☁️ Capituló 13 ☁️
Ana Ivette abrió la puerta del estudio de grabación y entró con una sonrisa cálida. Su mirada se dirigió hacia Gabriel, quien estaba sentado con la espalda apoyada en el respaldo de la silla y la cabeza recostada en la pared detrás de él. Aunque su rostro no mostraba ninguna expresión, su postura revelaba la tristeza que aún lo acompañaba después de los eventos del día anterior.
Ana se acercó a él con pasos suaves, intentando no interrumpir su reflexión.
—Hola, Gabriel—dijo suavemente.
Gabriel se sorprendió al escuchar su voz y se enderezó en la silla, esforzándose por sonreír. Sin embargo, su sonrisa parecía forzada, y Ana notó la falta de convicción en su gesto.
—Ana, hola. No sabía que pasarías por aquí hoy—dijo Gabriel, intentando ocultar su tristeza.
Ana se rió juguetona y se sentó a su lado.
—Tuve la mañana libre... y adivina qué voy a estar de polizonte en tus ensayos—dijo, su voz llena de entusiasmo.Gabriel se rió, y Ana sintió un calor muy especial al ver que por fin logró hacerlo reír
—No hace falta que me cuides, Ana—dijo Gabriel, su voz suave pero firme.
—Lo sé—respondió Ana, su mano buscando la de Gabriel.
—Pero quiero estar aquí... como tu fan número uno.
Gabriel sonrió más, esta vez con sinceridad, y no dijo nada. La conexión entre ellos era palpable, y en ese momento, nada más importaba.
Aron llegó a su lujoso penthouse en Polanco, lanzó sus llaves sobre la mesa junto a la puerta y se fue directo al bar con el que contaba su lujoso departamento. Se sirvió un trago fuerte, su mirada fija en el líquido ámbar mientras la imagen de Ana Ivette dándole una cachetada se repetía en su mente, seguida de la de Gabriel, golpeado y desafiante.
La ira y el resentimiento bullían en su interior. Lo que Ana había hecho le dolió, pero nada le quitaba el gusto de haber embestido su puño en el rostro del ciego. Aron nunca había sentido tanto desprecio por alguien como lo que sentía por Gabriel.
—Ese ciego pretencioso —murmuró para sí mismo, su voz llena de veneno—. Piensa que puede desafiar-me y salirse con la suya.
Se bebió el trago de un golpe, sintiendo la quemazón en su garganta. Su mente comenzó a maquinar planes de venganza, pero sabía que debía ser cuidadoso. Ana Ivette no era una mujer con la que se pudiera jugar, y su padre tenía influencia en la industria.
—Debo esperar el momento adecuado —murmuro —. Pero Gabriel pagará por haberse cruzado en mi camino. Y Ana... Ana pagará por haberse atrevido a desafiarme.
Su mirada se endureció, su rostro una máscara de odio y determinación. Aron sabía que la venganza sería dulce, y que no descansaría hasta haber destruido a aquellos que se habían atrevido a desafiarlo.
Aron estaba apunto de servirse otro trago cuando tocaron a su puerta. Extrañado, pues no esperaba a nadie, fue a abrir y se encontró con la exuberante rubia que propició su ruptura con Ana Ivette.
—Natalia... ¿qué haces aquí? —dijo un poco molesto.
Natalia entró en el departamento, caminando con seducción hacia el sillón.
—Supe lo que pasó en Sonido Vivo —dijo, sentándose con elegancia—. Que Ana te golpeó... por un ciego.
Aron se enfureció.
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El cielo de Ana Ivette
SonstigesAna Ivette, una modelo exitosa, viaja a Ensenada para supervisar los preparativos de su boda con Aarón. Sin embargo, su felicidad se derrumba cuando descubre la infidelidad de su prometido. Destrozada, Ana Ivette se encuentra con Gabriel, un joven c...