☁️ Capítulo 25 ☁️

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☁️ Capítulo 25 ☁️



Gabriel llegó a la casa de Leticia, la asistente personal de la mujer lo recibió y lo hizo pasar.

— Toma asiento, Leticia no tarda — dijo la mujer, guiándolo hacia una elegante sala de estar.

Gabriel palpó la silla y se sentó, estaba nervioso. Luego de un rato, Leticia llegó.

— ¿Ya elegiste qué canción? — preguntó, su voz cálida y sonriente.

— Hola... sí, "Amaneceres de cristal" — dijo Gabriel un poco tímido.

Leticia sonrió y se le acercó más.

— Sabía que elegirías esa — dijo, su mirada intensa —. Eres un ser sensible, Gabriel, y esa canción es para gente como tú... que aman sin medida, sin caretas.

Leticia tomó suavemente la mano de Gabriel.

— Vamos a mi piano — dijo, llevándolo hacia una habitación contigua.

La habitación estaba llena de luz y tenía un piano de cola negro y brillante en el centro. Leticia se sentó en el banco y comenzó a tocar los acordes iniciales de "Amaneceres de cristal".

—¿te la sabes entera de memoria verdad?— dijo ella, su voz por encima de la armonía.

—sí— Gabriel respondió con algo de nerviosismo.

— empieza a cantarla tú primero y yo me uno después ¿vale?

Gabriel asintió respirando hondo y Leticia retomó el inicio de la canción para que Gabriel se colocara.

Gabriel se sintió envuelto por la música y la emoción. Se acercó al piano y comenzó a cantar:

— llevo conmigo la ilusión de amarte, llevo en la mente como suena tu voz.

—como eres por dentro y por fuera eres impresionante.

— nuestros sueños aveces parecen hechos de cristal, frágiles corazón pero para mi valen la pena, no me da miedo sangrar si es por ti si tú me quieres a mí.

su voz se escuchaba temblorosa al principio, pero luego más segura y llena de sentimiento.

Leticia se unió a él, su voz armonizando perfectamente con la de Gabriel:

— todo lo que somos es hoy no me da la vida para agradecerte todos los amaneceres hechos de cristal.

—Me dicen que me cautiva un amor tan frágil como el cristal no duradero, pero me pierdo en ti porque yo creo... porque te quiero.

Juntos, crearon una magia que llenó la habitación de emoción y pasión.

Mientras Gabriel cantaba, recordó a Ana, el amor que sintió por ella y que seguía sintiendo, por más que quisiera negarlo. Su dolor venía de ahí, de saber que ella nunca lo amó de verdad.

De repente, su voz se quebró y no pudo continuar. Leticia lo miró confundida.

— ¿Gabriel? — preguntó, preocupada.

Él se apartó del piano, se llevó las manos a la cara y dijo:

— No puedo... Perdón... Perdón, pero no puedo seguir.

Leticia se levantó y se acercó a él.

— ¿Qué pasa, Gabriel? ¿Estás bien? — preguntó, su voz suave y preocupada.

Gabriel sacudió la cabeza, luchando por contener sus emociones.

— No puedo cantar esto... Es demasiado... — dijo, su voz entrecortada.

El cielo de  Ana  Ivette  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora