Parte 23

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BÚSQUEDA EN CHOWANOKE

La atmósfera en el fuerte era tensa, marcada por el silencio de la sequía que se cernía sobre la región. Dos días después de la llegada de todos los hombres, la preocupación crecía como una sombra. En el centro del fuerte, un grupo de hombres se reunió en torno a una mesa improvisada, con el sol poniente proyectando sombras alargadas.

Thompson, el líder del grupo, golpeó la mesa con el puño, interrumpiendo los murmullos.

—¡Escuchen! —dijo, su voz grave resonando—. Las provisiones se están agotando. El manantial apenas tiene un hilillo de agua, y si no encontramos una solución pronto, nos enfrentaremos a un desastre.

Moako, con aire de determinación, se inclinó hacia adelante.

—En mi campamento, hay un hoyo que sirve como despensa. Guardamos reservas de comida mucho antes de que los Croatoan atacaran. Si no lo descubrieron cuando quemaron Chowanoque, podríamos tener una oportunidad.

Nakoa, miró a sus compañeros, su rostro iluminado por una chispa de esperanza.

—¿De verdad crees que aún puede haber provisiones allí? —preguntó, la ansiedad y la emoción mezclándose en su voz.

—Es un riesgo que vale la pena correr —respondió Moako, cruzando los brazos—. Si las encontramos, podríamos repartir la comida entre todos.

Carter, de pie al lado de Thompson, frunció el ceño.

—Pero el camino hacia Chowanoque no es seguro. Los Croatoan todavía rondan esa zona. Necesitaremos un plan sólido.

Dare, siempre el más escéptico, añadió:

—Además, ¿cuántos hombres necesitamos? No podemos arriesgar a todos los hombres del fuerte. Si fallamos, seríamos vulnerables.

Thompson asintió, sopesando las palabras de Dare.

—¿Qué les parece si formamos una partida pequeña? —sugirió finalmente—. Nakoa, Thompson y Moako podrían liderar el grupo. Llevaremos cuatro caballos para transportar las provisiones y cuatro colonos y cuatro Chowanoke para ayudar.

Nakoa miró a Moako, que le devolvió una mirada afirmativa.

—Estoy de acuerdo. Cuantos menos seamos, menos llamaremos la atención. Además, si encontramos algo, podremos regresar rápidamente.

—Bien —dijo Thompson—. ¿Quiénes vendrán con ustedes?

—Yo iré —respondió Nakoa—. Junto con mis hombres, Harkan y Elkay. Son rápidos y conocen el terreno.

Moako añadió:

—Yo llevaré a Lokato y a Sekoa, son buenos rastreadores. Nos ayudarán a detectar cualquier peligro en el camino.

Carter, con una expresión preocupada, no pudo evitar intervenir:

—No podemos quedarnos sin una defensa aquí, los demás, aseguraremos el fuerte mientras ustedes van.

Dare asintió, aliviado de que su opinión fuera tomada en cuenta.

—Exactamente. Aunque nos arriesgamos, no podemos dejar el fuerte desprotegido.

Thompson, viendo que todos estaban de acuerdo, dio un firme golpe en la mesa.

—Entonces está decidido. Mañana al amanecer, nos preparamos para salir hacia Chowanoque. Recuerden, hay que ser cautelosos y volver lo más rápido posible. Nuestra supervivencia depende de ello.

Los hombres se miraron entre sí, un silencio cargado de significado envolvió el grupo. La decisión estaba tomada, y ahora solo quedaba esperar que la fortuna les sonriera.

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