✨ Capítulo 31✨

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✨ Capituló 31 ✨


Después de que Terminaran de pasar el resto de pertenencias de Gabriel, la cobija y camita de Robby al departamento de Ana Ivette la noche que apenas comenzaba prometía ser mágica.

Ana se vio en el espejo de su baño y sonrió sabiendo que afuera la esperaba el hombre del que jamás debió separarse, el camisón de seda que le llegaba un poco más arriba de la rodilla la hacía sentir segura de sí misma y de que podría reconectar con él de manera íntima.

Gabriel estaba sentado en la cama había terminado de sacar las sábanas y esperaba sin atreverse a entrar en la cama, Ana salió y lo vio camino hacia él y dijo:

— estoy tan feliz de que estés aquí— se sentó en sus piernas y Gabriel sonrió:
— hueles muy rico — dijo su voz era suave y ella lo besó y después se separó:

— ¿te gusta mi perfume? — preguntó Ana. Gabriel asintió.

—estoy renovando todo en mi vida y éste perfume  es una de esas cosas...— dijo Ana mientras retrocedía un poco.

— no te alejes — Gabriel la sostuvo más cerca. 
— Gabriel, quiero quedar grabada en ti de manera diferente...

— yo ya te tengo— susurró Gabriel— no tienes que hacer nada sólo besarme.

Ana Ivette unió sus labios con los de Gabriel de nuevo y las caricias fluyeron con naturalidad.

Los dos re conectaron con eso que solo ellos podían hacerse sentir y se olvidaron del mundo entero.

A la mañana siguiente la  luz del sol se filtró suavemente a través de las cortinas, iluminando la habitación en un tono cálido y acogedor. Ana y Gabriel se despertaron lentamente, aún envueltos en el calor de su primera noche juntos.

Ana fue la primera en abrir los ojos, y sonrió al ver a Gabriel dormir a su lado. Su rostro estaba relajado, su respiración suave y tranquila. Lo observó durante un momento, disfrutando de la paz y la serenidad que emanaba de él.

Gabriel, sintiendo su mirada, abrió los ojos y sonrió.

— Buenos días — susurró, estirándose y abrazándola.

— Buenos días — respondió Ana, besándolo suavemente.

De repente unas pisadas irrumpieron en la habitación y Robby con su pelota verde en el Hocico se trepó en la cama y los hizo reír

— ¡esos modales amigo!— dijo Gabriel mientras se sentaba  para aplacar las efusivas muestras de cariño de su perro mientras Ana se reía por las cosquillas que le daban Las lamidas del perro en su brazo descubierto.

— que va a decir de nosotros nos va a echar  por revoltosos— lo agarró del collar con suavidad y Ana se sentó:

— creo que él también está feliz de estar aquí— dijo acariciando al perro— Y no pienso echarlos de aquí  nunca.
Robby se giró un poco y comenzó a lamer la cara de Gabriel provocando qué vuelvan a reír.

Después de algunos mimos más el perro se bajó. ellos se quedaron un rato en silencio, disfrutando del calor y la intimidad del momento. Luego, Ana se levantó y se dirigió a la cocina.

El cielo de  Ana  Ivette  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora