✨ Capítulo 28 ✨

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  Capítulo 28 

Natalia estaba desesperada, consumida por un odio visceral hacia Gabriel. La humillación que había sufrido a manos de Ana Ivette y Gabriel la había llevado al borde de la locura. Su mente trastornada buscaba venganza.

quería que Ana Ivette y Gabriel pagaran con lágrimas de sangre.

Una tarde, Natalia se encontró con Gabriel en la calle, acompañado de su perro guía, Robby. Lo vio de lejos y decidió seguirlo. Descubrió que había regresado al edificio de la colonia Roma y supo que era su oportunidad.

El odio que sentía hacia Gabriel la llevó a planear algo. Comenzó a seguirlo, estudiando su rutina diaria. Como persona ciega, Gabriel tenía una rutina muy específica, siempre iba a los mismos lugares y no se salía de su perímetro por seguridad. Natalia vio esto como una ventaja.

Gabriel solía pasear a Robby todas las noches después de regresar de los ensayos de grabación de su álbum.

Esa rutina no varió ni un solo día y pronto Natalia se sintió preparada para llevar acabo su plan compró  lo necesario y lo esperó paciente una noche.

Gabriel salió con Robby como siempre y  Natalia lo siguió, escondida cerca de ellos. Sacó un silbato y lo usó, provocando que Robby se pusiera nervioso. La correa que Gabriel sujetaba se le escapó de las manos cuando Robby salió corriendo, huyendo del sonido que lo ponía mal.

Gabriel se quedó solo, gritándole a su perro, pero Robby no hizo caso. En ese momento, Natalia se le acercó por atrás y lo golpeó con un bate de béisbol.

— ¡Esto es por todo lo que me hiciste! — gritó Natalia, su rostro distorsionado por la rabia.

Gabriel se derrumbó, sin poder defenderse. Natalia levantó el bate nuevamente, lista para asestar otro golpe. Pero cambió de idea  se dio cuenta  de que estaba demasiado cerca de la calle.

no le convenía así que arrastró a Gabriel, semiinconsciente, hacia una parte más apartada del parque. Sacó su celular y buscó el número de Ana Ivette. Le hizo una video llamada.

Ana vio el número de teléfono y contestó, preparada para discutir con Natalia. Pensó que ya se había tardado en llamarla para reclamarle.

— ¿Qué quieres, Natalia? — preguntó Ana, irritada.

En su pantalla, vio a una Natalia completamente despeinada, sin maquillaje y con el rostro desencajado.

— Te hablo porque quiero que saludes a alguien — dijo Natalia, con una sonrisa siniestra.

Se inclinó y ajustó la cámara para que Ana viera a Gabriel, tendido en el suelo con sangre en la frente.

— ¿Qué le hiciste? — preguntó Ana, asustada.

— Aún no has visto nada — se alejó y puso el celular en una roca.

Frente a la cámara, levantó el bate y dijo:

— Esto es tu culpa, Ana... él pagará lo que tú me hiciste.

Golpeó a Gabriel de nuevo. Ana gritó.

— ¡No detente! — pero Natalia le dio un tercer batazo.

De repente, alguien apareció en pantalla: un hombre que tacleó a Natalia y le quitó el bate.

— ¡No! Maldito — gritó Natalia— déjame... Suéltame— forcejeo— deja que acabe con el maldito ciego... ¡Ana no lo vas a volver a ver con vida!  

Resultó que el hombre había encontrado al perro deambulando por el parque y, al ver que tenía un distintivo de perro guía, se asustó y empezó a buscar al dueño. Así fue como dio con la escena donde Natalia estaba a haciéndole daño a  Gabriel.

El cielo de  Ana  Ivette  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora