capitulo del dia 12 de junio.
El sol apenas comenzaba a asomarse cuando llegué a la estación de policía, listo para enfrentar un nuevo día de trabajo. A medida que cruzaba el umbral, el familiar ambiente de risas y charlas me envolvió. Sin embargo, algo no se sentía bien; había una inquietud burbujeante en mi interior.
Al entrar, vi a mis amigos Max, Kevin, James, Jackson y Jacob reunidos cerca de la mesa de café. Sus rostros se iluminaron al verme, pero noté que sus sonrisas se desvanecieron ligeramente cuando se dieron cuenta de que no estaba en mi mejor momento.
—¡Stanley! —gritó Max—. ¿Qué te pasa? Te ves un poco raro.
No pude evitar suspirar. Sabía que tenía que abrirme sobre lo que me atormentaba. Me acerqué a ellos y, con voz temblorosa, les conté:
—Chicos… he estado sintiendo un dolor horrible en la boca. Me aterra solo pensar en ir al dentista.
Kevin frunció el ceño, preocupado.
—¿Te duele mucho? ¿Es un diente?
—No estoy seguro —respondí—. Es como si cada vez que muerdo algo, me grita desde adentro. No sé cómo lidiar con esto.
James se cruzó de brazos y me miró con empatía.
—Stanley, todos tenemos miedos. Pero no estás solo en esto.
Jackson asintió con la cabeza y añadió:
—Sí, hermanito. Puedes contarnos lo que necesites. Tal vez podamos ayudarte a enfrentar ese miedo.
Jacob se acercó y me dio una palmada en la espalda.
—Lo importante es que hables sobre ello. No tienes que enfrentarlo solo.
Sus palabras me dieron un poco de consuelo; tal vez compartir mi carga con ellos podría hacerme sentir mejor. Con el apoyo de mis amigos, empecé a sentir que podría enfrentar lo que venía.
Mientras Jackson recordaba y el nudo en su garganta parecía aflojarse un poco, decidí que era mi turno de compartir una historia. Miré a mis amigos, Max, James, Jacob y Kevin, y comencé a narrarles mi experiencia.
—Es cierto —dije, sintiendo cómo la sinceridad brotaba de mí—. Cuando éramos pequeños, yo siempre encontraba una forma de evitar ir al dentista. O me escondía detrás de Jackson, o armaba un espectáculo para no tener que sentarme en esa silla aterradora.
Max arqueó una ceja, sorprendido.
—¿En serio? ¿Tú? ¿El valiente Stanley?
Sonreí tímidamente y respondí:
—Sí. Los aparatos dentales siempre me parecían monstruos listos para hacerme daño. No quería ni imaginarme el sonido que hacían al encenderse.
James soltó una risa suave, mientras Jacob comentaba con complicidad:
—No puedo creer que tengas miedo a los dentistas. ¡Eres el más fuerte de nosotros!
Me encogí de hombros, sabiendo que la fuerza no siempre es suficiente para enfrentar nuestros miedos.
—La verdad es que me daba terror que me hicieran daño. Así que cada vez que mi madre decía que teníamos que ir, encontraba una excusa o hacía un drama digno de un Oscar.
Kevin se rió y preguntó:
—¿Y qué hacías? ¿Te ponías a llorar o te disfrazabas de algo?
—Un poco de todo —admití—. Una vez incluso me disfracé de perro y empecé a ladrar. Pensé que si hacía suficiente ruido no me llevarían. Pero al final siempre terminaba sentado en esa silla.
ESTÁS LEYENDO
El oficial Stanley. Y el criminal de Canterville.
Acción¡hey!, ‽qué tal lectores?, yo soy un criminal muy peligroso, también soy conocido por ser el presidente de Canterville y el comisario en jefe. mi nombre es Charlie y yo hago que Canterville sea una ciudad oscura y llena de maldad, pero para mi suert...