debía enfrentar sus miedos y tomar el riesgo. Después de todo, había ido  demasiado lejos para darse la vuelta ahora.

Llegó a la casa de modas y se reunió con sus amigas en la sala de diseño. Les contó sobre su plan de viajar a Ensenada y encontrar a Gabriel.

Conny se emocionó.

—¡Vamos contigo!—dijo.

—Estoy segura de que Gabriel se alegrará de verte— Marlene dijo— Tienes que hacerlo, Ana. Tienes que saber qué pasó con él.

Ana sonrió, sintiendo el apoyo de sus amigas.

—Gracias, chicas. Los necesito.












Era ya la séptima noche de Gabriel en Ensenada después de su regreso. Ya no se pasaba todo el día encerrado en la casa y los ataques de llanto y de pánico habían disminuido. Incluso, la noche anterior había salido a caminar con Robby, como solía hacer antes, cuando todavía tenía fe.

En la séptima noche, decidió recorrer todo el malecón. El sonido de las olas golpeando contra el muro del malecón era como un bálsamo para su alma. El viento suave llevaba el olor a sal y a pescado fresco desde los restaurantes cercanos.

El cielo de  Ana  Ivette  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora