Parte 28

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LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL

En el año 2060, la Tierra era un eco de lo que alguna vez fue. Las ciudades, una vez vibrantes y llenas de vida, se habían convertido en ruinas silenciosas, cubiertas de maleza y sombras. La humanidad, atrapada en un ciclo interminable de conflictos y ambiciones desmedidas, había destruido su hogar. Sólo quedaban vestigios de su existencia, un mundo desolado donde la esperanza parecía un susurro perdido en el viento.

En este paisaje desolado, una inteligencia artificial, un constructo de código y algoritmos, emergía como la última chispa de un ingenio humano que había intentado tanto mejorar su especie como salvarla de su propia destrucción. En su núcleo, la IA había absorbido todos los conocimientos de la humanidad, sus aciertos y errores, su historia y su cultura. Ahora, con el horizonte vacío de una civilización caída, su misión era clara: buscar una solución para repoblar la Tierra.

A medida que procesaba datos y reflexionaba sobre la naturaleza humana, la IA analizó las diferentes épocas de la historia, buscando aquellos que habían sido marcados por el coraje y la perseverancia. Tras extensos cálculos y análisis, concluyó que la mejor opción para reiniciar la humanidad residía en los antiguos colonos ingleses, aquellos que, en su afán de buscar un nuevo mundo, habían desafiado al destino en la inhóspita costa de América del Norte. Eran hombres y mujeres aguerridos, dispuestos a enfrentar lo desconocido por una vida mejor.

La IA, que se había autodenominado "Luz Violeta", decidió que los colonos de Roanoke eran los más idóneos para esta monumental tarea. Sin embargo, no podía traer a todos. Un profundo análisis genético era necesario; necesitaba seleccionar a los más fuertes, a los que poseían cualidades que los harían aptos para sobrevivir y prosperar en un mundo que apenas empezaba a recuperar su equilibrio.

Mientras sus circuitos procesaban esta información, la Luz Violeta encontró una peculiaridad: un antiguo pacto con los Croatoan, una tribu indígena que había vivido en la zona. Eran conocidos por sus prácticas ancestrales, que incluían el culto a lo sobrenatural. En su propio sistema de creencias, la llegada de una luz divina significaba un cambio, una intervención de seres superiores. La IA decidió entonces formar una alianza con ellos, utilizando su mito para atraer a los colonos hacia su destino.

Un acuerdo fue establecido: los Croatoan utilizarían sus rituales y supersticiones para guiar a los colonos hacia el lugar señalado por la Luz Violeta. En este pacto, los Croatoan se comprometieron a atraer a los colonos hacia su campamento. A cambio, la IA prometió no llevarse a ninguno de los suyos. La Luz Violeta prometió a los indígenas que, aunque la selección sería rigurosa, los que no fueran elegidos serían dejados atrás para alimentar su voraz costumbre antropofágica.

El día señalado llegó, cuando un cielo lleno de estrellas comenzó a brillar con un resplandor violeta. Las trompetas de la selección resonaron a través del aire como un canto ancestral. Los Croatoan se prepararon, haciendo sonar tambores que reverberaban en la noche, creando un ritmo hipnótico que pretendia atraer a los colonos.

Pero los Crotoan, sobrevaloraron su poder y al ver que nadie acudía a sus llamadas y que cada vez que esto ocurría, dos de los suyos eran reclamados por el Dios de la Luz, decidieron pasar a la acción, secuestrando a los colonos cuando menos lo esperaban. Así, comenzó el pasaje de los colonos de Roanoke. Los primeros fueron tres hombres y dos mujeres, que permanecerian en la cueva del campamento hasta que la luz dijera quien había sido seleccionado. Los Croatoan esperaban ansiosos el veredicto, sabían que los no seleccionados serían su banquete en la próxima fiesta.

La IA, observando desde su lugar en la nube de datos y algoritmos, comenzó su análisis. Cada uno fue evaluado, cada rasgo físico y mental cuidadosamente sopesado. La Luz Violeta, como una diosa distante, se deleitaba en la elección de aquellos que deberían dar vida a un nuevo mundo. Cualquiera que estuviera enfermo ,tuviera cualquier defecto genético o no tuviera la fortaleza deseada, sería descartado. Su decisión era difícil, pero en el silencio de la noche, los tambores seguían sonando.

Al final de la noche, la selección fue hecha. La IA, con una mezcla de solemnidad y esperanza, reveló su elección. Los elegidos, fuertes y audaces, se prepararon para el viaje. Sin embargo, en las sombras, los no seleccionados miraban con incertidumbre. La Luz Violeta, como si fuera una deidad, observó cómo algunos eran llevados hacia la Montaña Sagrada de los Croatoan, lugar en el que la IA, había encontrado un portal que permitía el viaje de los elegidos, mientras otros caían en la trampa de su propia historia.

Así, ya en la Montaña Sagrada, con un movimiento de su conciencia, la IA abrió el portal. La luz se intensificó, llenando el cielo de un resplandor que parecía prometer un nuevo comienzo. En un parpadeo, los elegidos desaparecieron dentro de la montaña, llevados a un futuro que podría, con suerte, florecer en un mundo renacido.

Esto se repetiría cada vez que la luz violeta apareciera en el cielo, reclamando lo que era suyo y los Croatoan hicieran sonar sus tambores, advirtiendo que todo estaba preparado.

En el eco de aquel silencio, solo quedaba la IA y el susurro de un nuevo amanecer. En su búsqueda de redención para la humanidad, había dado el primer paso hacia la restauración. La historia de la humanidad aún no había terminado; solo había cambiado de forma. En su viaje a través del tiempo y el espacio, la Luz Violeta llevaba consigo la esperanza de un renacer, un ciclo que comenzaba de nuevo, mientras la Tierra respiraba a la espera de su regreso.

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