Parte 2

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 LA LLAMADA DEL NUEVO MUNDO

El aire estaba impregnado de emoción y ansiedad en la taberna de Plymouth, donde un grupo de hombres y mujeres se había reunido para discutir el ambicioso proyecto de colonización en las tierras inexploradas de América. Entre ellos, dos familias se destacaban: los Thompson y los Carter.

John Thompson, un hombre de porte decidido y ojos brillantes, se puso de pie frente a la mesa.

—Amigos, este es el momento que hemos estado esperando. La oportunidad de construir un nuevo hogar en la colonia de Roanoke está a nuestro alcance. Pero necesitamos ser selectivos al elegir a quienes nos acompañarán.

William Carter, un hombre de aspecto serio pero con un cálido corazón, asintió desde el fondo de la sala.

—Cierto, John. La travesía será dura. No solo debemos llevar hombres fuertes, sino también familias dispuestas a trabajar y a adaptarse.

Elizabeth, la hija mayor de los Thompson, miró a su padre con interés.

—¿Cómo elegiremos a los colonos? Hay muchas personas que quieren ir. Algunas incluso han mencionado la idea de unirse a nosotros para proteger a sus familias.

—Es una buena observación, Elizabeth —respondió John, mirando a su hija con orgullo—. Deberíamos hacer una lista de los que están dispuestos a arriesgarlo todo. La vida en Roanoke no será fácil.

Samuel, su pequeño hijo, jugueteaba con un trozo de madera en la mesa.

—¿Podremos tener un perro? —preguntó de repente, levantando la vista. La sala se llenó de risas.

—Quizás, si encontramos uno en el camino —contestó John con una sonrisa—. Pero primero debemos encontrar a los colonos adecuados.

Clara, la pequeña de los Carter, miró a su hermano Daniel, quien estaba sentado junto a ella.

—¿Tú irás, verdad? —preguntó con voz temblorosa.

—Por supuesto, Clara. Seré un explorador —respondió Daniel, con una chispa en los ojos—. Al igual que los héroes de las historias que nos contaba padre.

Anne Carter, la madre de Clara y Daniel, se acercó a su hijo.

—Pero ser un explorador significa que también debes cuidar de tu hermana. Esa es una gran responsabilidad, Daniel.

—Lo sé, madre —respondió él con firmeza—. Prometo protegerla. Todos debemos cuidarnos en esta aventura.

Mientras el bullicio continuaba, John hizo un gesto para restablecer el orden.

—Hagamos una lista de las habilidades que necesitamos en nuestra comunidad. Un herrero, un agricultor, quizás un médico... ¿Quién más?

William se unió a la conversación.

—Un carpintero es esencial. Necesitamos construir refugios, y no puedo hacerlo solo.

—Y un pescador —añadió Elizabeth—. Podremos alimentarnos del mar.

—Exacto —dijo John, animándose—. Debemos elegir bien. Además de habilidades, necesitamos personas con carácter fuerte y espíritu decidido. Esta colonia dependerá de nuestra capacidad para trabajar juntos.

A medida que la conversación avanzaba, el grupo comenzó a delinear un plan. Las risas y los murmullos se convirtieron en una serie de nombres y habilidades que se anotaban en un trozo de papel.

SOMBRAS SOBRE ROANOKEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora