La puerta del departamento crujió con un quejido familiar cuando la abrí. La oscuridad del pasillo se sentía como una extensión de mi propia desesperación. Pero al cruzar el umbral, me encontré cara a cara con Stanley y Max. Sus rostros reflejaban determinación, y eso me hizo retroceder un paso.
"Charlie, sabemos que tienes a la bebé", dijo Stanley, su voz firme como una roca. Max, a su lado, parecía listo para actuar en cualquier momento. La tensión en el aire era palpable, y sentí cómo un escalofrío recorría mi espalda.
"¿Cuántas veces tengo que decirles que se vayan? No tienen nada que hacer aquí", respondí, tratando de mantener la calma mientras la rabia burbujeaba dentro de mí. No podía dejar que se acercaran más; sabía lo que querían.
Retrocedí lentamente hacia la ventana, sintiendo cómo el frío cristal me ofrecía una salida. "No voy a dejar que se lleven a la bebé. ¡No lo haré!" grité, mis palabras resonando en las paredes del pequeño escondite.
Stanley dio un paso adelante, su mirada fija en mí. "Charlie, esto no es un juego. Solo queremos ayudarla", insistió, pero yo sabía que no podían entender lo que realmente estaba en juego. La bebé era todo lo que tenía.
Con un impulso desesperado, giré sobre mis talones y corrí hacia la ventana. El llanto de la pequeña resonó en mis oídos como un mantra; no podía permitir que la atraparan. La adrenalina se disparó mientras saltaba por el marco y caía al suelo frío de la calle.
El impacto fue brutal, pero el miedo me impulsó hacia adelante. "¡Cállate!" le susurré a la bebé mientras corría por las oscuras calles de Canterville. Detrás de mí, escuchaba los pasos apresurados de Stanley y Max, seguidos por el eco distante de otros policías que se sumaban a la persecución.
Mientras corría entre las sombras y los destellos de luces de neón, sabía que no podía parar. Mi única misión era mantener a salvo a la pequeña y encontrar una forma de escapar de este caos antes de que fuera demasiado tarde.
El aire cálido del día cortaba mi rostro mientras corría por las islas, esquivando los destellos de los coches y las sombras alargadas que se proyectaban en el pavimento. La bebé en mis brazos lloraba suavemente, su pequeño cuerpo temblando mientras yo trataba de mantener el ritmo. "Cálmate, cariño, cálmate", murmuré tratando de tranquilizarla, aunque sabía que el verdadero peligro estaba muy cerca.
Detrás de mí, los gritos de los policías resonaban en la distancia. "¡Charlie, detente!" Era Stanley, su voz llena de urgencia. Pero no podía detenerme. Cada paso que daba me alejaba un poco más del desastre que acechaba detrás.
De repente, escuché el nombre de Kevin entre la multitud. "¡James! ¡Usa a James!" gritó, y sentí que un escalofrío recorría mi espalda. James, uno de sus compañeros que habían convertido en un robot para rescatar a Stanley, tenía habilidades sobrehumanas y podía rastrearme con facilidad. Si lo dejaban libre, no tendría forma de escapar.
Un nudo se formó en mi estómago mientras me daba cuenta de que estaban rodeándome. Las voces se acercaban y cada vez era más difícil encontrar una salida. Vi una esquina oscura y decidí que era mi única oportunidad.
Desesperado, saqué el arma que había escondido en mi chaqueta. "¡Atrás! No se acerquen!" grité con todas mis fuerzas, apuntando al aire como si eso pudiera detenerlos. Sabía que no era una amenaza real; solo necesitaba un momento para pensar y ganar tiempo.
Los policías se detuvieron un instante, sorprendidos por mi reacción. Stanley y Max intercambiaron miradas nerviosas mientras Kevin trataba de calmar la situación. "Charlie, no tienes que hacer esto", dijo Kevin con voz suave, pero yo no podía escuchar razones.
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El oficial Stanley. Y el criminal de Canterville.
Action¡hey!, ‽qué tal lectores?, yo soy un criminal muy peligroso, también soy conocido por ser el presidente de Canterville y el comisario en jefe. mi nombre es Charlie y yo hago que Canterville sea una ciudad oscura y llena de maldad, pero para mi suert...