TREINTA Y DOS

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ELIJAH

El bullicio del aeropuerto es un murmullo lejano comparado con el caos que siento en mi pecho.

Desde donde estoy, alcanzo a escuchar retazos de la conversación entre Jade, sus padres, Rebecca, el hombre con quien Jade se abrazo con confianza, también  veo a esa amiga incondicional que siempre ha estado a su lado y a la persona que es mi hermano ... ¿Ian?.

Intento no hacerme notar, pero cada palabra que escucho me quema como si fueran brasas en mi piel.

Jade defiende a su hija...algo casi irreal.

Nunca pensé que Jade estuviera casada o tuviera una niña...

Es muy linda, esa pequeña figura aferrada a las piernas de Jade, todo cambia.

Mi mirada se fija en ella, en sus rizos castaños y su rostro, y siento un golpe inesperado en el pecho. Porque esa niña... no es solo una niña cualquiera.

Es como mirarme en el reflejo de un recuerdo.

Sus ojos, grandes y de un tono esmeralda idéntico al mío, parecen sostener el peso de algo que aún no comprende.

Siento una presión en el pecho, algo difícil de explicar, como si una parte de mí que no sabía que existía hubiera cobrado vida de repente. Cada pequeño detalle en su expresión es un eco de mí mismo, y, sin embargo, no puedo moverme, atrapado en una mezcla de incredulidad y asombro.

La conversación se vuelve más intensa. Jade está diciendo algo sobre no permitir que nadie le quite a su hija, y sus padres insisten en llevarse a la niña o forzarla a casarse con alguien que tenga dinero.

Ian también parece desconcertado, y se vuelve hacia Jade con una pregunta que me congela por completo: ¿Jade lo engaño?

Por un segundo, el tiempo se detiene.

Todos giran sus miradas hacia Jade y hacia esa niña pequeña, aferrada a su madre con una mezcla de inocencia y miedo.

Y, sin saber cómo, el peso de esa pregunta recae sobre mí. Porque en ese momento, entiendo algo que nunca imaginé posible.

Kaia... podría ser mía.

¿Pero como?

No puedo estar seguro, pero verla a ella...

Me acerco un paso sin darme cuenta, y de repente, todas las miradas se vuelven hacia mí.

No puedo ocultar lo que siento al ver a la niña. Porque, si es verdad lo que estoy empezando a sospechar... ella es mía también.

Pero no digo nada; las palabras se me atascan en la garganta.

Lauren su amiga parece percibir algo en mi expresión, y, aunque no dice nada, veo cómo sus ojos se llenan de comprensión y sorpresa. Mis pensamientos se entrelazan y entrechocan, formando un caos imposible de ordenar.

Miro a Jade, que intenta mantener la calma mientras sus padres la presionan. Pero cuando sus ojos se encuentran con los míos, veo en su mirada algo más que nerviosismo.

Es miedo... y algo parecido a una súplica.

Los padres de Jade me observan con sorpresa y desconfianza, intentando descifrar lo que está ocurriendo.

Ian también parece atónito, incapaz de procesar lo que acaba de descubrir. Pero ya nada importa más que esa niña, que sigue escondida detrás de su madre, mirándome con esos mismos ojos que me devuelven un reflejo de mí mismo.

-¿Tu que haces aquí?-suelta Ian.

-¿Otro hermano?-susurra Rebecca-, esto parece una tontería.

Amor Inesperado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora